Las dos películas que sellaron la inmortalidad del realizador sueco Ingmar Bergman se exhiben en la sala Renzo Cotta de la Cinemateca Boliviana, a las 19.00 y 21.15, hasta el próximo miércoles.
Gritos y susurros (1973) y El séptimo sello (1957) son películas distintivas, entre todas las que hizo el director escandinavo.
En El séptimo sello, Bergman narra la vuelta a casa de un caballero medieval y su escudero tras combatir en las Cruzadas, encontrándose en su camino con un paisaje devastado por la peste y el fanatismo religioso.
Gritos y susurros presenta la historia de María y Karin, dos hermanas que acuden a la casa familiar para acompañar a la tercera de ellas, Agnes, quien agoniza a causa de un cáncer de útero.
Agnes ha llevado una vida sencilla y sigue soltera, viviendo en la casa de sus padres tras la muerte de éstos. Se interesa por el arte y la religión, confesándole sus inquietudes al pastor luterano Isak y a su propio diario. Además tiene los cuidados de su sirvienta, Anna, una mujer que, tras sufrir la muerte de su hija, vuelca sus esperanzas en Dios y desarrolla un estrecho vínculo afectivo con su ama.
Ambas cintas fueron objeto de decenas de estudios, por el contenido psicológico de sus tramas.
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