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domingo, 28 de julio de 2013

Pirateando el marketing antes del apagón

El distribuidor y productor de cine Gerardo Guerra no duda al calificar a la piratería como “un robo”, condenable por ello primero desde un punto de vista ético.

La piratería, sostiene, hace que se pierdan fuentes de trabajo legal, oportunidades de desarrollo del mercado, y se constituye en una competencia desleal para, entre otros sectores, los distribuidores.

El presidente de la Cámara Nacional de Empresarios Cinematográficos y distribuidor, Esteban Morgado, precisa que su entidad reúne a siete distribuidoras legalmente establecidas. De ellas, según Morgado, Manfer Films y la United International Pictures (UIP) concentran el 60 por ciento del mercado, “aunque hay mucho material que se estrena y que es de distribuidores independientes”. El administrador del cine Norte, Luciano García, se anima sin embargo a afirmar que las dos empresas antes señaladas concentran casi la totalidad de los estrenos en salas que, por su parte, Guerra calcula que son entre 12 y 15 por mes.

Los distribuidores, dice Guerra, tienen entre sus tareas más importantes la realización del marketing de los filmes que alquilan a los cines. Y el cumplimiento de tal labor es aprovechada ilícitamente por los piratas. “Cualquier película que publicita un distribuidor es buscada inmediatamente por la piratería. El pirata se cuelga a mi publicidad, vende gracias a mi publicidad, a mi inversión, a mi esfuerzo, a mi riesgo. Su riesgo es mínimo porque a él no le ha costado más que el tiempo y el costo de hacer la copia ilegal”, se queja Guerra, quien es distribuidor de cine independiente y de autor.

El género al que se aboca el productor es todavía más difícil, pues para éste, precisó, algunas salas solo le ofrecen el 35 por ciento de la taquilla durante la primera semana del estreno (lamentablemente en Cochabamba es una rareza que se llegue a dos semanas), cuando el pago para las cintas comerciales asciende al 60 por ciento . Fuera de ello, está el hecho de que es muy difícil encontrar espacio en la programación de los cines, casi siempre copada por la producción hollywoodense y con poca apertura para el cine independiente. Para peor, Morgado, también distribuidor, hace notar que todas las empresas del ramo deben pagar una serie de tributos al Estado, entre ellos, desde luego, el Impuesto al Valor Agregado (IVA) por su actividad, la desaduanización de los filmes y un tasa por película extranjera al Consejo Nacional del Cine (Conacine).

A contracorriente de lo anterior, el asimismo distribuidor de cine independiente Marcelo Cordero afirma que, si bien la piratería le ha quitado público a las salas de cine y ha influido en el cierre de varias de ellas, afectando así paralelamente el negocio de las distribuidoras, toda la culpa de la crisis del cine no es de los vendedores. “Yo empecé a pelear con los comerciantes porque pirateaban mis películas de cine independiente. Hice después una evaluación de cuánto realmente afectaba que mi película esté pirateada muchos meses antes o la temporada del estreno. Y el daño era del 1 o 2 por ciento de la taquilla. Claro, son montos pequeños los que genera el cine independiente. Ese daño, en realidad, no existe”, asevera.

Según Cordero, durante la década del noventa se cerraron muchas salas porque desapareció la oferta cinematográfica. No obstante, a partir del 2000 el público se mantuvo y comenzó a crecer desde el 2003. “Y los últimos años, de apertura de las multisalas, ha ido en escala ascendente a pesar de la piratería”, agrega.

EL APAGÓN 

ANALÓGICO

La pronta desaparición del sistema de proyección de películas en celuloide de 35 milímetros -que podría producirse a muy corto plazo- amenaza a la industria del cine en Bolivia e incluso a la piratería.

Para Guerra, este proceso se cumplirá ya en los siguientes meses, conllevando un serio riesgo de implementación de un “sistema colonizador”, culturalmente hablando.

El distribuidor indica que muchas películas de cine independiente ahora vienen solo en formato digital. Por ejemplo, hace poco tuvo que traer al país en tal formato el filme español ganador del Goya Blancanieves, del que no existen copias en celuloide. Pero sucede que las salas pequeñas del país no cuentan con equipos de proyección digitales. Su adquisición es impensable pues, precisa el gerente del cine Capitol, Yuri Zambrana, significa una inversión de casi 180 mil dólares, misma que, en el caso de los cines con pocas salas, “no se podría cubrir ni con un crédito bancario”.

Aprovechándose de tal situación, explica Guerra, los grandes estudios estadounidenses ofrecen el sistema VPF (Virtual Print Fee), mediante el cual prometen a las salas la implementación de los equipos digitales, pero bajo el sutil chantaje -que no es otra cosa- de que sean utilizados solo para la proyección de sus filmes. Y, si su tecnología es usada para proyectar otras películas, serán los distribuidores o cineastas nacionales y no las salas los que tendrán que pagar un alquiler de entre 500 a 600 dólares por semana. De este modo, la ya precaria exhibición de cine nacional e independiente podría en la práctica desaparecer, para dar paso a una absoluta monotonía del cine comercial hollywoodense, transmisor de valores culturales específicos.

El tema ha comenzado a despertar un amplio debate internacional. El pago del VPF, modelo exportado desde Hollywood al mundo, afectará a cualquier película independiente, nacional o extranjera, dijo hace poco la directora del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine), Marina Stavenhagen, citada por el sitio cinex.com.

El VPF se cobra en Estados Unidos desde el 2006 y tiene como finalidad que los dueños de los cines privados puedan recuperar la inversión que hicieron para cambiar proyectores de celuloide a digital. El modelo se exportó a todos los países donde tiene influencia Hollywood, incluyendo América Latina.

Morgado manifiesta que en Bolivia la digitalización se completará a más tardar hasta el año que viene y que las empresas afrontan tal proceso de modo individual.

AMENAZA HASTA 

PARA LA PIRATERÍA

Para Cordero, “lo peor que le puede pasar a la piratería” es el apagón analógico, porque los contenidos del cine dejarán “de ser físicos para ser virtuales”.

El distribuidor señala que la distribución pirata de DVD y Blu-Ray pervirirá por unos años más. El negocio es rentable y una gran mayoría de la población boliviana no cuenta con conexión a internet, sin añadir con que, los que sí tienen sufren la mala calidad del servicio y, por otro lado, muchos no utilizan a fondo el medio.

Está también la evidencia de que, por más que haya apagón digital, se mantendrán las colecciones de discos acumuladas por los compradores.

No obstante a lo anterior, Cordero cree que la televisión satelital y por cable “pasarán a la historia, considerando que el sistema Full HD podra ser visto a través de Internet”.

“En Bolivia -señala Cordero- el apagón digital será en 2018, pero, como éste ya se ha dado en muchas partes del mundo, a los piratas se les va a hacer muy difícil poder acceder a materiales físicos para copiar. Por ejemplo ahora, de una copia de Hollywood para los jurados de los Oscar, se podría piratear y distribuir la película en América Latina, antes del estreno inclusive. En adelante eso va a ser muy difícil porque esa gente de Hollywood va consumir su cine y lo va evaluar a través de señales virtuales, y tampoco habrá material de almacenamiento para ese tipo de cosas”.

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