Dina demostró ayer por qué le dicen “la reina del ring”. Y es que en una lucha de menos de 15 minutos logró tumbar a su contrincante, Satinador, que ingresó con un traje camuflado, de ésos que utilizan los militares.
La contienda comenzó en el cuadrilátero que fue ubicado en el garaje de la Cinemateca Bolivia, donde además de esos luchadores se presentaron Bismark Junior y Tobi, entre otros, que hicieron vibrar al público con sus movimientos y con la rudeza con la que se enfrentaban cuerpo a cuerpo.
Dina, que ingresó ataviada con una manta roja y una pollera multicolor, esperó serena en una de las esquinas, con los brazos sobre las cuerdas. Al principio, la lucha comenzó en el cuadrilátero, pero concluyó fuera del ring, en el cemento.
Pero las luchadores que fueron esperadas y a las que el público también ovacionó fueron Carmen Rosa La Campeona, Julia La Paceña y Yolanda La Amorosa. Todas ellas hicieron gala de sus habilidades en el ring. Las polleras y las trenzas que las caracterizan no fueron un impedimento para pelear de igual a igual con los varones. A diferencia de ellas, los hombres tenían cubiertos sus rostros con máscaras y eran más musculosos.
Con saltos, golpes y otros movimientos propios de la lucha libre, las mujeres se impusieron ante un público de todas las edades, desde niños hasta personas de la tercera edad.
El luchador Tobi fue uno de los más abucheados, pues ni bien ingresó al garaje pateó una de las sillas. El arbitro, Gabo Montino, también recibió las rechiflas del público porque en lugar de dirigir la contienda se puso a golpear a Bismark Junior.
El show, denominado “Fiesta film viendo las estrellas” comenzó a las 21:30, aproximadamente. Como parte del escenario fue montado un juego de luces que hacía que el ambiente se volviera una discoteca.
La música no faltó y tampoco quienes bailaron al ritmo de ella, mientras en el cuadrilátero se desarrollaban las feroces peleas.
También se habilitó una pantalla gigante donde se proyectó de manera simultánea el documental sobre las luchadoras, donde no sólo se muestra las luchas en el cuadrilátero, sino también su pelea en su diario vivir, su sobrevivencia junto a sus familias y esposos.
La saya afroboliviana también encantó al público y se apoderó del ring con sus movimientos.
Lo paradójico fue que fuera, en el ring, los luchadores son enemigos, pero en los camerinos todos ellos, como buenos amigos, entrenan juntos.
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