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domingo, 22 de junio de 2014

Isaac León Frías ‘Lo social está en los filmes’



— ¿Cómo surge la oportunidad de que dicte un taller de crítica de cine en Bolivia?

— He recibido una invitación del Bolivia Lab, a través de Marcelo Cordero (distribuidora Yaneramai), que veo que es uno de los grandes animadores del cine y audiovisual de La Paz. También la visita coincide con la presentación de mi libro llamado Tierras bravas —recopilación de textos de cine latinoamericano desde los años 60—. Marcelo estaba interesado en que el trabajo se presente en La Paz y así será.

— Usted es un testigo de la evolución del cine latinoamericano, ¿qué cambios hay desde los años 60 hasta ahora en Bolivia?

— En los años 60 surge una conciencia social en América Latina que antes no existía, en la misma Bolivia ya se habían adelantado con la obra de Jorge Ruiz, un cine social. Surgen movimientos nuevos, restauradores, en el contexto político de América Latina, con gobiernos muy inestables y radicalización política de la izquierda. Es un periodo muy intenso y rico, pero no logra consolidarse, salvo de forma parcial en algunos países como Bolivia, con las películas de Jorge Sanjinés. Pero en otras partes llega con mucha dificultad a las pantallas y no logra tener la aceptación del público de tal manera que no se asienta en la conciencia de los espectadores. Luego viene un reflujo de lo conservador y represivo por las dictaduras militares de los 70. El cine pierde entre los 60 y 80 con algunas excepciones de películas que tienen repercusión como Fresa y chocolate, La tregua, Estación central, Agua para chocolate... A partir de 1995 e inicios del siglo XXI, las cosas han cambiado por la renovación tecnológica y el acceso a cámaras digitales que ha facilitado que la producción se multiplique, lo que era uno de los escollos para América Latina, como en Perú y Bolivia, que no tienen una tradición industrial.

— ¿Hay un común denominador en el cine latino actual?

— El cine de ahora ha reducido el nivel de politización. En los 60 se pensaba que el cine podría ser un arma para la revolución. Cada vez hay menos realizadores que le dan esa función, sin embargo, la inquietud social está presente en muchas cintas. El cine actual es como una expresión individual, tanto de la ficción como el documental. Las películas son casi diarios personales y la tecnología lo permite. Filmes que son el recuento del propio director y de su manera de ver el mundo. En esa línea, hay un común denominador en la producción latinoamericana. La cercanía entre la ficción y el documental está casi borrada. Cuando uno ve una película como las de Juan Carlos Valdivia, siente eso. La personalidad del director está presente sin que esto excluya un interés social o antropológico como el caso de Valdivia. Al contrario de Sanjinés, la visión del pueblo ya no se sostiene ahora, nadie pretende ser la voz del pueblo, sino se ve la mirada de un director, aunque éste puede estar comprometido con lo social.

— ¿Ésta será su primera visita a Bolivia?

— He estado en Bolivia, pero, tengo que decirlo con un poco de vergüenza, una sola vez, siendo un país tan cercano. Tengo en Bolivia amigos muy queridos y cercanos. Estuve hace 20 años, en 1994, viajé por razones de turismo, fui con mi esposa y visitamos Santa Cruz, Cochabamba y La Paz. En aquella visita pude ver a amigos como Pedro Susz, Norma Merlo y Antonio Eguino.

— Entonces, ¿será un reencuentro con Bolivia?

— Hace muchísimo que quería volver a La Paz, 20 años es muchísimo. Sé que las condiciones del país han cambiado por el gobierno de Evo Morales y La Paz está diferente. Por una serie de razones amistosas, sentimentales y políticas tengo mucho interés en Bolivia.

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