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viernes, 6 de marzo de 2015

Pocho Álvarez, cineasta y realizador ecuatoriano “Destaco de Bolivia su propuesta del cine comunitario e indígena”

"Me encantaría conocer a Evo Morales, pero después, cuando no sea Presidente”, dice sonriente el cineasta ecuatoriano Pocho Álvarez, quien llegó ayer a La Paz para presentar sus filmes en la Semana de Cine del Ecuador.
Sencillo, Álvarez contó que al arribar al aeropuerto de El Alto se quedó sin palabras al contemplar el crecimiento de esa urbe. "Hace más de una década filmé en Bolivia junto a un equipo alemán. Era en Tarabuco (Sucre) y era un filme sobre las madres adolescentes en algunos países de América Latina. Regresar a Bolivia fue una verdadera sorpresa. Me impresionó ver la cantidad de casas”, comentó.
¿Qué significa para usted regresar a Bolivia y presentar sus películas?
Es muy significativo regresar a Bolivia porque ratifica un encuentro con una memoria que se ha ido forjando entre ambos países gracias a Jorge Sanjinés y Jorge Ruiz, quienes filmaron en Ecuador. Tenemos una amistad desde hace mucho tiempo con estos cineastas, quienes trabajaron en los años 60 y 70 con varios de nuestros cineastas. Por eso, pienso que regresar a Bolivia es una forma de recordar un lazo permanente de amistad que ha existido a través de las cámaras.
En varias entrevistas usted afirma que el rol del cine es mostrar lo que el poder oculta. ¿Mantiene esa postura?
Creo que ése es el sentido del arte: develar, develar no sólo ese universo interno del artista, del tema, del colectivo que le inspira, sino develar aquello que el poder busca ocultar. Entonces, no es una consigna, es una actitud de vida.
El cineasta cubano Santiago Álvarez decía que "el cine documental, más que un género, es una actitud frente a la vida”. Por eso, creo que el sentido de mi peregrinar frente a la cámara es el descubrir aquello que al poder le estorba, mostrar aquello que debe ser mostrado, no porque yo lo diga, sino porque la gente debe conocer.
Usted empezó a rodar en los años 70. ¿Qué lo motivó a inclinarse por realizar un cine de denuncia y de temáticas sociales?
Creo que prácticamente lo que mueve a un artista es esa necesidad que tiene su colectivo de cantar sus esperanzas y desesperanzas. Un cineasta no puede estar ajeno a la realidad social, uno tiene que estar inmerso en eso. Uno tiene que profundizar lo que uno hace, pero no en función de los escenarios, sino en función de las esencias.
Varios de sus trabajos fueron censurados por el poder. ¿Qué lo ha motivado a seguir con su obra a pesar de la censura?
Pienso que ésa es y ha sido una experiencia que ratifica lo que tienes que hacer, lo que debes hacer. A ti te pueden callar, pero el trabajo camina solo. Cuando me censuraron no me callaron a mí, buscan callar una realidad. No se puede censurar el libre tránsito de las obras de arte, se puede censurar al autor, pero las obras caminarán solas.
Ha rodado varios filmes sobre problemáticas sociales de Latinoamérica, ¿cuáles cree que son los retos y los temas pendientes de las nuevas generaciones?
Es complejo señalar los retos porque cada generación tiene que encontrarse y saber qué es lo que su esencia le demanda. A mí, por ejemplo, mi componente humano, nacido en las luchas sociales de los años 70, me demanda develar esa continuidad de lucha por un mañana justo, por la utopía de la democracia, la igualdad y esa utopía de que el otro existe y porque el otro existe yo soy. Entonces, existe racismo, discriminación, no sólo en mi país, sino en América Latina en general. En la medida que eso exista, esos problemas, mi cámara seguirá filmando. Les digo a los demás que sean auténticos y sinceros con su caminar. Además, que sean coherentes con lo que piensan y con lo que dicen.
Usted ha optado por apoyar la piratería de sus filmes, ¿por qué ha tomado esa decisión?
Es una decisión personal y eso es porque hay la idea en el mundo indígena que cuando a uno le toman una foto te roban el alma; entonces, a partir de ahí mi reflexión es: lo que hago yo es pedir prestado las imágenes de un tema, de un sueño y al dejar piratear mis trabajos las devuelvo. Ése es mi sentimiento, estoy devolviendo algo prestado para reconstituirlo en lo que es esta película, pero en realidad las películas no son del artista, son de esa comunidad, de ese pueblo, de esa colectividad que a uno le inspira. No hay cosa más hermosa que el público se apropie de aquello que le pertenece.
¿Qué referencias tiene del cine boliviano?
No conozco mucho del cine boliviano, pero destaco de Bolivia su propuesta del cine comunitario y del cine indígena porque ayudan a que surja una nueva crítica, una nueva manera de contar desde las comunidad

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