Simon (James McAvoy) trabaja para una casa de subastas y, junto con Frank (Vincent Cassel) y su banda, planea el robo del cuadro Brujas en el aire (1798), pero un golpe en la cabeza le impedirá recordar dónde ocultó el lienzo. Tras torturarlo y comprobar que Simon sufre amnesia, Frank decide someterle a una terapia de hipnosis con la doctora Elizabeth Lamb (Rosario Dawson), con la que ambos construirán un complejo rompecabezas de secretos, tentaciones y mentiras.
Todos los elementos de la película -los colores, la música, el vestuario- están diseñados para seducir, como un trance hipnótico en sí mismo. Queríamos que el trance afectara al público al igual que a los personajes, explicó Danny Boyle.
Fiel a su estilo, en Trance el director británico no se deja seducir por las convenciones del thriller y aprovecha la historia para actualizar algunos elementos de las películas clásicas del cine negro, como es el caso del personaje de la femme fatale, interpretado por la actriz estadounidense Rosario Dawson, que se aleja de la frialdad de las mujeres rubias y calculadoras que perturbaban a los hombres en películas como Double Indemnity (1944), de Billy Wilder.
“Los clásicos del cine negro no estaban escritos para estas mujeres. Se representaba a una señora peligrosa en un mundo de hombres. Era muy blanco y negro en ese sentido, y creo que esta cinta, por el contrario, está llena de colores”, señaló la intérprete. El personaje de la doctora permitió a Boyle rodar una película en la que la mujer desempeña un papel central sin ser “la típica rubia gélida y cínica” del cine negro sino con un carácter “más cálido y mucho más emocional”, según la actriz.
Para preparar su papel, Dawson realizó el trabajo por su cuenta y llegó a asistir a clases de hipnosis, de la que ahora es una gran defensora, pues cree que todo el mundo “sale beneficiado si llega a entender su subconsciente”. La actriz constituye uno de los tres vértices del trío protagonista, junto al escocés James McAvoy y el francés Vincent Cassel, todos ellos primerizos en una película del director de Trainspotting (1996) y Slumdog Millionaire (2008).
Los tres actores señalan a Boyle como una de las razones por las que decidieron participar en Trance: “Tiene un estilo muy visual, muy barroco, y además, viniendo del mundo del teatro, le encanta trabajar con los actores”, aseguró Cassel.
El francés da vida a Frank, el líder de una banda de gángsters que parece estar guiado únicamente por la codicia hasta que su relación con Elizabeth y Simon le conduce a una situación que no consigue controlar.
La marcada y sorprendente evolución de los personajes se corresponde con un guión igualmente complejo en el que se entremezclan narrativamente la realidad, los recuerdos y las ilusiones.
“En manos de otro director, la película podría resultar confusa e irritante, pero en las manos de Boyle es bastante intrigante y emocionante”, aseguró McAvoy, que necesitó leer dos veces el guión para comprender totalmente la historia.
La mente dañada de su personaje constituye la base sobre la que se asienta la estructura “caleidoscópica” de una película que el espectador debería ver dos veces, según su director.
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