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jueves, 2 de diciembre de 2010

Del Toro prefiere al vampiro tradicional, malo y sin piedad

El director de cine mexicano Guillermo del Toro rompió una lanza por el vampiro tradicional, un ser perverso y sin piedad, frente al “vampiro emo que está en un rincón llorando, porque lleva tantos años solo”, popularizado en el cine y la literatura de hoy.

Del Toro defendió al chupasangre que siente “cero empatía por su presa”, como el que protagoniza Vlad, una novela corta del escritor mexicano Carlos Fuentes donde Drácula se traslada a México, retoma su nombre mortal y revive el canon del no muerto implacable. “Es una pieza clave de la literatura fantástica en español y una de las novelas más perturbadoras de vampiros que he leído”, dijo sobre el libro, publicado a principios de año.

Aunque en principio estaba previsto que Del Toro y el veterano Fuentes, grande de las letras mexicanas, compartieran un diálogo público en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), el escritor tuvo que cancelar su asistencia a última hora. En su lugar, el cineasta estuvo acompañado del escritor Xavier Velasco (Diablo guardián), quien también ironizó sobre los pesares en torno a “los derechos humanos de los vampiros”, propios de sagas como Crepúsculo y, parcialmente, True Blood.

Al recordar la primera aparición del vampiro en la novela, un hombre desnudo, sin un solo pelo en el cuerpo y con dos lentes oscuros incrustados en los ojos, Del Toro afirmó que le recordaba a “un padre jesuita del instituto”.

El cineasta atizó el sarcasmo elogiando que Carlos Fuentes, maestro de la sátira, no eligiera la metáfora fácil de hacer al no muerto un político, “porque todos los vampiros de México son políticos, y todos los políticos de México, vampiros”. Se regocijó también de que “el villano primigenio” de la novela no sea el vampiro, sino un notario. “Me encanta que torturen a un funcionario”, ironizó. Vlad le apasiona además porque el personaje es también un “empalador espiritual” que destruye psicológicamente a su víctima.

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