La muerte de Paul Walker el pasado domingo, en accidente de tráfico, ha supuesto un shock para su familia, para la industria del cine y para sus fans.
Indirectamente, ha motivado que Universal, productora de la película “Fast and Furious”, suspenda el rodaje de la séptima entrega, que estaba en marcha, para estudiar la mejor forma de reconducir la trama, de forma coherente y, al mismo tiempo, respetuosa con la memoria de Walker.
Por desgracia, no es la primera vez que un intérprete pierde la vida sin poder concluir su participación en un filme.
Bien conocido es el caso de Marilyn Monroe, cuya famosa y controvertida muerte dejó inconclusa la película “Something´s got to give”, que rodaba con George Cukor. Una sobredosis terminó con su vida.
También está el rodaje de Heath Ledger de “El imaginario del Dr. Parnassus”. La solución que adoptó el director, Terry Gilliam, fue completar la cinta con Johnny Depp, Jude Law y Collin Farrell interpretando distintas versiones del personaje de Ledger.
La familia Lee también quedó marcada por fallecimientos repentinos. Bruce Lee no pudo concluir “Game of death”, pero más sonada, por las circunstancias que la envolvieron, fue la muerte de su hijo Brandon: un arma disparada de forma accidental en el set de “El cuervo” segó su vida cuando apenas se iniciaba en el mundo del cine. El director, Alex Proyas, recurrió a dobles y efectos especiales para generar la ilusión de que Brandon Lee había completado todas las escenas.
Retrocediendo aún más en el tiempo encontramos los ejemplos de Natalie Wood (Brainstorm), Bela Lugosi (Plan 9 from Outer Space) y John Candy (él pudo terminar sus escenas para Wagons East justo antes de morir).
Asimismo River Phoenix, cuya muerte fue especialmente llorada, dada su juventud, dejó a medias su papel en “Dark Blood”. El veterano Oliver Reed falleció mientras rodaba “Gladiator”.
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