Con una crítica social a través de la que cualquier mexicano puede identificarse se estrenó, ayer, en las salas de Butaca Uno y de la Cinemateca Boliviana la cinta Acorazado, ópera prima del realizador Álvaro Curiel. El ingreso a las funciones es de 25 bolivianos.
FILME. La comedia Acorazado hace énfasis en unos sindicalistas que intentan sobrevivir en las calles del puerto de Veracruz, 15 años después de que el gobierno de Carlos Salinas requisara las instalaciones del puerto, acusándolos de corrupción.
El más joven de este grupo Silverio Palacios (nombre real del actor), convencido por sus amigos, decide emigrar a Estados Unidos tras el sueño americano y crea, con su taxi viejo, una balsa para ir a “la tierra prometida”, pero en realidad llega a Cuba, donde busca asilo político, convenciendo a los de las isla del Caribe de que huye de la injusticia del capitalismo y la desigualdad.
Aspectos de la realidad. A través de Silverio Palacios, personaje central de Acorazado, el cineasta hace un retrato de los mexicanos idealistas con ideas izquierdistas. “Se trata de una comedia en la que se realzan las faltas y los errores más comunes del mexicano al tratar de salir adelante en vida, lo cual abre la posibilidad de que el espectador reflexione sobre la realidad del país”, afirma.
Según Curiel, tanto el personaje de Palacios como la balsa en la que intenta llegar a Estados Unidos son una alegoría del país, en el sentido de que en México hay muchas cosas que van a la deriva, sin saber hacia dónde va uno y qué rumbo quiere seguir. El cineasta mexicano sostiene que la idea de realizar esta ocurrencia cinematográfica surgió en un fetival de cine en La Habana.
Acorazado estará en las salas hasta el 15 de noviembre.
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