Cuando se conoció la muerte de Luis Espinal Camps, todos las luces de la realidad desaparecieron. Solo existía un ensombrecedor sentimiento desatado por la fatal noticia. Su asesinato dejaba un vacio en muchas personas. Su pecado, dicen algunos, fue ser cura. Amante del cine, dejó para provecho de los que aman el séptimo arte escritos que actualmente se siguen consultando a 35 años de su partida. Una de sus últimas actividades, el día que lo secuestraron, un 21 de marzo, fue ver una película. "Ha sido una personalidad que sigue viva. Era un tipo muy sensible que respetó el arte y a las personas", señala el actor Jorge Arturo Lora.
Para acariciar su recuerdo. Para el documentalista Diego Mondaca, no se puede pensar en el cine boliviano sin Espinal. "Tenerlo entre nosotros, en el mundo del cine, es un privilegio. Son pocas las personas que como él, se entregaron de forma tan pasional y generosa", manifiesta. Fue un activista y revolucionario, continúa. "Fue y es, para nosotros, un doble representante, tanto del cine boliviano como mundial. Gracias a sus constantes críticas y reseñas cinematográficas que de forma consecuente ofrecía y difundía en las aulas de la UMSA como por medios radiales y escritos de la época. Muchos dicen que bastaba con asomarse a sus conversaciones o atender al radio para que cautivara y convenciera, pero sobre todo motivaba a participar y ser parte de un oficio hermoso: el cine", apunta Mondaca.
1 Sus libros. Fueron doce ejemplares cortos que escribó sobre el cine. Entre ellos: "Géneros cinematográficos", "Historia del cine", "Lenguaje cinematográfico", "Directores de cine", "Psicología y cine" y "El cine frente a la televisión", entre otros.
2 Trabajos en medios y audiovisual. En el matutino Presencia (en el que fue crítico cinematográfico entre 1969 y 1979), en Radio Fides (desde 1971) y en el semanario Aquí, que dirigió desde 1979.
3 Deceso. Un 21 de marzo de 1980, Luis Espinal fue secuestrado, torturado en un matadero durante cuatro horas y finalmente asesinado con 14 balazos. Los asesinos le marcaron a culatazos una cruz en el pecho.
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