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viernes, 19 de abril de 2013

Rodrigo Ayala:«El humor es subversivo»

CINE | ESTE PROLÍFICO DIRECTOR TARIJEÑO ACABA DE TERMINAR UNA TRILOGÍA DE PELÍCULAS QUE MUESTRA ENTRE OTRAS COSAS, LO SIGNIFICATIVO PERO DIFÍCIL, DE HACER CINE EN BOLIVIA.

OH! ¿Cree que un director tiene un tipo de relación diferente con su película cuando tiene que pelear por ella económicamente centímetro a centímetro como Usted (y el resto de artífices) está haciendo?

Bueno, en nuestro caso estás obligado a involucrarte en el proyecto por completo. Es un desafío que comienza en la formulación de la idea y solo termina cuando terminas de distribuir la película. Por otra parte, sabes que en cada película estás corriendo un riesgo, tanto desde el punto de vista creativo, como desde el económico; inviertes tiempo, creatividad y recursos, por tanto la película se convierte en parte esencial de tu vida.

OH! ¿Podemos hablar de un boom del cine chapaco?

Si tomas en cuenta que hasta hace cinco o seis años la producción era prácticamente inexistente y que en este último lapso se han producido ocho largometrajes y una cantidad importante de cortos, se puede pensar que se está viviendo un momento importante que ojala pueda cuajar en un movimiento cinematográfico significativo.

OH! ¿Hay algo en especial que lo caracteriza?

El cine tarijeño no es un todo homogéneo y le falta bastante para “tomar cuerpo”, para terminar de desarrollarse. Creo que una facilidad con la que contamos, es con la desenvoltura de los actores, a pesar de los vacíos que existen en cuanto a formación. Creo que eso tiene que ver con el hecho de que de manera tradicional los tarijeños están vinculados a determinados tipos de expresividad artística; las coplas o los cuentos, por ejemplo. Si me preguntaras sobre el futuro, me da la impresión que inevitablemente este cine pondrá mucho énfasis en lo narrativo. Creo que es así, precisamente por la fuerte carga de creatividad que tiene la cultura popular tarijeña en ese sentido. Pero es solo una especulación, veremos qué pasa a futuro.

OH! ¿Cómo vivió Tarija este nuevo surgimiento del cine? ¿Cuál es la respuesta del público? ¿Cree que se siente identificado con sus películas?

Si de algo no me puedo quejar es del respaldo de la gente y las instituciones a nuestras producciones. Ese respaldo se ha expresado tanto en la asistencia a las salas (en el caso de “Día de Boda” batió récords, en el caso de “Historias de Vino, Singani y Alcoba”, a pesar de que no había cine, la gente se dio cita para verla en lugares como la plaza, o el Paraninfo Universitario), como en el apoyo diario, en la calle, en el momento de filmar, etc. Puede ser que la gente de la calle no teorice sobre la importancia del cine, pero la percibe, sabe que es algo que tiene que hacerse.

OH! En La Huerta habla de la decadencia de la clase media, algo parecido a lo ocurrido en Zona Sur, lo mismo pasa con sus dos anteriores películas ¿considera tan fuerte este argumento?

Digamos que no soy fundamentalista, pero que creo que un buen principio para cualquier cineasta es hablar del medio en el que se mueve, del que ha salido. Mis películas lo que han tratado de hacer es una descripción de la clase media tradicional tarijeña, y si hablas de ella es inevitable hablar de sus temores, sus crisis, etc.

El tema de la clase media tradicional siempre ha sido importante para mí, sobre todo desde el momento en que comenzó a ser desplazada por esa nueva clase media emergente que comenzó su despegue hace veinte o treinta años y que hoy domina diversos espacios políticos y económicos. Precisamente mi primer ensayo escrito en clave humorística “Personajes Increíbles Vistos por un Clase Mediero en Crisis”, trataba sobre ese tema. Posteriormente he escrito otros textos y artículos publicados por diversas organizaciones de investigación social, “Tarija: Escenario de las Tres Batallas”, que habla sobre la crisis de la estructura social en Tarija por ejemplo, o “La Construcción del Nuevo Paisaje Político Tarijeño” donde hablo de los nuevos actores.

Tal como la época de la revolución nacional trajo consigo el hundimiento de los sectores tradicionales y el surgimiento de una nueva burguesía, nuestra época se caracteriza por la emergencia de esa nueva clase media y el arrinconamiento de la tradicional. Mis películas las veo como una crónica donde se describe la vida de este segmento, tomando como base sus relaciones personales; de esa manera aspiro a que el público se vea reflejado viéndolas, y que a que a futuro den pistas sobre cómo vivía la gente en este lugar y en este momento.

OH! ¿Cuál es la respuesta del público de clase media que las ve?

En general creo que es buena; va a verlas y como sabemos el público que va al cine en Bolivia es de clase media. Creo que la gente en nuestro país sabe como reírse de si misma.

OH! ¿Qué destaca de los actores y actrices con los que ha trabajado más frecuentemente?

Creo que hemos formado un grupo actoral importante en Tarija y eso se refleja en “La Huerta”. Son actores desenvueltos. No estoy descubriendo la pólvora si te digo que es fácil ir trabajando con el mismo grupo actoral; muchos directores lo han hecho. En mi caso es algo que siempre me ha gustado; te doy un ejemplo más allá de mi etapa en el cine tarijeño: con Valeria Catoira comenzamos a trabajar hace más de veinte años y ahora es una de las protagonistas principales de “La Huerta”.

OH! Haciendo un poco de autocrítica, ¿qué considera que quisiera cambiar como director?

Revisar una película es ir descubriendo como podrías haberla hecho mejor. Evidentemente es un tipo de escultura que podría no acabar nunca. En mi caso creo que en esta última etapa hemos ido experimentando y desarrollando un género.

OH! ¿Cree que se traduce algo de Rodrigo Ayala en las películas?

Obviamente hay varias cosas que se traducen. Siempre debería traducirse algo tuyo en un trabajo de este tipo. Creo que mi sentido del humor en algún caso, pero sobre todo mi visión de las relaciones personales. En “La Huerta” se habla mucho de las características de las familias tradicionales tarijeñas, que es el medio donde me crié: el grupo familiar viendo junto la televisión, los cumpleaños que son verdaderos acontecimientos sociales, las sobremesas, etc.

OH! ¿Drama o comedia? ¿Por qué?

En mi caso por simple gusto y predisposición en el momento. Creo que cualquier género puede describir algo de manera adecuada y limitarse a alguno de ellos es autolimitarse. En mi caso, cuando comencé la trilogía que estoy terminando con “La Huerta” tenía muchas ganas de hacer comedia. Creo que el género que elijes tienes que adecuarlo a tus intenciones y sensibilidad.

OH! ¿Cómo describiría la próxima trilogía que está preparando?.

En este caso trataremos de abordar otros géneros. “La Casa de Piedra” que recibió un apoyo para desarrollo de Ibermedia, describe el reencuentro de un exguerrillero con su ciudad y su familia. En “Luna de Verano” estamos tratando de reflejar una crisis de pareja de mediana edad y “Gringo Limón” que estamos desarrollando con Virginio Lema, describirá un tipo de personaje tarijeño que vive al límite, que de alguna manera refleja una generación.

OH! Y en el caso de “La Huerta”, ¿cómo considera que es la mezcla de la comedia y el suspenso con un tono negro?

Ha funcionado bien. El humor es subversivo y el suspenso agrega interés a la trama. “La Huerta” es una película de género y por lo menos las reacciones que hemos tenido hasta ahora nos dicen que ha funcionado; la gente está satisfecha con el planteamiento.

OH! ¿Qué ha sido lo más difícil durante estos años cómo director de cine en Bolivia?

Lo más molestoso es el armado y manejo financiero de las películas. A veces creo que sería ideal estar en otro tipo de industria donde haya productores (y financiadores) especializados, pero después también pienso que probablemente en ese caso no tendría la libertad con la que trabajo ahora.

OH! ¿Y lo más satisfactorio?

El producto como tal; que conlleve todo lo que hemos hablado en esta entrevista. El tener una idea y luego verla plasmada en la pantalla. Tanto el proceso creativo como el resultado final son ampliamente satisfactorios.



PERFIL

Rodrigo Ayala

Rodrigo Ayala Bluske es un cineasta, ensayista y activista ambiental. En el terreno del cine comenzó su actividad en el “Cine Club Juvenil La Paz” en 1979 a los quince años de edad. Fue crítico de cine de diversos medios escritos en La Paz, tales como “Presencia”, “Hoy”, “Ultima Hora”, y “La Razón”. Fue miembro de la comisión que trabajo en la aprobación de la Ley de Cine entre 1989 y 1991. Como realizador dirigió entre 1986 y el 2010 una veintena de cortos documentales y obras de ficción. En 1996 produjo “Fuego Cruzado” la primera y última serial de capítulos independientes producida en Bolivia. En el año 2005 fundó Toborochi Films, junto con Liliana Arce y Alfonso Blanco, con el propósito de hacer cine en Tarija. En el 2008 estreno “Día de Boda”, y en el 2009 “Historias de Vino, Singani y Alcoba”. En marzo de 2012 estrenó “Tarija Valle Central”, el primer largometraje documental producido en Tarija y en mayo estrenará “La Huerta”. Desde 2006 es Director Ejecutivo de PROMETA, institución ambiental. Actualmente es columnista de ERBOL.
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