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martes, 30 de junio de 2015

91 personas que participaron en rodaje en un desierto de pruebas nucleares murieron con cáncer

En 1954, Oscar Millard terminaba de escribir el guión de «El conquistador de Mongolia» sin imaginarse que, en los años siguientes al estreno de la película, iban a morir nada menos que 91 personas implicadas en el rodaje de la megaproducción de Hollywood, por causas que algunos estudios achacaron a las localizaciones elegidas para el rodaje: tres parques nacionales del desierto de Escalante (Zion, Bryce Canyon y en Snow Canyon), muy cerca del campo de pruebas en el que el ejército estadounidense probaba su armamento nuclear.

Todo comenzó cuando Millard, que no era uno de los grandes guionistas de Hollywood en aquella época, pensó que una gran película épica como aquella podría ayudarle a dar el salto en la meca del cine, sin saber lo que se le venía encima. Tras ser rechazado por RKO a causa de su desorbitado presupuesto, fue aceptado por Howard Hughes, que invirtió seis millones de dólares, convirtiéndola en una de los filmes más caros de la historia. El excéntrico millonario y aviador ya había producido otras películas como «Scarface» o «Las fronteras del crimen», así que también se sentó atraído por este proyecto.

Dick Powell fue su director, que contó como protagonista a John Wayne, después de que Marlon Brando lo rechazase, en una decisión que, muy probablemente, le salvó la vida. Wayne fue quien dio vida a Genghis Khan, atraído, como era su costumbre, por largometrajes de gran envergadura como aquél, que requirió trajes de época de una confección exquisita, miles de extras para recrear las batallas y lo que a la larga fue las sentencia de muerte de las 91 víctimas: varios meses de rodaje en aquel desierto de Utah.

Después de que, el 16 de julio de 1945, Trinity, la primera explosión nuclear de la historia, se llevara a cabo en el desierto de Nuevo México, la gran mayoría de pruebas nucleares se realizaron en el «Nevada Test Site», en las llanuras de Yucca, a 200 kilómetros de St. George, la localidad en la que se alojó el equipo de rodaje de «El conquistador de Mongolia». En aquel momento no se conocían los efectos de la radiación sobre los seres humanos y se tomaban pocas precauciones al respecto. Era habitual que las pruebas tuvieran público o que las tropas maniobraran bajo el hongo nuclear. En los cuatro años anteriores al inicio del rodaje, 31 explosiones nucleares se produjeron en la zona, sumando 468 kilotones. La última prueba, un año antes, el 4 de junio de 1953. Los vientos de altitud en esa zona son fuertes y predominantemente en dirección este, por lo que la nube radioactiva fue arrastrada más allá de la frontera con Utah para dar lugar a fuertes lluvias radioactivas en el desierto de Escalante, donde fue rodó la película y desde donde se transportó arena a los sets en Hollywood.



El polvo radioactivo

Todo el equipo sabía de las pruebas nucleares (hay fotografías de Wayne con un contador geiger en la mano), pero la relación entre la exposición al polvo radioactivo y el cáncer no estaba todavía bien estudiada. Pero el caso es que, según parece, los miembros del equipo afirmaban que las arenas brillaban por la noche con un resplandor rojizo. Y para rematar el desastre, los montadores Robert Ford y Kennie Marstella pidieron una serie de tomas extras para poder finalizar el montaje, pero era demasiado caro volver al desierto, por lo que hasta 60 toneladas de aquella tierra fueron trasportadas desde las localizaciones originales hasta los estudios en California para reconstruir los escenarios en plató.

La intención inicial de Hughes y Powell era rodar en los paisajes en los se ubicaban los hechos de la historia de la película, en Mongolia, pero, en plena Guerra Fría, con la Guerra de Corea todavía reciente, eran parajes prohibidos para los americanos. Eso provocó que el rodaje se trasladara al lugar más parecido dentro de Estados Unidos: a las tierras áridas de Utah. «Su trama, imaginaria, tejida alrededor de la figura de Gengis Khan, se desarrolla en agrestes escenarios y en un clima de violencia, injertándose en la fábula bélica un conflicto amoroso», contaba ABC dos años después su estreno, producido el 22 de febrero de 1956.

A pesar de que la película fue masacrada por la crítica, que las secuencias de acción estaban rodadas mediocremente y que se convirtió en un fiasco en taquilla tras su estreno, lo peor vino después. Aquel mismo año, el compositor de la banda sonora, Victor Young, murió a causa de un tumor cerebral. A lo largo de 1963, el director Dick Powell falleció a causa de un linfoma y el actor Pedro Armendáriz se suicidó de un disparo tras averiguar que sufría un cáncer de riñón terminal. En 1974, Agnes Moorehead perdía la vida por un cáncer de pulmón. En 1975, la protagonista, Susan Hayward, tenía el mismo final por un tumor cerebral. En junio de 1979, víctima de un cáncer de estómago que se extendió al hígado y el páncreas, John Wayne. En 1991, John Hoyt, por un carcinoma de pulmón.



Según "People", 150 muertos

Así, hasta 91 de las personas, de las 220 que participaron en el rodaje en el desierto, contrajeron cáncer y murieron durante los siguientes 30 años, 46 antes de 1980. Según la revista «People» la cifra asciende a 150. En un principio, la Casa Blanca negó que las muertes de estuviesen relacionadas con la absorción de partículas radiactivas procedentes de las bombas nucleares. Sin embargo, una de las primeras obras serias que defendió con pruebas la teoría de las pruebas nucleares fue «El Salón de la vergüenza de Hollywood», de Harry y Michael Medved. Desde aquel estudio, todos se dedicaron a investigar las muertes alrededor de la película, incluida la de John Wayne, hasta el punto de que, en la actualidad, nadie duda de la influencia de las pruebas de Yucca sobre la salud del equipo del rodaje de «El conquistador de Mongolia», en particular, y la población de Utah, en general.

Otras pruebas aseguran que, treinta años después, la mitad de la población de la ciudad de St. George había contraído cáncer. Las tasas de incidencia de leucemia entre los niños nacidos desde 1951 hasta 1958 son 40 por ciento superiores a los de los bebés nacidos en el mismo estado antes o después de ese período.

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