En los parques temáticos es frecuente recurrir al cine como inspiración para crear algunas de las atracciones, pero ¿Quién elige las películas? ¿Cómo es el proceso de “adaptación”? ¿Cuánta gente trabaja en una producción así? Responde a todas estas preguntas Tom Fitzgerald, máximo responsable de Ratatouille The Adventure, la nueva atracción que se acaba de estrenar en Disneylandia París, inspirada en la obra maestra de Brad Bird.
El proceso es en muchos aspectos similar al rodaje de una película. Empiezan por el “storyboard” y necesitan guion, banda sonora, efectos especiales y un equipo compuesto por cientos de personas. Fitzgerald es creador ejecutivo de Walt Disney Imagineering, departamento encargado de crear y construir los parques temáticos de la compañía en todo el mundo.
“Yo mismo escribí el guion”, asegura. “Es como el de una película, aunque apenas tenga diálogos. Dura solo unos minutos, pero también tienes que imaginar una historia que sepan entender visitantes que no tienen por qué saber inglés o francés. Lo haces con muchos chistes visuales y tratando de que entiendan la historia”. Su labor, confirma, se parece mucho a la del director y guionista de una película. “Escribí la historia y el guión, elegí los personajes... También tienes que aunar los esfuerzos de un gran equipo. Son gente muy talentosa, músicos, pintores, artistas...”.
REMY, EL PERSONAJE
DE “RATATOUILLE”
No son tantas las películas que han dado el salto a los parques. Los soldados paracaidistas, el perro de muelles y la guerra de láser de Buzz Lighyear nacieron de “Toy Story”. Los coches de “Cars”, los Monstruos S.A. y la montaña rusa de Nemo también llevan tiempo funcionando, pero no todos los títulos, ni siquiera los de mayor éxito, se convierten en “realidad”. ¿Qué les inspira de una película para hacer posible que la gente pueda “montarse” en ella? “Cuando salió Ratatouille, la película, fue un gran éxito en Estados Unidos, pero en Europa fue impresionante, brutal. Como transcurre en París y está relacionada con la comida, sabíamos que teníamos que hacer algo especial aquí”, cuenta Fitzgerald, experto en hacer felices a niños y adultos.
FALTABA
tECNOLOGÍA
La atracción de Ratatouille mezcla el movimiento de unos nuevos coches electromagnéticos que no necesitan raíles con imágenes en 3D, sensaciones físicas como el olor y el efecto especial de que los usuarios se sientan dentro de la película, reducidos al tamaño de Remy, la rata protagonista. El resultado es asombroso, muy distinto al del resto de atracciones. “Teníamos la idea, pero nos faltaba la tecnología”, desvela el ejecutivo. “Había que inventar una atracción en la que se pudieran seguir recorridos distintos, diferentes de lo normal, como hacen los roedores, para dar la sensación de que eres Remy”.
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