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viernes, 27 de abril de 2012

María Félix - La bella con corazón de hombre

“No nací para cargar canastos. Me ofrecen papeles de india y las indias las hago en mi país, en el extranjero sólo encarno a reinas”, decía María Félix, y la gente pensaba que era arrogante y ególatra.

La Doña, título que le dejó una de las interpretaciones que la consagró en la actuación, Doña Bárbara, se inventó a sí misma. Tomaba de sus personajes, siempre altivos y nada sumisos, sus principales características hasta hacerlas propias. La descubrieron mirando escaparates gracias a su belleza, con esos ojos que fueron inspiración de los versos de su segundo marido, el compositor mexicano Agustín Lara, quien le escribió María bonita.

Nacida en Sonora, María tenía 11 hermanos, pero con Pablo, su hermano mayor, había un amor infinito, tan fuerte que la madre de ambos mandó lejos a Pablo para que haga carrera militar, temiendo una relación incestuosa entre sus hijos. Al poco tiempo él se suicidó, dicen que por el dolor que le causaba estar lejos de María.

A ella no le gustaba jugar a las muñecas, en cambio prefería los juegos de hombres y montar a caballo, los domaba y en cierta forma se identificaba con ellos por su espíritu libre y difícil de apaciguar.

Su primera actuación fue con el entonces ídolo mexicano Jorge Negrete, quien la minimizó cuando protagonizaron El peñón de las ánimas en 1942. Félix no sólo actuaba por primera vez, sino que además era medio tartamuda, con lo que arruinaba varias tomas. Ya encolerizado, Negrete le dijo: “Señora, ¿con quién tiene uno que acostarse para estelarizar una película?”. Ella sólo respondió: “Dígamelo usted; tiene más tiempo en esto que yo”.

Una década más tarde, con María convertida en una diva mexicana, un Negrete totalmente rendido a su pies le pediría matrimonio e incluso hipotecaría un rancho para comprarle un collar de esmeraldas. Once meses después, Félix enviudaría e iría a recoger el cadáver de su esposo a Estados Unidos. Su imagen distaba de la típica viuda, vistió los pantalones que fueron su sello personal y que adoptó de su personaje de la Monja alférez; pero lo que muchos no sabían era que los llevaba para disimular sus piernas delgadas que no le gustaban. Un viejo fabricante de ropa la recordaría de este modo: “Una cara de diosa, pero unas piernas flaquitas, flaquitas”.

Sólo tuvo un hijo de su primer matrimonio, Enrique Álvarez Félix, quien murió de un infarto, el dolor más grande para La Doña.

Se decía que ella nació para conquistar y no para que la conquisten, y así fue. Encandiló a Agustín Lara, un hombre descrito como feo, pero que ella amaba. De él se dice que le era infiel y que cuando quiso dejarla, ella se arrodilló para que no lo haga. Luego vino Negrete y a él le sucedió el millonario francés Alex Berger, de quien enviudaría en 1974. Su lugar lo ocupó el pintor Antoine Tzapoff, quien fue su último novio.

María bonita murió el 8 de abril de 2002 en su México natal, mientras dormía. Su partida fue llorada por miles de compatriotas.

Estelarizó 51 películas y fue un mito viviente que odiaba que le preguntasen su edad, aunque la partida de nacimiento declara que nació en 1914. María fuerte, indomable e imposible, aseguraba de sí misma: “Yo siempre he dicho que tengo corazón de hombre. Yo no creo que tenga el corazón de mujer, esa cosa frágil”.

María

“Tanta y tan intensa es su hermosura, que duele”, decía de Félix el dramaturgo francés Jean Cocteau. A sus 24 años tuvo el primer y único papel que nunca dejó: el de protagonista.

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