LAS PLASGAS Y LA SEPARACIÓN DE LAS AGUAS
Cuando Ramsés rechaza las súplicas de Moisés para que deje partir al pueblo del profeta, Egipto es víctima de una serie de plagas y epidemias. Los consejeros de Ramsés ofrecen explicaciones de base científica de los fenómenos, espectáculos a la vez emocionantes y horripilantes.
La primera de las diez plagas llega después de que los cocodrilos del Nilo comiencen a atacarse entre sí y a atacar a varios navegantes egipcios, en un vicioso frenesí devorador. La sangrienta y ondulante agua vuelve rojo el Nilo, provocando que una capa de peces muertos por falta de oxígeno flote sobre la superficie. Las ranas invaden por millares la ciudad de Pi-Ramsés, e incluso el palacio del faraón, en busca de comida.
Cuatrocientas ranas fueron convocadas al rodaje, junto a seis cuidadores de ranas, un perro que las controlara y una cerca antirranas de un metro de altura. En esta escena, Golshifteh Farahani, que interpreta a Nefertari, demostró su valor a lo largo de varias tomas pretendiendo estar dormida, sabiendo que una enorme bolsa llena de ranas estaba siendo vaciada sobre su cabeza, y que los batracios estaban enredándose en sus largos cabellos.
Después de que los anfibios mueran, nubes de moscas salen de sus cuerpos podridos y llenos de gusanos, y las calles de la ciudad que Ramsés ha construido en honor de sí mismo se vuelven invisibles detrás de una negra cortina de moscas.
Luego, llagas y forúnculos atacan los cuerpos de casi todos los egipcios. La noche trae unos granizos del tamaño de piedras, seguidos de una inmensa nube de langostas.
Las leyes de la naturaleza, llevadas a su extremo -y quizá con intervención divina- pueden explicar estas plagas, pero el azote final sobrepasa a la naturaleza: los primogénitos de Egipto mueren durante la noche, incluido el propio hijo del faraón. Cuando Ramsés se da cuenta de que ningún niño esclavo hebreo ha muerto, les ordena que salgan de Egipto, pero poco después se pone a la cabeza de su ejército para perseguir y matar a los hebreos que huyen.
DISEÑANDO Y CONSTRUYENDO UN MUNDO
El diseñador de producción Arthur Max, asegura que Éxodo: Dioses y Reyes es la mayor producción en la que jamás haya trabajado. “Sus dimensiones son épicas porque épico era el antiguo Egipto y queríamos hacerle justicia”, explica. “Naturalmente, nunca es lo bastante grande para Ridley, razón por la cual tenemos efectos visuales”.
Los equipos de producción y efectos visuales –creador éste último de más de 1.500 tomas de efectos visuales especiales– colaboraron en la creación de los enormes platós y escenas de acción de la película. Por ejemplo, la estatua de Ramsés tiene una altura de más de 60 metros, 9 de los cuales fueron construidos por la producción; el resto fueron totalmente creados por ordenador.
El equipo artístico y de construcción tenía más de mil miembros que trabajaban en tres lugares distintos. Los estudios Pinewood acogieron los interiores de los suntuosos palacios y templos de la realeza egipcia, así como los austeros tugurios de los esclavos. El enorme exterior de la Gran Sala del Faraón fue filmado en el inmenso plató de exteriores, donde también se grabaron las escenas de la salida del ejército egipcio para combatir a los hititas, y más tarde, las de su regreso triunfal aunque cubiertos de sangre. El depósito del recinto del plató fue transformado en el río Nilo, que se vuelve rojo cuando los feroces cocodrilos se devoran mutuamente. Las escenas del Mar Rojo cuando se produce la gigantesca separación de las aguas en la que se ahogan centenares de soldados egipcios, fueron rodadas bajo la superficie del mismo depósito.
La producción utilizó un sistema de poleas creado en Gladiador para ordenar con rapidez enormes estatuas, columnas y partes de murallas, lo que llevó a Scott a bautizarlo como un plató de tipo Lego.
Después de finalizar el trabajo en Pinewood, la producción se trasladó a Almería, en el sur de España, tomando una extensa llanura en Alhamilla, a la sombra de la Sierra Madre.
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