"En el infierno del Chaco" y "La Guerra del Chaco 1932-1935", si bien no son las únicas producciones realizadas sobre esta contienda bélica, lo cierto es que, por su fecha de estreno, estas películas reflejan el principio y el final del enfrentamiento entre Bolivia y Paraguay.
"En el infierno del Chaco", dirigida por el realizador argentino Roque Funes, camarógrafo contratado por el gobierno de Paraguay para dar testimonio de lo que sucedía en la zona de conflicto, fue estrenada el 21 de diciembre de 1932 en Buenos Aires. Con intenciones propagandísticas y respondiendo a una solicitud de interés nacional este filme presenta a los bolivianos como los grandes agresores, el Ejército invasor, una poderosa potencia armamentística la cual puede ser vencida sólo con el coraje del valeroso soldado de Paraguay. La cinta dirigida por Funes pertenece al cine silente, y los intertítulos construyen el discurso de "defensa de la patria" a la que llama el propio presidente Eusebio Ayala. Con indudable valor histórico este documental no sólo se detiene en el Paraguay, sino que además incorpora imágenes de ciudades bolivianas como: La Paz, Potosí, Santa Cruz y San José de Chuiquitos. Quedan también registradas escenas en las que figuran comandantes del alto mando militar paraguayo como José Félix Estigarribia. Es en síntesis una importante película para la memoria de América Latina.
"La Guerra del Chaco 1932-1935" de Luis Bazoberry fue estrenada en La Paz el año 1936, luego de concluida la contienda bélica, es un testimonio del final de la campaña. Es también un homenaje del propio realizador a los héroes anónimos, a quienes dieron su vida por el país y que pocas veces son mencionados en las listas de ilustres patricios. Bazoberry presenta su propia película explicando el contenido y brindando una advertencia al espectador, estas imágenes han sido tomadas en el campo de batalla, su calidad técnica puede no ser la ideal. Sin embargo, el resultado es extraordinario, la película presenta desde la línea de fuego hasta la retaguardia y explica las dificultades de nuestro Ejército para su movilización hasta la zona de guerra. Bazoberry en su condición de aerofotogametrista puede hacer tomas aéreas, desde las naves de la Aviación Boliviana, que brindan una mirada absolutamente revolucionaria sobre el territorio donde se desarrollaron las acciones. Si los bolivianos no imaginaban lo que era el Chaco como un espacio físico, ver el territorio en el filme desde un avión podría haber sido definitivamente una sorpresa inimaginable, sin embargo la poca repercusión que alcanzó el filme luego de su estreno, también como una consecuencia del aire de derrota que existía en el país luego de la Guerra hicieron que el filme pasara a ser un recuerdo, una anécdota agridulce de nuestra cinematografía, a pesar de haber sido la primera película sonora del cine boliviano.
La gran diferencia entre estos documentales es el origen de ambos. La película de Funes es el encargo de un gobierno nacional, en cambio La Guerra del Chaco de Bazoberry es más bien una producción de entrega absoluta, un esfuerzo independiente por contar la historia que él había visto como testigo de una realidad. Esta diferencia fundamental es la que brinda al material del cineasta cochabambino un sentido que no sólo coincide con un discurso oficial sino que propone una lectura desde los verdaderos protagonistas de la Guerra, aquellos soldados que recibían (o no) el rancho, de quienes cruzaron el Pilcomayo en una Chalana, de quienes sufrieron la hostilidad del clima, en contraposición al alto mando militar que viajaba en avión y sonreía ante las cámaras.
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