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jueves, 26 de diciembre de 2013

Explorando territorio desconocido


Narrativamente, esta segunda entrega de El Hobbit, cubre la parte central del libro y contiene el principal clímax (la recuperación del tesoro y la muerte del dragón), dejando el camino expedito para un épico desenlace (La batalla de los Cinco Ejércitos), esencia de la tercera y última película (El Hobbit: partida y regreso). En esta continuación, el personaje del dragón cobra especial protagonismo y junto a él desfilan nuevos personajes -el rey elfo Thranduil (Lee Pace), Beorn, el hombre-oso (Mikael Persbrandt), Bardo, el arquero de la Ciudad del Lago (Luke Evans)-. También reaparece Legolas (Orlando Bloom) -en el papel estelar- acompañado de la elfa Tauriel (Evangeline Lilly), único personaje femenino de carácter guerrero (al estilo de Éowyn o de Arwen del Vado de Bruinen) y excusa para otra trama romántica (a falta de Aragorn).

HACIA LO SALVAJE

La trilogía de El Hobbit fue filmada en un periodo inicial de 266 días de producción, después el equipo y el elenco se reunirían para aumentar la filmación de El Hobbit: La desolación de Smaug. La producción ocuparía todos las tres mil hectáreas, incluyendo seis foros, de Stone Street Studios, las instalaciones de producción en Miramar, Nueva Zelanda. El elenco y el equipo también estuvieron en ambas islas de Nueva Zelanda para darle vida a los impresionantes paisajes por los que viaja la Compañía dirigiéndose finalmente hacia Erebor.

“En esta película, nos movemos a un nuevo territorio de la Tierra Media que, como cineastas, no habíamos explorado antes”, Jackson comenta. “Estamos entrando a una aventura que nos lleva a territorios inexplorados, retratando mundos con los que no hemos tratado en el pasado”.

La dedicación de Jackson y su equipo para dar tanto detalle, unidad y realismo a la Tierra Media como fuera posible está presente en cada aspecto de la enorme producción, desde los diseños iniciales hasta la mezcla final. Este mandado requería armonía total entre cada departamento creativo, con diseños que evolucionaron en círculos cada vez mayores de refinamiento en una cadena de eventos que tomaría meses, incluso años, realizar”.

Como con la trilogía de El Señor de los Anillos, uno de los puntos de inicio más tempranos es el trabajo de diseño conceptual de los renombrados ilustradores de Tolkien, John Howe y Alan Lee, quienes fueron fundamentales en la formación de los muchos personajes y la columna vertebral de los paisajes de la película.

“Peter es muy interesante en el sentido de que describe lo que ve de forma similar a como lo hace Tolkien en el libro”, anota Howe. “No nos dice cómo se tienen que ver las cosas; nos dice qué emociones quiere sentir cuando las ve. Nos dice que quiere que algo se vea tenebroso y temible o encantador y acogedor. Estamos recibiendo su respuesta como espectador, más que notas de diseño increíblemente precisas, lo que es muy emocionante, porque significa que podemos incluir lo que sentimos. Es un proceso muy divertido para todos nosotros”.

Trabajando con una amplia coalición de mentes creativas, Hennah y su equipo crearon una miniatura virtual de la Tierra Media en la forma de 94 maquetas para toda la trilogía, construidos en múltiplos de escalas 1:16 o 1:25. Hennah después supervisó la construcción de sets de tamaño real que le darían realismo y detalle exquisito a cada fase del viaje de la Compañía, desde las texturas naturales de la casa de Beorn hasta las capas endebles y disparejas de la Ciudad del Lago, hasta la montaña de oro en la profundidad de Erebor.

El departamento de arte reclutó un gran número de técnicos, artistas y artesanos locales de todo Nueva Zelanda para garantizar la autenticidad en cada nivel de fabricación, incluyendo escultores, ingenieros, alfareros, maquetistas, tejedores, fabricadores de cortinas, herreros, forjadores de cuchillos, fabricantes de redes, constructores de barcos, diseñadores de mobiliario, herreros en bronce, un fabricante de luces LED, estilistas de comida, joyeros y diseñadores de caligrafía.

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