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domingo, 4 de septiembre de 2016

La obsesión de Hollywood por “jugar a ser Dios”

Luke Scott sale esta semana de la sombra de Ridley Scott, con su debut como director de Morgan, una versión moderna del "científico loco”, un tema que Hollywood ha abordado desde hace más de un siglo.

Desde que la empresa del inventor Thomas Edison hizo la primera película de Frankenstein en 1910, los directores de cine han contado historias con moraleja sobre la locura de la humanidad "jugando a ser Dios” para crear la vida.

Dejando a un lado las más de 70 películas basadas en el libro de Mary Shelley para encarnar a Frankenstein, muchos otros filmes han abordado la ética de la bioingeniería, desde Metrópolis en 1927 hasta Jurassic World el año pasado. "Creo que apelar a películas con la temática del ‘hombre jugando a ser Dios’ perdura por la naturaleza humana”, dijo Shawn Robbins, analista del portal especializado Boxoffice.com.

"El cine, y la ficción en general, son formas de arte escapista, pero los personajes que se creen capaces de lograr lo imposible a través del poder superior de la creación pueden inspirar historias provocadoras que se quedan contigo incluso después de salir de la sala”.

Las versiones modernas de la historia de Frankenstein, conocidas en los círculos académicos como películas de "biología artificial” son grandes negocios. Un grupo de investigadores en Viena analizaron 48 películas desde 1920 hasta 2010 para un estudio titulado Frankenstein 2.0: Identificando y caracterizando a los ingenieros de la biología artificial en películas de ciencia ficción. Los expertos determinaron que esas películas hicieron cerca de 14.000 millones de dólares, cifra ajustada al día de hoy.

Paranoia

El género tuvo su era dorada en la década de 1990 con filmes como Species, La isla del Dr. Moreau y Alien: La resurrección, reflejando los temores estadounidenses sobre la clonación.

Jurassic Park arrasó en su estreno en las taquillas de México al Reino Unido y en los mercados del lejano oriente, sumando 914 millones de dólares a nivel global, con una ganancia de más de 250 millones de dólares para su director Steven Spielberg.

"Desde los 1990, se realizaron una cantidad de investigaciones pioneras como la clonación de una oveja en 1996 y la culminación del Proyecto Genoma Humano en 1999, que han generado un aumento del interés del público en las biotecnologías en general”, indicó el estudio en Viena.
Morgan, la más reciente versión del mito "moderno de Prometeo” de Shelley, estrenada el viernes en Norteamérica es protagonizada por Kate Mara, más conocida por un papel como la popular reportera Zoe Barnes de la serie House of Cards, el drama político producido por Netflix.
En la película, Mara es enviada por una corporación a un lugar secreto para investigar un violento incidente que involucró a Morgan, un ser creado con ADN artificial a través de la bioingeniería. El director Luke Scott, cuyo trabajo de mayor perfil hasta ahora ha sido como segundo director de unidad de películas de su padre, como Misión rescate (2015) y Éxodo:

Dioses y reyes (2014), asegura que quedó intrigado por los grandes temas planteados en el guión de Seth Owen. Él sabía que tenía su "monstruo Frankenstein” cuando se topó con la actriz argentino-británica Anya Taylor Joy, de 20 años, cuya actuación en su debut en La Bruja deslumbró a los críticos a inicios de este año.

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