Un documental sobre la vida de los reclusos de la cárcel de San Antonio, dirigido por el cineasta cochabambino Álvaro Olmos (28), se presentó en el marco de la decimotercera versión del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (Bafici), el domingo pasado.
El documental de Olmos titulado “San Antonio” y “Wara Wara”, cinta del cine silente recién restaurada, son dos de las cuatro piezas bolivianas que se exhibirán en el Bafici 2011 que concluye el próximo 17 de abril. Entre las más de 400 películas a presentarse, se exhibirá también “Ríos de hombres”, documental boliviano-mexicano y “De la necesidad de navegar”, corto de co-producción entre Alemania, Bolivia y Argentina.
“San Antonio” se presentó en el marco de la sección fuera de competición denominada “Panorama-Lugares” y retrata la vida de tres reos: un narcotraficante que se disfraza de payaso para los niños de la cárcel; un pandillero acusado de doble homicidio quien vende droga, hace tatuajes y graba un disco de hip hop mientras espera su sentencia; y un ladrón que solo quiere salir para seguir delinquiendo.
A continuación, una charla con el director lograda por medio de Internet:
Los Tiempos (LT): ¿Cómo llegó a ser parte del Bafici?
Álvaro Olmos (AO): “San Antonio” es una película de co-producción boliviano- argentina y estar en el Bafici era un paso obligado para iniciar con buen pie la ronda de festivales. Yo vengo al festival desde 2009 y es uno de mis festivales favoritos así que estrenar la película aquí es un sueño cumplido.
LT: ¿Es su primera pieza? ¿Cuánto trabajo supuso?
AO: “San Antonio” es mi ópera prima. Es un documental de 80 minutos. Empecé con el proyecto el año 2007 y desde entonces he acumulado más de 100 horas de material filmado dentro y fuera de la cárcel de San Antonio y muchas otras horas filmadas en la Argentina, debido a que uno de los personajes es argentino.
LT: ¿Por qué eligió esa temática?
AO: En realidad la película comenzó por una casualidad, yo visité todas las cárceles de Cochabamba durante el 2007 con la finalidad de enriquecer un guión que estaba escribiendo y que incluía escenas dentro de una cárcel, entonces, para mejorar esa parte de la historia decidí visitar las cárceles y conocerlas de cerca. Me encontré con este mundo fascinante e inmediatamente me di cuenta que debía hacer un documental sobre aquello; pero no un documental común, sino uno que esté narrado desde la naturaleza de los personajes.
LT: ¿Cómo logró que le permitieran adentrarse en los secretos de la cárcel?
AO: Entrar en San Antonio fue difícil. En Cochabamba tuve muchas dificultades, cada nueva autoridad siempre obstaculizaba el desarrollo de la filmación; sin embargo, luego obtuvimos un permiso especial desde el Ministerio de Gobierno en La Paz y pudimos terminar el rodaje. El resto partió por iniciativa de los propios internos que son parte de la película, son básicamente ellos los que se describen a sí mismos, nosotros sólo filmábamos lo que ellos querían que sea filmado. Drogas, alcohol y otras cosas que se muestran en la película son el registro de acciones que ellos nos autorizaban, a partir de la confianza y amistad que fuimos forjando a lo largo de los cuatro años.
LT: 5. ¿Cómo reaccionó el público en el festival? ¿Cuál es la actitud frente a la oferta de Bolivia?
AO: La reacción del público fue inesperada, en el buen sentido. La primera persona del público que pidió la palabra para hablar después de la proyección se puso a llorar a tiempo de felicitarnos por la película. El público se emocionó mucho, sobre todo por la forma en que se van cerrando las historias. Me gustó que después de la proyección de la película nadie se moviera de su lugar, esperando participar del diálogo conmigo que se hizo largo e interesante.
LT: ¿Cuál es su línea de trabajo?
AO: Línea de trabajo no tengo, pero creo que trato de hacer lo que es necesario hacer en el cine si quieres producir películas de calidad. No pretendo hacer películas solamente para presentarlas en Bolivia y creer que soy un cineasta famoso, yo quiero hacer películas en Bolivia para el resto del mundo, con la calidad que eso implica y la dedicación necesaria. No importa si toma cuatro o cinco años, es la única forma. “San Antonio” es la prueba.
Olmos ganó su primer premio en 2003, con “Sin salida”, considerado el mejor corto nacional ese año. Tras más de 18 cortos, este año fue seleccionado para un evento nacional y dos eventos internacionales.
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