Érase una vez una película que no podía hablar, que no tenía color y nadie quería producir. Un día, la Academia de Cine la miró al espejo y descubrió que era la más bella del reino, su candidata al Óscar a la mejor película de habla no inglesa. Como buen cuento, ¿tendrá "Blancanieves" final feliz? "Aunque no lo parezca, todo ha ido a favor en esta película", decía en San Sebastián Pablo Berger, el hombre que creyó en el sueño.
Y, poco días después, su peculiar adaptación del cuento de los hermanos Grimm se acercaba un poco más a ese Óscar que no recae en España desde 2004, cuando ganó "Mar adentro".
El cuento de "Blancanieves" tiene un comienzo feliz, porque ya está llena de éxitos y méritos el mismo día de su estreno. Pero, ¿conseguirá que el final también lo sea y sus responsables vivan felices y coman perdices en Hollywood? El "aunque no lo parezca" que decía Berger se refiere a que, en ese circo que llevaba intentando montar desde 2005, cuando parecía que por fin iban a rematar el número final, un triple salto sin red, le crecieron los enanos. No los del cuento, que no han crecido sino disminuido de siete a seis, sino los de la trasgresión de la propuesta.
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