J.J. Abrams ha apostado por la filosofía trekkie y las relaciones humanas en su segunda inmersión en el universo Star Trek pero lo ha hecho a costa de sacrificar parte del espectáculo que se espera de las historias galácticas, habitualmente llenas de tremendas batallas con soldados a millares.
Aunque Benedict Cumberbatch es un malo de altura y la pareja protagonista, Chris Pine y Zachary Quinto, son unos dignos sucesores de Willian Shatner y Leonard Nimoy -los legendarios Kirk y Spock-, "Star Trek: Into Darkness" se queda un poco corta en lo que a entretenimiento se refiere.
Profundiza más y mejor en los personajes y en las complicadas relaciones que mantienen, especialmente en el caso de Spock y en su amistad con Kirk y su amor por Uhura (Zoe Saldana).
Y retrata con habilidad el complicado carácter de Kirk y sus problemas con la autoridad. Pero al concentrar toda la maldad típica de estas películas en un par de personajes - principalmente en el Khan que interpreta Cumberbatch y al que ya dio vida Ricardo Montalbán en "Star Trek II. The Wrath of Khan"- pierde la posibilidad de amplificar las grandiosas batallas espaciales, que dejan su sitio a los cuerpo a cuerpo.
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