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miércoles, 7 de enero de 2015

Una noche en el museo 3: El secreto de la tumba’: Dándole vida al museo


Si todas las criaturas de un museo pueden recobrar la vida por arte de magia, entonces, casi cualquier otra cosa es posible. En hacer posible lo imposible consiste el mundo de los efectos visuales, y casi la mitad de Una noche en el museo 3: El secreto de la tumba exigió brujería digital.

Una de las escenas más des-lumbrantes de la película tiene lugar dentro de una litografía del renombrado artista gráfico holandés M.C. Escher, famoso por sus xilografías, litografías y grabados a media tinta, frecuentemente inspirados en las matemáticas, que exhiben increíbles construcciones y exploraciones del infinito. Si bien esta escena se basaba en una sorprendente cantidad de efectos visuales, gran parte de ella fue realmente a puerta cerrada y exigió la pericia de un equipo de realización interdisciplinario.

Levy y los guionistas quisieron tomar algunos de los cánones de las películas anteriores y elevarlos a otro nivel, así que crearon una escena en la que Larry, Teddy y Sir Lancelot caen en una de las litografías de Escher, “Relatividad”, dando lugar a la que puede ser la más singular escena de persecución de la historia del cine. Es una carrera a través de un mundo imposible, de múltiples planos, tres niveles de gravedad e infinitas posibilidades.

Para ayudar a fijar la secuencia, el diseñador de producción Martin Whist construyó un modelo tridimensional que reprodujo la geometría y la arquitectura del grabado. Levy y sus jefes de departamento celebraron una docena de sesiones de intercambio de ideas a lo largo de varios meses para calcular la dinámica y, luego, el equipo de previsualización animó un esbozo del aspecto que podría tener en la película.

Concebir, crear y rodar la escena fue parecido a montar y resolver un complejo rompecabezas. “Cada imagen tiene múltiples capas y numerosos planos de gravedad y se hicieron 60 tomas”, dice Levy. “Sesenta tomas multiplicadas por tres capas. Hubo que tomar y captar por separado muchos elementos para combinarlos en algo perfecto y unificado. La secuencia exigió un tiempo, una concentración mental y una dedicación extraordinarios, pero creo que los resultados habrán merecido todo ese esfuerzo y que el público realizará un viaje en una atracción de feria como nunca antes han experimentado”.

Candidato a tres Premios de la Academia (Yo, robot, Gigantes de Acero, Iron Man 3), el supervisor de efectos visuales Erik Nash ha trabajado en una amplia lista de grandes películas, pero asegura que “nunca he visto nada como esto. La primera vez que leí el guión, la escena de Escher sobresalía realmente por sus grandes posibilidades de ser algo que el público no hubiera experimentado antes”.

LOS LUGARES DE RODAJE

Aunque se construyeron enormes platós y el rodaje tuvo lugar en estudios de sonido de Vancouver (Columbia Británica), Una noche en el museo 3: El secreto de la tumba también fue filmada en Londres y en Nueva York.

En esta película, más escenas fueron rodadas en los auténticos museos que en las dos producciones anteriores. Varias fueron fotografiadas en el Museo Británico, incluidos el Gran Patio, el espacio cubierto más grande de toda Europa, y la Galería de la Ilustración, una de las partes más antiguas del museo. “Trajimos a nuestros personajes al Museo Británico porque cuanto más irreales sean las circunstancias, tanto más importante resulta que una parte tan grande de la película como sea posible esté anclada en la realidad”, explica Levy. “Eso significa rodar con personas reales que hacen cosas reales en lugares reales, y cuyas interpretaciones no pierdan naturalidad y respondan a situaciones tales que nos permitan identificarnos con ellas”.

Después de algún trabajo de localización de exteriores en el lluvioso Londres, el equipo de la película se trasladó al interior del Museo Británico. “Tuvimos acceso a este extraordinario lugar, en el que nunca se presentaría la posibilidad de recorrerlo en solitario”, dice Stiller. “Íbamos a una marca, dábamos comienzo a la escena en la Piedra Rosetta y la finalizábamos en la Era de la Ilustración. No hay nada parecido a estar en el lugar auténtico, a la sensación que transmiten las salas ni a estar allí de noche”.

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