La doctora Juliet (Hilary Swank) se ha divorciado y busca departamento para reiniciar su vida. Encontrará pronto un lugar: un viejo edificio en reparación ofrece un inmenso departamento a un precio irrisorio. Precio, claro, que viene con sorpresa incluida. Una vez instalada en su nueva residencia, una serie de sucesos comenzará a perturbarla, porque los edificios viejos tienen ese no sé qué.
La agotada Juliet, que recién se ha mudado, que sabe que esas cosas llevan su tiempo, encontrará refugio en el atractivo dueño del apartamento (Jeffrey Dean Morgan) que, una vez concluida su simpatía, se obsesionará con ella.
JOKINEN DIRIGE A SWANK
Los méritos del director Antti Jokinen pasan por su correcta narración de Invasión a la Privacidad. La fotografía del filme y ese viejo Brooklyn que quiere resurgir del olvido son sus méritos.
El personaje principal de la historia es la joven doctora Juliet Devereau (interpretada por Swank) quien, tras separarse de su marido, se muda a un hermoso departamento de Brooklyn. La muchacha logra alquilar esta propiedad soñada de manera casi casual, pese a no contar con un presupuesto demasiado amplio.
La presentación afirma que unas tres millones de mujeres se van a vivir solas cada año, sin tener idea de quien ha vivido antes en el departamento al que se mudan y muchas veces, sin ni siquiera preocuparse por cambiar la cerradura.
Jokinen afirma que Invasión a la privacidad es un “thriller psicológico”, aunque él prefiere hablar de una cinta de “terror centrado en los personajes”. La película, juega con “distintos puntos de vista limitados” y presenta “motivos ocultos” al público que se desvelan “de manera sorprendente”.
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