— Premios, aplausos en festivales, la nominación al principal Goya y al Oscar... ¿Qué más le ha pasado a la película?
— Sigue en pantallas de Francia y España, lo que es muy bueno. Además, la película acaba de estrenarse en EEUU; es un estreno modesto pero importante, pues son 20 copias que van de una ciudad a otra, con buenos comentarios. Estamos muy contentos.
— ¿Qué ideas de colonización la que se pone en cuestión?
— Hay una especie de paralelismo entre el pasado y el presente. Un equipo de cine español se traslada a trabajar en Cochabamba y allí se pone a contar la historia de la conquista. Mientras está haciéndolo estalla el conflicto del año 2000, conocido como la Guerra del Agua. Entonces se establece ese paralelismo entre quienes resistieron antes y los que resistieron ahora; entre el oro de ayer y el agua que es el oro de este siglo. Hay como un juego de espejos.
— ¿Qué reflejo tiene en el presente, según se ve en el filme?
— Hay una especie de acuerdo entre instituciones como el Banco Mundial y el FMI en que la manera de salir de la crisis y de entrar en el desarrollo es a través de las privatizaciones, cuando en la realidad es la población, sobre todo la de escasos recursos, la que paga más caro. Lo que se cuestiona en la película es si se puede sacar beneficios para la gente que vive junto a su piscina en Nueva York a costa de los pozos de agua de donde beben los niños de Cochabamba. Es una buena pregunta, creo yo. Puesto que no se puede vivir sin agua, ésta es un derecho humano sobre el que, pienso, no debería especularse.
— La película plantea también la actitud colonialista como algo personal, individual.
— Por eso el guión (Ken Loach) me pareció brillante, pues tiene muchos niveles y lecturas. Por ejemplo, el personaje del director es el de un cineasta con buenas intenciones de hacer una película de denuncia sobre la conquista, pero que no duda en explotar a los extras. No hay buenos y malos, la película es crítica con muchas cosas: con las multinacionales y también con estos cineastas.
— ¿Sabía que su película tiene un cierto parecido, por ese paralelismo que intenta entre pasado y presente, entre cine y realidad, con otra que hizo un director boliviano...?
— Jorge Sanjinés, sí, me lo han dicho (Para recibir el canto de los pájaros, 1995). He intentado por todos los medios verla. Mientras estuve en Bolivia le pedí al equipo una copia, pero me dijeron que no es posible conseguirla.
— El público que ha visto en Europa aplaude ‘También la lluvia’; pero ¿no le da un poquito de miedo cómo la recibirá Bolivia?
- ¿Qué expectativas tiene?
- Mucha expectativa, ojalá pudiera estar ahí para vivirlo yo misma. Hombre, cuando cuentas las historias de otra gente y del pasado reciente, tienes mucha responsabilidad, pues la que se vea retratada te puede decir ‘no, esto no era así’. Abrigo la esperanza de que la sientan suya, que se sientan identificados, que son ellos. Quizás es lo que más me importa. El público aquí la está recibiendo muy bien; pero si aquellos de los que habla no se identifican, pues es un poco un desastre. Bolivianos que la vieron (en España) se han conmovido, la embajadora no podía ni hablar. Y Juan Carlos Aduviri me dijo una cosa preciosa: que pocas veces ha visto que no se recurra al estereotipo, que se ve a sí mismo y a su gente. Esto me llenó de orgullo. Claro que él es parte implicada (se ríe).
— Preséntenos a sus actores. El mexicano:
— Gael García Bernal hace el papel de director de cine. Él tiene una presencia muy dulce, muy amable, pero un interior duro y fuerte, y eso necesitábamos para el personaje. Es alguien que tiene la sensibilidad de contar una historia diferente de la Conquista y al final lo único que le interesa es su película y no lo que está pasando a su alrededor.
— El español:
— Luis Tosar, el productor de cine, llega con una actitud prepotente y a veces un poco racista en sus comentarios, y se encuentra con Juan Carlos. Es un encuentro con el otro, lo que le permite seguir un viaje inverso al que hace Gael.
— El boliviano:
— Juan Carlos Aduviri está fabuloso. Se ganó el premio de actuación en Francia y no me extraña, la gente se impresiona con su presencia, su mirada, su dignidad. Él no cambia pese a que encarna a dos personajes: es el líder indígena que se rebeló contra los españoles y es un líder en la Guerra del Agua. Hace un trabajo inmenso, habla quechua, pobrecito, pese a que es aymara; espero que le perdonen los quechuas (se ríe), seguro que no está perfecto, pero hizo el esfuerzo.
— ¿Cuánto tiempo estuvo usted en Bolivia?
— Cuatro meses. Llegué por Santa Cruz, fui a Cochabamba y tuvimos dos semanas de rodaje en Villa Tunari, donde se supone que es la selva del siglo XV. En La Paz estuve en un par de viajes breves para el casting. Ojalá hubiera podido ver más de Bolivia, me quedé con ganas.
— ¿Qué imagen tenía del país antes de venir?
— Casi nada. Una cosa que vi es el desconocimiento de Bolivia en España. Luego descubres un país con una gran riqueza cultural, variedad de paisajes y de gentes. Fue una gratísima sorpresa.
— ¿Le pasa, ahora que la conoce, que esta realidad no le es más indiferente?
— Si en las noticias hablan de Bolivia, voy inmediatamente a escuchar. Ocurre también que en el equipo de profesionales bolivianos que trabajaron conmigo tengo ahora grandes amigos, gente muy querida; Bolivia no es más un país extraño. Además, me pongo a recomendarle a todo el mundo: ‘Vete a Bolivia, que es un país por descubrir’
— Viaja mañana (2 de marzo) para un nuevo rodaje. ¿De qué se trata este proyecto?
— Es la historia de una maestra inspirada en una mujer que en los 90 estuvo en Nepal, que se implicó en hacer una especie de escuela para los niños menos favorecidos. Bueno, reflejo los primeros años de su intento por levantar ese proyecto.
— Su cine antes de ‘También la lluvia’ ha sido femenino, ¿vuelve a ello?
— Sí. Como me dijo una amiga, ésta es de las mías pero en Nepal (risas).
— ¿Por qué hace cine?
— Entré un poco por casualidad en la actuación y en seguida vi que el proceso de contar las historias es muy creativo. El cine es un instrumento maravilloso para contar, emocionar, hacer reír, llevarte a otras realidades. Me parece una de las formas más completas de narrar.
— ¿Ve mucho cine?
— Tengo tres hijos pequeñitos y ahora me cuesta mucho salir de casa por la noche; veo lo que puedo, pero menos de lo que quisiera.
— ¿Y en la televisión?
— Con mis hijos he descubierto otro cine. Me veo todo lo de animación. Me puedes preguntar por los estrenos infantiles y te los digo.Pero no los de mayores.
— ¿Y qué ha descubierto?
— Es un poco desolador a veces. Se repiten muchos esquemas y aburre ver siempre al chico listo y la chica tonta. Esto me da un poquito de rabia. Me gustaría que hubiera ya otros roles representativos de esta sociedad que ha cambiado mucho. Los hombres y mujeres estamos mucho más igualados; pero el cine en esto va un poco por detrás.
— ¿Qué es para usted un actor?
— Uyyy, un valiente, que se pone delante de la cámara muy desnudo para trabajar con sus emociones y su físico. Es un poco solitario, porque si bien está con otros actores, tiene que concentrarse, prepararse Tengo mucho respeto porque este trabajo es muy difícil.
— Usted misma es actriz
— Cada vez que lo hago me acuerdo de lo difícil que es.
— Y ¿qué es el director?
— Alguien que tiene poner muchas creatividades juntas. Tiene que tener las cosas muy claras sobre hacia dónde va y hacer sentir al equipo que la película no es sólo suya. que es de todos.
— ¿Qué futuro le ve al cine?
— El futuro del cine está en internet, entre otras cosas, pero esto tiene que estar regulado para que el espectador pueda ver en internet con buena calidad, una página legal y por un módico precio, de manera que ese dinero repercuta en el productor y éste pueda invertir en otra película. La idea de que el cine es gratis es de locos. Si pagas por el ordenador, por internet, ¿por que no pagas por la película que cuesta tanto hacerla? Si a mí me regalan las patatas en el mercado, pues regalo mi trabajo.
Tiene que haber una regulación que no coarte la libertad de nadie y que permita a los directores seguir trabajando.
— Sigue en pantallas de Francia y España, lo que es muy bueno. Además, la película acaba de estrenarse en EEUU; es un estreno modesto pero importante, pues son 20 copias que van de una ciudad a otra, con buenos comentarios. Estamos muy contentos.
— ¿Qué ideas de colonización la que se pone en cuestión?
— Hay una especie de paralelismo entre el pasado y el presente. Un equipo de cine español se traslada a trabajar en Cochabamba y allí se pone a contar la historia de la conquista. Mientras está haciéndolo estalla el conflicto del año 2000, conocido como la Guerra del Agua. Entonces se establece ese paralelismo entre quienes resistieron antes y los que resistieron ahora; entre el oro de ayer y el agua que es el oro de este siglo. Hay como un juego de espejos.
— ¿Qué reflejo tiene en el presente, según se ve en el filme?
— Hay una especie de acuerdo entre instituciones como el Banco Mundial y el FMI en que la manera de salir de la crisis y de entrar en el desarrollo es a través de las privatizaciones, cuando en la realidad es la población, sobre todo la de escasos recursos, la que paga más caro. Lo que se cuestiona en la película es si se puede sacar beneficios para la gente que vive junto a su piscina en Nueva York a costa de los pozos de agua de donde beben los niños de Cochabamba. Es una buena pregunta, creo yo. Puesto que no se puede vivir sin agua, ésta es un derecho humano sobre el que, pienso, no debería especularse.
— La película plantea también la actitud colonialista como algo personal, individual.
— Por eso el guión (Ken Loach) me pareció brillante, pues tiene muchos niveles y lecturas. Por ejemplo, el personaje del director es el de un cineasta con buenas intenciones de hacer una película de denuncia sobre la conquista, pero que no duda en explotar a los extras. No hay buenos y malos, la película es crítica con muchas cosas: con las multinacionales y también con estos cineastas.
— ¿Sabía que su película tiene un cierto parecido, por ese paralelismo que intenta entre pasado y presente, entre cine y realidad, con otra que hizo un director boliviano...?
— Jorge Sanjinés, sí, me lo han dicho (Para recibir el canto de los pájaros, 1995). He intentado por todos los medios verla. Mientras estuve en Bolivia le pedí al equipo una copia, pero me dijeron que no es posible conseguirla.
— El público que ha visto en Europa aplaude ‘También la lluvia’; pero ¿no le da un poquito de miedo cómo la recibirá Bolivia?
- ¿Qué expectativas tiene?
- Mucha expectativa, ojalá pudiera estar ahí para vivirlo yo misma. Hombre, cuando cuentas las historias de otra gente y del pasado reciente, tienes mucha responsabilidad, pues la que se vea retratada te puede decir ‘no, esto no era así’. Abrigo la esperanza de que la sientan suya, que se sientan identificados, que son ellos. Quizás es lo que más me importa. El público aquí la está recibiendo muy bien; pero si aquellos de los que habla no se identifican, pues es un poco un desastre. Bolivianos que la vieron (en España) se han conmovido, la embajadora no podía ni hablar. Y Juan Carlos Aduviri me dijo una cosa preciosa: que pocas veces ha visto que no se recurra al estereotipo, que se ve a sí mismo y a su gente. Esto me llenó de orgullo. Claro que él es parte implicada (se ríe).
— Preséntenos a sus actores. El mexicano:
— Gael García Bernal hace el papel de director de cine. Él tiene una presencia muy dulce, muy amable, pero un interior duro y fuerte, y eso necesitábamos para el personaje. Es alguien que tiene la sensibilidad de contar una historia diferente de la Conquista y al final lo único que le interesa es su película y no lo que está pasando a su alrededor.
— El español:
— Luis Tosar, el productor de cine, llega con una actitud prepotente y a veces un poco racista en sus comentarios, y se encuentra con Juan Carlos. Es un encuentro con el otro, lo que le permite seguir un viaje inverso al que hace Gael.
— El boliviano:
— Juan Carlos Aduviri está fabuloso. Se ganó el premio de actuación en Francia y no me extraña, la gente se impresiona con su presencia, su mirada, su dignidad. Él no cambia pese a que encarna a dos personajes: es el líder indígena que se rebeló contra los españoles y es un líder en la Guerra del Agua. Hace un trabajo inmenso, habla quechua, pobrecito, pese a que es aymara; espero que le perdonen los quechuas (se ríe), seguro que no está perfecto, pero hizo el esfuerzo.
— ¿Cuánto tiempo estuvo usted en Bolivia?
— Cuatro meses. Llegué por Santa Cruz, fui a Cochabamba y tuvimos dos semanas de rodaje en Villa Tunari, donde se supone que es la selva del siglo XV. En La Paz estuve en un par de viajes breves para el casting. Ojalá hubiera podido ver más de Bolivia, me quedé con ganas.
— ¿Qué imagen tenía del país antes de venir?
— Casi nada. Una cosa que vi es el desconocimiento de Bolivia en España. Luego descubres un país con una gran riqueza cultural, variedad de paisajes y de gentes. Fue una gratísima sorpresa.
— ¿Le pasa, ahora que la conoce, que esta realidad no le es más indiferente?
— Si en las noticias hablan de Bolivia, voy inmediatamente a escuchar. Ocurre también que en el equipo de profesionales bolivianos que trabajaron conmigo tengo ahora grandes amigos, gente muy querida; Bolivia no es más un país extraño. Además, me pongo a recomendarle a todo el mundo: ‘Vete a Bolivia, que es un país por descubrir’
— Viaja mañana (2 de marzo) para un nuevo rodaje. ¿De qué se trata este proyecto?
— Es la historia de una maestra inspirada en una mujer que en los 90 estuvo en Nepal, que se implicó en hacer una especie de escuela para los niños menos favorecidos. Bueno, reflejo los primeros años de su intento por levantar ese proyecto.
— Su cine antes de ‘También la lluvia’ ha sido femenino, ¿vuelve a ello?
— Sí. Como me dijo una amiga, ésta es de las mías pero en Nepal (risas).
— ¿Por qué hace cine?
— Entré un poco por casualidad en la actuación y en seguida vi que el proceso de contar las historias es muy creativo. El cine es un instrumento maravilloso para contar, emocionar, hacer reír, llevarte a otras realidades. Me parece una de las formas más completas de narrar.
— ¿Ve mucho cine?
— Tengo tres hijos pequeñitos y ahora me cuesta mucho salir de casa por la noche; veo lo que puedo, pero menos de lo que quisiera.
— ¿Y en la televisión?
— Con mis hijos he descubierto otro cine. Me veo todo lo de animación. Me puedes preguntar por los estrenos infantiles y te los digo.Pero no los de mayores.
— ¿Y qué ha descubierto?
— Es un poco desolador a veces. Se repiten muchos esquemas y aburre ver siempre al chico listo y la chica tonta. Esto me da un poquito de rabia. Me gustaría que hubiera ya otros roles representativos de esta sociedad que ha cambiado mucho. Los hombres y mujeres estamos mucho más igualados; pero el cine en esto va un poco por detrás.
— ¿Qué es para usted un actor?
— Uyyy, un valiente, que se pone delante de la cámara muy desnudo para trabajar con sus emociones y su físico. Es un poco solitario, porque si bien está con otros actores, tiene que concentrarse, prepararse Tengo mucho respeto porque este trabajo es muy difícil.
— Usted misma es actriz
— Cada vez que lo hago me acuerdo de lo difícil que es.
— Y ¿qué es el director?
— Alguien que tiene poner muchas creatividades juntas. Tiene que tener las cosas muy claras sobre hacia dónde va y hacer sentir al equipo que la película no es sólo suya. que es de todos.
— ¿Qué futuro le ve al cine?
— El futuro del cine está en internet, entre otras cosas, pero esto tiene que estar regulado para que el espectador pueda ver en internet con buena calidad, una página legal y por un módico precio, de manera que ese dinero repercuta en el productor y éste pueda invertir en otra película. La idea de que el cine es gratis es de locos. Si pagas por el ordenador, por internet, ¿por que no pagas por la película que cuesta tanto hacerla? Si a mí me regalan las patatas en el mercado, pues regalo mi trabajo.
Tiene que haber una regulación que no coarte la libertad de nadie y que permita a los directores seguir trabajando.
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