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lunes, 9 de diciembre de 2013

Las escenas de sexo se quedan fuera de las salas de EEUU

Cada vez que en Hollywood se menciona a la Motion Picture Association of America (MPAA) o Asociación Cinematográfica de Estados Unidos casi nunca suele ser en tono favorable, se lee en el diario El País.
Esto se debe a que la organización, fundada en 1922 para defender los intereses de los ocho grandes estudios de Hollywood como el Paramount Pictures, la 20th Century Fox, Universal Studios, Warner Bros y Columbia Pictures, entre otros, se encarga de establecer la calificación de edades para los filmes que se estrenan en EEUU con unos criterios que, en el mejor de los casos, parecen conservadores y reaccionarios, ante todo en cuestiones sexuales.
"Algo con lo que no habría mayor problema que la opinión de unos empresarios pacatos (timoratos), si no fuera porque sus decisiones tienen un efecto real y censor en el cine que se estrena y produce en Hollywood, como han demostrado una vez más noticias recientes”, informó el rotativo español.

Por un lado, Martin Scorsese ha tenido que recortar escenas de sexo de El lobo de Wall Street, su nueva película, debido a que la MPAA amenazaba con otorgarle una clasificación NC-17 si no lo hacía.
En el mismo sentido, el debut de Fredrik Bond, Charlie Countryman, protagonizado por Shia LaBeouf y Evan Rachel Wood, también ha pasado por las tijeras genitales por el mismo motivo: evitar la temida NC-17 (no permitida para menores de 17 años) y conseguir una R (los menores de 17 años deben ir acompañados por un adulto). ¿Tan importante es esa diferencia? En EE UU, sí.

¿Quién teme a la NC-17?

Básicamente, todo el mundo. Al menos todos aquellos que desean estrenar su película en cadenas de cines por todo el país y, por lo tanto, llegar a mucho más público potencial en vez de que quede relegada a las salas de pornografía y cine X. O alguna que otra sala de arte y ensayo, locales muy localizados en grandes ciudades como Nueva York, Los Ángeles o San Francisco.
"Pero la mayoría de las cadenas de cine con salas y complejos de multipantallas repartidos por cada rincón del país (con AMC y Regal a la cabeza) consideran que una película NC-17 es impropia y está fuera de lugar en sus locales de entretenimiento para toda la familia”, se lee en diario El País.
Además, muchos periódicos también se niegan a publicar anuncios de películas con tal estigma. De ahí que una calificación R abra muchísimas más puertas (y ojos). Tanto si se trata de una película de 100 millones de dólares financiada por un gran estudio, protagonizada por Leonardo DiCaprio y con potencial para el Oscar por los cuatro costados o de una producción más modesta presentada en Sundance, los productores y distribuidores de los filmes no van a perder la oportunidad de recuperar su inversión. Aunque eso implique (auto)censurar parte del metraje: cada año hay ejemplos a montones.

En la mayoría de las ocasiones, la cosa se resuelve con tijeretazos que luego puede enmendarse o no en ediciones domésticas (lo cual también ha terminado convirtiéndose en otro tipo de negocio).
Claro que, depende de quién se trate y de las ganas de pelear que tenga. Darren Aronofsky se negó a suavizar Réquiem por un sueño y la distribuidora, Artisan Entertainment, lo apoyó estrenando la película sin calificar.
Sólo unos años antes, Wes Craven tuvo que pasar por un suplicio de edición para rebajarle la calificación a Scream.

A veces la cosa puede acabar en los tribunales, como ocurrió con Blue Valentine, el debut de Derek Cianfrance con Ryan Gosling y Michelle Williams, que fue calificada NC-17 y los Weinstein consiguieron judicialmente que la MPAA diera su brazo a torcer y otorgara una R al mismo montaje cinematográfico.

Últimas polémicas
Contenidos Según los críticos "desde que la MPAA empezase a velar por el ‘contenido moral’ de las películas estadounidenses, es fácil apreciar que la violencia nunca ha resultado tan problemática como el sexo”, se lee en el diario El País.
Censura La MPAA "ahora incluso afina hasta determinadas prácticas sexuales como sucedió en el caso de la película Blue Valentine, de Derek Cianfrance, en la que había una descarnada radiografía sobre el auge y declive de una pareja heterosexual (y muy bien parecida, por cierto). La cinta, protagonizada por Ryan Gosling y Michelle Williams, tenía una escena conflictiva en la que el actor le practicaba un cunnilingus a su compañera. Similar situación sucedió con la película Charlie Countryman, dirigida por Fredrik Bond.

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