La proliferación de nuevas industrias del cine repartidas por todos los rincones del mundo ha supuesto un impulso para la producción de filmes, estancada en los países más desarrollados, que superan sin esfuerzos a las grandes industrias cinematográficas como Hollywood o Bollywood. ¿Se convertirán en las nuevas mecas del cine países emergentes como Nigeria, Suecia, Bangladesh o Egipto?
Seguramente, al hablar de la gran industria cinematográfica nuestros ojos se iluminan con los focos de Hollywood. Deslumbrados por los efectos especiales, los grandes presupuestos, los guiones revolucionarios y el rutilante trabajo de las estrellas estadounidenses, la producción cinematográfica de Estados Unidos se mantiene líder en recaudación.
En 2012 la industria hollywoodiense recaudó 10.800 millones de dólares, según la web especializada e-cartelera, gracias a películas como The Dark Knight Rises; The Twilight Saga: Breaking Dawn - Part 2 o The Hobbit.
Pero la espectacularidad no es únicamente seña de identidad de Hollywood. El cine indio, excéntrico para unos, glamuroso para otros, se ha convertido en la industria más poderosa del séptimo arte.
Con 800 producciones anuales y 100 años de actividad, Bollywood es un referente en el continente asiático que cuenta con grandes estrellas y coloridas escenas musicales que le han dotado de una relevancia cada vez mayor.
En Japón
Los japoneses durante años han estado embriagados por el dramatismo y la fuerza del cine occidental.
Sin embargo, desde 2006 esta tendencia ha revertido y cada vez se produce más cine autóctono, como resultado de la cooperación entre cadenas de televisión, productoras y agencias de publicidad que por fin han descubierto cómo satisfacer al público japonés.
Según la Asociación de Productores de Cine de Japón, las 554 obras niponas que se estrenaron en 2012 casi doblaron en beneficios a las obras occidentales y recaudaron 128.000 millones de yenes –unos 1.273 millones de dólares-, datos nada tímidos para un país que está viviendo su segunda “Edad de Oro”.
Desde la periferia
Pero lejos de este paradigma de grandes estrellas, elegantes vestuarios y costosos efectos especiales se sitúan industrias como Nollywood (Nigeria), Trollywood (Suecia), Dhallywood (Bangladesh) o Egipto cuyas cifras, en cuanto a producciones, no son nada ridículas y superan diez veces a las estadounidenses.
Nollywood, la meca del cine religioso, ha revolucionado la forma de hacer cine. Corrupción, brujería, dramas personales y la realidad socioeconómica de Nigeria son los principales guiones en la capital del cine africano.
La producción de cintas en este país ronda entre los 600 y los 1.000 títulos al año, según el Censo Nacional de Películas de Nigeria. Sin embargo, no se exponen en salas de cine sino que se venden en mercadillos en formato DVD.
Aunque para los más puristas este formato de grabación no puede considerarse “cine”, lo cierto es que los vendedores ambulantes han conseguido llevar historias de la calle a las televisiones de cada hogar.
Cine egipcio
La capital egipcia, considerada como “Hollywood de Oriente Medio”, realiza la producción cinematográfica más grande de Oriente Próximo. Medidas proteccionistas, su idioma sencillo y un gran mercado árabe sin explotar han convertido a Egipto en el centro cultural del mundo árabe.
Sin embargo, los diferentes regímenes de los países árabes reprimen un poco este “boom”.
La capital egipcia celebra cada año el Festival Internacional de Cine de El Cairo que ha sido calificado, por la Federación Internacional de Asociaciones de Productores Cinematográficos, como uno de los 11 festivales de cine más importantes del mundo.
El milagro sueco
Aunque algunos de los festivales más influyentes del cine se realizan en Europa, el público europeo se resiste a las producciones del Viejo Continente.
Berlín, Cannes y Venecia son algunos de los festivales que tratan de traer la gloria perdida al cine europeo. Sin embargo, las salas de proyecciones de la Unión Europea apenas consiguen llegar al 25 % de su ocupación frente al 60 % de Estados Unidos.
Pese a producir 1.299 películas, la oferta cinematográfica europea no conquista al público y la industria registra pérdidas destacables, según los datos ofrecidos por el Observatorio Audiovisual Europeo.
Sin embargo, Suecia ha puesto punto final a esta tendencia. Con sus 43 producciones anuales, dato del año pasado, el país nórdico ha convertido Trollhätan, una pequeña localidad de la costa occidental sueca con una gran industria automovilística en declive, en la meca del cine noreuropeo.
Esta cinematográfica parcela de tierra recibe el nombre de Trollywood y ha cambiado la gasolina por las cámaras. En ella se invierten unos 60 millones de coronas (9 millones de dólares) de las subvenciones del Gobierno asignadas al cine que le permiten cofinanciar y producir películas.
Las obras de Trollywood poco tienen que ver con el espíritu capitalista de Hollywood, pero cada vez más estrellas estadounidenses protagonizan sus producciones.
Dhallywood
Por último, siguiendo la estela dejada por Bollywood, nació en Bangladesh Dhallywood, fusión de Dhaka -capital de Bangladesh- y Hollywood, cuya media de 100 producciones al año compite con Estados Unidos y la India con la filmación de escenas violentas y descaradas que esquivan la férrea censura musulmana.
Pese a ello, las superproducciones estadounidenses siguen dominando las salas de cine de todo el mundo, embriagando a espectadores ávidos de suspense e historias fantásticas que les hagan olvidar sus problemas cotidianos.
Sin embargo, amparadas por pequeños núcleos de amantes del cine independiente, cada vez más producciones provenientes de países emergentes son reclamadas. Nuevas mecas del cine están surgiendo con una proyección tan agresiva que puede llegar a superar las industrias tradicionales en cuestión de años (EFE Reportajes).
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