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domingo, 6 de marzo de 2011

Los hombres que no amaban a las mujeres

Menos mal. De sólo pensar la suerte que pudo haber corrido Los hombres que no amaban a las mujeres —la primera de una trilogía que completan La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina y La reina en el palacio de las corrientes de aire— en manos de Roland Emmerich digamos, o ponga usted el nombre que prefiera de entre los muchos congéneres del susodicho, se le asoman a uno las imágenes del desastre anunciado. Menos mal, los suecos se adelantaron, y los suecos, los nórdicos en general, son gentes que viven en lugares con largos inviernos y meses enteros sin ver el sol, lo que los torna proclives a sentarse frente al fuego a meditar. Por eso Bergman sólo pudo ser sueco, como antes Dreyer sólo podía haber sido danés. Sin dejar de tener en consideración que tales estereotipos, como cualquiera, son apenas eso.

En fin, el hecho incontrastable es que la presencia de un director sueco a cargo de la adaptación del primero de los tres truculentos folletines dedicados a las andanzas de Lisbeth Salander aportó la cuota de parsimonia imprescindible para equilibrar la agitada imaginación del novelista Stieg Larsson. De este último se habló y escribió un montón en los últimos años, hasta convertirlo en el más reciente gran fenómeno editorial.

Así pudo conocerse que Larsson, periodista de profesión, era un tipo de vida agitada. De esas vidas agitadas tan de este tiempo, sin explicación ni objetivo preciso. Brevemente: Larsson fumaba sin parar, bebía café en cantidades navegables y se nutría, es un decir, de comida chatarra. Troskista militante, escritor compulsivo, organizador de grupos antirracistas, promotor de centros de estudio de la ciencia ficción, dirigió la revista Expo y el 2001 se propuso escribir una novela monumental —diez volúmenes de al menos 600 páginas cada uno—, que al final fueron tres, basada en el personaje Pippi Calzaslargas, creación de su compatriota Astrid Lindgren. Pippi se convirtió en la hacker Lisbeth Salander. El polo opuesto a la gótica y nada convencional Lisbeth, encarnó en un personaje reposado y racional, el periodista de investigación Mikael Blomkvist. Sobre la base de los dos armó la saga Millenium, así nombrada por la revista que en la ficción cobija a Blomkvist.

Millenium

El 2004 Larsson murió de un infarto, cuando tenía 50 años. Varias decenas de millones de ejemplares vendidos post mortem en más de una treintena de idiomas y un lío de órdago por la herencia entre los familiares del novelista acabaron de engordar el mito que ahora el cine se encarga de retroalimentar.

Blomkvist acaba de caer en desgracia al perder un juicio por difamación contra un magnate, lo cual lleva a sus socios y compañeros de la revista Milleniun a considerar oportuno un momentáneo alejamiento. Así el periodista se encuentra en plena disponibilidad para hacerse cargo de investigar la misteriosa desaparición de la joven Harriet Vanger, miembro de cierta poderosa y arrogante familia prácticamente dueña de la isla de Hedeby. Sólo Henrik, tío de Harriet, todavía conserva el recuerdo de la chica, remembranza anualmente realimentada por los misteriosos envíos de cuadros de flores que llegan desde distintos lugares del mundo.

Que Harriet hubiese desaparecido justo el día en el que el puente que une la isla con el continente se encontraba cerrado, vuelve inevitablemente sospechosos a los Vanger, cuyos miembros de mayor edad mostraron en su momento abiertas simpatías por el nazismo, abriendo de tal suerte un abismo entre Henrik y sus hermanos.

La trama viene adobada entonces de condimentos policiales y políticos, con un toque añadido de actualidad por el uso intensivo de las facilidades tecnológicas a las cuales recurren Blomkvist y sobre todo Lisbeth para escarbar el pasado, o para encontrar detalles imperceptibles a simple vista en antiguas fotografías y filmaciones.

El personaje

Al puro estilo de las novelas de Agatha Christie, la trama trabaja sobre un reducido plantel de sospechosos de la evaporación de Harriet, lo que acaba por disminuir la densidad de la intriga, en este caso empero para favorecer el crecimiento del personaje de la protagonista, cuya presencia acaba teniendo un peso excluyente, que será todavía mayor, es de suponer, en los otros dos capítulos, filmados de manera simultánea a este, aunque bajo la responsabilidad de otro realizador puesto que Niels Arden Oplev aceptó de modo muy renuente hacerse cargo de la primera parte, confesando por añadidura no haber leído antes la novela.

La presencia de Lisbeth, joven inquieta, conflictuada y conflictiva, remite, a través de las sevicias sufridas por las mujeres del clan Vagner y de las que ella misma es víctima a manos de su tutor legal, a un pasado oscuro y traumático, el suyo pero también, de manera muy oblicua, el de un país modelo de organización y eficiencia que barrió pulcramente la basura debajo de la alfombra.

Formado en la televisión de su país, Oplev arma una película con mucha acción, pero desprovista del hiperquinético frenesí de tanta hechura donde el ir y venir sin ton ni son de los personajes acaba desnudando el vacío de ideas que ese corre-corre busca enmascarar. Aquí, por el contrario, se arma un meticuloso rompecabezas, hecho con pedazos del ayer que permanecieron apresados en las imágenes escrutadas por el dúo de investigadores, procedimiento que recuerda a Blow Up de Michelangelo Antonioni, donde lo visible, más que mostrar, esconde la verdad. Esa pesquisa desplaza criteriosamente la tensión desde el juego de identificación del culpable, hacia el develado de los mecanismos que permiten reconstruir los eventos pretéritos. Tal desplazamiento permitiría explicar una cierta frialdad de tono, observada en plan de reproche por algunos cronistas, la que empero yo prefiero endilgarle, más bien como beneficio para un resultado menos estridente, a la ya mencionada forma de ser nórdica.

Ficha técnica

Título original: Män som hatar kvinnor. Dirección: Niels Arden Oplev. Guión: Nikolaj Arcel, Rasmus Heisterberg. Fotografía: Jens Fischer, Eric Kress. Música: Jacob Groth. Producción: Susann Billberg, Anni Faurbye, Jenny Gilbertsson. Intérpretes: Michael Nyqvist, Noomi Rapace, Lena Endre, Sven-Bertil Taube, Peter Haber, Peter Andersson y Marika Lagercrantz. Suecia/Dinamarca/2009.

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