Es la historia de una relación de a dos, Patrick Solentano (Bradley Cooper) y Tiffany Maxwell (Jenifer Lawrence), ambos con problemas de relacionamiento que rondan la sociopatía.
Estamos pues, ante un producto curiosamente fiel al espíritu de las relaciones humanas de la sociedad que le dio forma y a la que se debe.
Russell, intuye de antemano que una relación amorosa en una sociedad post industrial y post capitalista no puede tener lugar, a lo sumo para un remedo de romanticismo a medio pelo o melodrama y ahí se queda.
El capitalismo ha demostrado que difícil y aún que mortal es para las relaciones humanas, donde el amor se desplaza, incluso dentro de la familia a la competitividad y la más íntima convivencia al interés.
¿Dónde aprender algo de amor, compañerismo y calor humano? Pues en la literatura, nos dice Russell.
El verdadero relacionamiento, se encuentra confinado a la literatura, cuyo principal atributo es la ficción, es decir, abundando, un remedo de realidad cercano a la falsedad.
Lejos de un romanticismo a lo Tristán E Iseo o Romeo y Julieta, que ya prefigura este estado de cosas, estamos, pues, al borde del encuentro con el enemigo –el otro Real– por in-comunicación subordinada al dinero y donde no existe verdadero amor sino entre gente que ronda la “insanía” y ha pasado por el psiquiátrico.
“Los Juegos del destino”, no es una película valiente, ni siquiera muy buena, por sus recaídas demasiado evidentes en el melodrama, pero muestra indirectamente dolencias en el interior del medio social que intenta retratar.
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