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miércoles, 4 de diciembre de 2013

Versión más fiel a la obra de Stephen King

Carrie narra las vicisitudes de una tímida adolescente que sufre la convivencia con una madre fanática religiosa, y también el acoso de sus compañeras de clase. Con su primera menstruación, sin embargo, la chica descubre poco a poco unos extraños poderes… Una broma fatal en la fiesta de graduación, que proporciona la imagen que todos conocemos, desata el fatal desenlace.

HISTORIA QUE COMBINA MUCHOS SUBGÉNEROS


No hay grandes reparos para hacerle a esta “nueva” Carrie. Kimberly Peirce es una directora competente que -como ya lo había demostrado en Los muchachos no lloran- tiene una particular sensibilidad para retratar los miedos y contradicciones del universo juvenil femenino; el guión recicla y actualiza algunos aspectos (el bullying escolar, la mayor presencia de la tecnología), pero no arruina la potencia original de la novela de Stephen King, y las tres actrices principales (la ascendente Chloë Grace Moretz en el papel protagónico, la gran Julianne Moore como la atribulada madre y Judy Greer como la sensible profesora de gimnasia) aportan solidez y convicción en pantalla.

Sin embargo, y a pesar de que todo en el filme funciona razonablemente bien, la sensación que deja esta Carrie modelo 2013 es bastante menos gratificante que la de la ya mítica transposición que en 1976 filmara Brian DePalma con Sissy Spacek y Piper Laurie. Y no es sólo porque ver otra vez la misma historia ya no produce el mismo efecto, sino porque esta vez los climas no resultan tan perturbadores y la puesta luce más calculada y, por lo tanto, un poco menos fluida.

Carrie, que no sólo surgió de la literatura, sino que también tuvo otras derivaciones en el cine, en la TV y hasta en un musical de Broadway, es una historia que combina a la perfección el subgénero de estudiantes secundarios a punto de egresar (con el despertar sexual y la intolerancia hacia el distinto) con el thriller psicológico (fuerte presencia de la telekinesis) y con algunos elementos propios del terror gótico y religioso (encarnado en el fanatismo enfermizo de la madre de la protagonista).

Peirce y sus guionistas manejan con solvencia ambos terrenos (la tortuosa, posesiva relación familiar y el agresivo entramado social) y le agregan elementos que sintonizan con estos tiempos (la humillación que Carrie sufre en la secundaria, por ejemplo, ahora está amplificada por los videos que le toman en el vestuario y su posterior exposición en Internet), pero el conflicto central sigue siendo básicamente el mismo.

No es la primera vez (ni será la última) que el cine de terror regresa sobre sus pasos para hacer nuevas versiones de sus mejores exponentes. No parece, en principio, una decisión demasiado audaz, sobre todo dentro de un género que ha regalado en los últimos tiempos más de una sorpresa a cargo de jóvenes directores con nuevas búsquedas y apuestas por el riesgo.

SOBRE LAS ADAPTACIONES

Carrie, extraño presentimiento, dirigida por Brian de Palma y protagonizada por una juvenil y categórica Sissy Spacek, tuvo un estupendo guión a cargo de Lawrence D. Cohen, quien capturó los mejores momentos de la obra de King. Tanto Spacek como Piper Laurie, quien interpretó a la enajenada madre, resultaron nominadas al Premio Oscar, amén de varios galardones en certámenes del cine de fantasía y horror.

De hecho, Carrie y El resplandor, se consideran los mejores logros fílmicos de la literatura de Stephen King, reconocido artesano de su género. Luego del tremendo fiasco de un primer remake (Carrie, la ira, en 1999), el autor había pedido que por favor dejaran quieta a su obra, porque era complicado superar la de 1976. Por supuesto ya confesó haber cambiado de idea, al visionar la excitante nueva versión dirigida por Kimberley Pierce, hasta ahora conocida por Los chicos no lloran, impactante película que le otorgó un merecido Oscar a Hillary Swank.

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