Ni un Oscar. La ingratitud de la industria cinematográfica es monstruosa para con los actores enanos. Salvo excepciones, los directores los han usado o les han relegado a papeles secundarios que les muestran como seres jocosos o monstruosos. Pero no es sólo eso. Papeles que les hubieran dado protagonismo les han sido arrebatados: se ha optado por filmar con gente alta para achicarla luego digitalmente. ¡Hay que ser ingratos!
Reparemos en algunos casos. ¿Qué sería de R2D2 (Arturito, para los amigos) sin Kenny Baker (Gran Bretaña, 1934)? Su 1,12 m de estatura le dio parte de la personalidad a la larga saga de La Guerra de las Galaxias, pero a la hora de repartir créditos, sólo los fanáticos saben de la existencia de un humano debajo de la coraza de robot. Búsquenlo: hizo también pequeñas apariciones (no hay ironía en decirlo) en El hombre elefante y Amadeus, entre otras cintas emblemáticas.
Y está Willow, el mago, injustamente opacado por el coprotagonista Val Kilmer. Si el filme de fantasía se ha convertido en una especie de cinta de culto es por las hazañas del aprendiz de mago, noble y valiente. Warwick Ashley Davis (Gran Bretaña, 1970) es el artista, cuya carrera incluye roles en la saga de Harry Potter y, junto a Baker, también en la Guerra de las Galaxias, donde actúa debajo de los pelos de los Ewoks.
Blancanieves, el cuento popularizado por los Hermanos Grimm, ha motivado una y mil versiones en el cine. Infaltables, por supuesto, los enanos.
En el último Oscar, dos versiones con humanos han figurado entre los candidatos; pero no se hagan ilusiones, no. Fue por el vestuario, pues los argumentos no daban para lucirse a nadie.
Hay que ver lo bien que los vistió Eiko Ishioka, la diseñadora japonesa, en Espejito, espejito (Tarsen Singh). Siete trajes tan elaborados como los de la princesa, para cuerpos de no más de 1,20 m. Ronald Lee Clark (de ascendencia asiática), Jordan Prentice, Mark Povinelli, Joe Gnoffo, Danny Woodburn, Martin Kiebba y Sebastian Saraceno demuestran que no hay papel chico.
La gran decepción en este sentido es la de Blancanieves y el cazador. Los enanos, ¡no son enanos! El director Rupert Sanders podrá decir que, en su película, los compañeros de Blancanieves no son los principales, que ni siquiera aparecen en el título; pero hay que admitir que sin los valientes enanos, la princesa...
En esto y mucho más, de lejos sale ganando la Blancanieves del español Pablo Berger. En la cinta ganadora de los premios Goya 2013, los enanos, que son seis toreros, resultan esenciales. En particular tres de ellos: Sergio Dorado (Rafita), un príncipe sin corona de pies a cabeza, descubrimiento revelación de Berger; Alberto Martínez (Josefa), un enano con alma femenina, y Emilio Gavira (Jesusín), el envidioso y gruñón. La troupe se completa con Michal Lagosz (Manolín), Jimmy Muñoz (Victorino) y Jinson Añazco (Juanín).
Se podría seguir enumerando presencias de personas de pequeña estatura en el cine. Lo que llama la atención, sin embargo, es que las mujeres brillan por su ausencia. Si ya ellos son reducidos a roles secundarios, ellas casi ni existen. Las excepciones confirman, claro, la regla.
Un ejemplo destacado, que deja lucirse en la actuación dramática a Daisy Earles, es Freaks, la película de 1932 (Tod Browning) que protagoniza su hermano Harry Earles, otro diminuto actor de teatro. El filme incluye a los enanos en un mundo circense —muy común— que explota las deformidades. Claro que al final, lo que se aprecia es que los otros, los grandes y “normales”, son los verdaderos monstruos.
Hablando de premios, de los cientos de Globos de Oro y Emmy repartidos hasta el momento, uno de cada cual le ha tocado a Peter Dincklage (EEUU, 1969), actor de Juego de Tronos de 1,35 m de estatura. La crítica de Los Angeles Times publicó: “Si este hombre no gana un Emmy, deben rodar cabezas”. No hubo necesidad.
La que los actores pequeños quisieran ver rodar es la de Peter Jackson, el director de El Hobbit: Un viaje inesperado. Los 13 papeles de enanos han ido a parar en cuerpos falsos. La injusticia es mayor, pues, como se ve, en esta misma nota luce, de apertura, la foto de los impostores.
Qué se le va a hacer, Tolkien los imaginó (y dibujó) así. Porque artistas de talla no faltan, como se ha enumerado. Y ahí están otros como Charles Daniel Woodburn (El hechicero), Tony Cox (Oz el poderoso), Verne Troyer (Austen Powers) y muchos más.
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