Johnny Depp y los creadores de la saga de Piratas del Caribe volvieron a reunirse para la adaptación al cine de El Llanero Solitario, un mítico personaje de la cultura popular estadounidense interpretado por Armie Hammer, una estrella en ascenso en Hollywood.
Tras haber revitalizado con éxito las películas de corsarios con Piratas del Caribe, una trilogía que recaudó más de 3.600 millones de dólares en las taquillas de todo el mundo, el productor Jerry Bruckheimer y los estudios Disney esperan ahora resucitar los ‘westerns’.
Y así pusieron los ojos sobre The Lone Ranger (El Llanero Solitario), un justiciero enmascarado que nació en la radio en 1933 antes de convertirse, entre 1949 y 1957, en una serie televisiva inmensamente popular en Estados Unidos, así como en el mundo hispanoparlante.
La cinta, que se estrenó el pasado miércoles en Estados Unidos (previo al feriado del Día de la Independencia el 4 de julio), es la cuarta adaptación al cine de famoso ranger de Texas y su fiel acólito Toro, un indio comanche encarnado por Johnny Depp con su versatilidad habitual.
Éste último, que nada disfruta más que disfrazarse y caracterizarse, supervisó personalmente el aspecto visual de Toro. Se inspiró en particular en una pintura de Kirby Sattler para el maquillaje y el sombrero, un cuervo con las alas desplegadas.
El papel principal quedó a cargo de Armie Hammer, un joven actor de popularidad creciente en Hollywood, a la par de Channing Tatum y Andrew Garfield.
Pero a sus 26 años, el artista, duplicado gracias a la magia de los efectos especiales en La Red Social, donde interpretó a los gemelos Winklevoss, admite que no tenía mucho conocimiento sobre El Llanero Solitario.
“La única razón por la cual conocía al Llanero solitario es porque mi papá era un fan. Le encantaba ver las retransmisiones en la televisión. Yo lo vi a veces con él, pero apenas estaba consciente de quién era el personaje”, dijo.
Un héroe más humano
Fiel al estilo de las producciones de Bruckheimer, la película, mezcla de western y filme de acción, con un presupuesto estimado de más de 200 millones de dólares, se vale de abundantes decorados, explosiones, masacres y escenas espectaculares para contar la historia que llevó al texano John Reid a cambiar su traje de abogado por una máscara negra y el sombrero blanco de justiciero anónimo.
Más que el miedo de interpretar a un personaje tan querido por los estadounidenses, fue “el sentido de respeto” lo que impulsó al actor. “Sé que este personaje representa mucho para muchas personas”, dijo.
Y así, adoptó sin vacilar algunos de los rasgos característicos del héroe enmascarado, como “el respeto por la vida humana, el rechazo a matar y un código moral muy estricto”, explicó Hammer.
Pero para atraer a los espectadores, y seducir a los más jóvenes, el público objetivo de Jerry Bruckheimer, fue necesario actualizar un poco al personaje.
Cuando El Llanero Solitario apareció en la radio, “apenas salíamos de la Gran Depresión (de 1929). Y la serie televisiva nació después de la Segunda Guerra Mundial, cuando comenzábamos la Guerra de Corea. La gente quería a un héroe, querían encender la televisión y no tener miedo, ver a alguien hacer el bien, a un buen héroe y un buen estadounidense”, dijo Hammer.
“Eso no funciona para el público actual, que tiene más discernimiento, así que quise hacerlo más humano. Le dimos un código moral, cierto, pero lo viola varias veces. Lo queríamos ver luchar contra el deseo de matar a alguien o contra algo que deseara hacer, sabiendo que no podía hacerlo”, prosiguió.
Para el actor, además, trabajar con Johnny Depp y el director Gore Verbinski -a cargo de la saga de Piratas del Caribe y ganador del Oscar por la cinta animada Rango- también fue muy didáctico.
“De Johnny Depp, aprendí a prestar atención a todo lo que sucede a mi alrededor y a recordarlo. Y del director Gore Verbinski, aprendí que se puede hacer todo, pero que eso a veces puede requerir más trabajo de lo previsto”, finalizó Armie Hammer.
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