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lunes, 19 de noviembre de 2012

Las bellas durmientes de Loayza

Asesinan a una mujer bella en la capital del oriente. El autor y el móvil del crimen son un misterio. Un asesino en serie asola Santa Cruz y el cadáver de esta mujer hermosa es solamente el primero de muchos. Las víctimas son chicas ligadas al mundo del modelaje, el glamour y la farándula cruceña. Con cada nueva muerte, el investigador asignado al caso, el cabo Quispe, un hombre noble y honesto, se obsesiona más por resolver el enigma. Pero hay un problema: en la unidad de investigaciones especiales el trabajo no es más que un estorbo. Valiente, Quispe se enfrenta al inefectivo y anquilosado sistema del que es parte, incluso a costa de arriesgar su fuente laboral al oponerse al sargento, su jefe, que no se cansa de hacer esfuerzos por cerrar el caso a la brevedad posible.

Las bellas durmientes es la nueva película de Marcos Loayza y está a punto de estrenarse. Es un thriller y es una comedia. Esta última es una especialidad de Loayza, pero es la primera vez que se inscribe desde el principio en un género específico.

“¡Cuidado que la gente confunda la película con Locademia de policías III!”, advierte. Irreverente por naturaleza, la ironía y el humor negro lo habitan; por eso, una ficción suya no podría ser otra cosa que una comedia. El humor le permite decir lo que no podría decirse de otra manera. “El humor es en esencia subversivo, rompe fronteras, subvierte un orden. Por eso, Milan Kundera decía que reconocía a los estalinistas porque no tenían sentido del humor”, afirma. Loayza no juega con un humor festivo: trabaja con situaciones que transitan el absurdo y el espectador ríe de un mundo que lo refleja.

El artista y la catequesis

A pesar de ser profundamente paceño, en esta oportunidad este cineasta tímido y de aire taciturno no tuvo el menor reparo en hacer maletas y trasladarse a Santa Cruz con buena parte de su equipo para filmar su nueva película.

Y el resultado fue una sorpresa. “En Santa Cruz es mucho más fácil trabajar”, dice. “La gente te puede dar o no, pero a nosotros nos ha dado mucho. Íbamos, por ejemplo, a una tienda y le decíamos al dueño: ‘Señor préstenos su maniquí’ y él nos respondía ‘Llévenselo, me lo devuelven esta tarde’. Aquí, en La Paz, cuando pides algo te dicen ‘por qué y para qué lo quiere’; la gente desconfía mucho más. No estábamos acostumbrados al apoyo solidario de la gente. Pero algo que nos ha perjudicado mucho es el calor. Aquí, con el frío, prendemos las luces y estamos bien. En Santa Cruz, el set se convierte en un horno. El actor se te duerme. Todo se hace más lento y hay que parar para que la gente se hidrate”, afirma.

El elenco de Las bellas durmientes está compuesto por gente de La Paz, Santa Cruz, Beni y Cochabamba. “Cada uno trae sus costumbres, sus modismos, sus maneras. La gente tiene que convivir, más allá de la ‘integración’ entre oriente y occidente de la que todo el mundo habla”, comenta.

El filme toca diferentes temas de la realidad nacional y aunque una película sea “un pretexto para hablar de nuestra sociedad y verla como en un espejo”, el director nunca tiene una “intención” específica al escribir un guión.

“Yo no cuento historias para que tengan una moraleja, cuento una historia que creo que vale la pena contar. Ésas son las historias que la gente quiere. El que escribió sobre Edipo no debe haber dicho ‘voy a explicar lo que es la paternidad y el incesto’, sino que simplemente ha dicho: ‘¡Qué jodido deber ser que te enamores de tu madre!’ y a partir de ahí ha empezado a escribir una historia. Pienso que el artista no es dueño de la verdad, no puede pontificar ni catequizar, no puede educar, simplemente mira la sociedad desde un punto de vista determinado y la muestra, y la sociedad decide si quiere verse desde ese punto o si se reconoce de esa esquina o no. Uno recién se da cuenta de cuáles son las preguntas que se ha estado haciendo cuando entrega la película al público”, afirma.



Una institución en crisis

¿Es casualidad hacer una película que involucra a la Policía, justo en tiempos en que la institución está en crisis?, pregunto. “La película es una ficción y se aclara que no toca instituciones ni personas reales, pero se desenvuelve al interior de una unidad de investigaciones especiales; creo que a partir de ahí es posible criticar la institucionalidad de todo el país”, responde.

¿Se muestra la corrupción que actualmente hay dentro de la Policía?, cuestiono. “Eso es así desde antes de que yo tenga memoria. Cuando el MNR hizo la Policía se llamaban ‘varitas’, regulaban el tráfico y ya eran corruptibles. Ahora se les dice ‘pacos’ y también hay una actitud muy despectiva hacia la Policía. Hay profesiones que son difíciles de hacer. Muchos jóvenes consideran que la Policía es una de las caras del poder. Un policía, distinto a un sacerdote o a un médico que salva vidas, nunca es bien visto. Claro, los norteamericanos invierten mucho dinero en la imagen de su Policía y ahora hay un montón de series en la televisión, pero entre nosotros no hay respeto hacia la Policía, primero por el color de piel, entre otras cosas”, afirma.

Pero ¿no es ésa una actitud que se manifiesta en ciertos estratos sociales?, ¿no hay gente que sueña con ser policía?, insisto. “Se presenta el mismo fenómeno. Todos quisieran ser policías porque quieren el poder, pero hay pueblos que deciden que la Policía no entra y los bota o piden que renuncien. Y hay una policía paralela: si te vas a un mercado o a la Huyustus, los comerciantes de ese lugar tienen su propia policía. Partidos políticos tienen su propia policía y hasta los sindicatos tienen su propia policía. Es donde mejor se muestra la fragilidad institucional, creo yo”, argumenta Loayza.

“Me parece que la película toca las relaciones de poder y qué se hace con la obsecuencia o la rebeldía. El poder no solamente lo tiene el Presidente; lo ejerce con mucha mayor crueldad, por ejemplo, un portero que tiene un poder menor. Y también trata la seguridad ciudadana. Hay menos policías de los que son necesarios. Si vas a la FELCC y quien te atiende es totalmente ineficiente, seguramente no va a ser porque es un imbécil, si no tiene las condiciones ni los recursos para realizar la tarea que le han dado; y eso pasa en todas las instituciones del Estado”, dice Loayza.

Vedettes intelectuales

Además de ser la ciudad en la que la Policía tiene hoy un reto definitivo frente a la criminalidad, Santa Cruz es también la única urbe boliviana que cuenta con una farándula, es la sede del modelaje. La relación de Bolivia con la belleza de sus mujeres es también un punto que toca la cinta.

“La gente supone que ser bello es ser frívolo, supone que en el mundo del modelaje no hay profesionalismo y que el mundo de la farándula no tiene sentimientos ni humanidad. Es un prejuicio. Se cree que un sociólogo, un cientista social no es banal, sino profundo. Eso es mentira; hay modelos que estudian una carrera y filósofos que tienen espíritu de vedette, a los que les gustan más los flashes que el pensamiento”, sostiene.

Así, Marcos Loayza cree que si bien la sociedad premia la belleza, también tiene su forma de castigarla. “No pasa nada cuando un futbolista o un viceministro dicen una estupidez, pero cuando lo hace una miss o una presentadora de televisión se arma un revuelo y sale en los titulares”, comenta.

La relación boliviana con la belleza, en cierta medida, implica también una negación. “Se pretende que una mujer hermosa mida un 1,80 metros y que sea rubia. Aquí ese patrón genético casi no existe, es minoritario. Pretendemos vernos como no somos”, afirma.

Amigos y familia

Para filmar Las bellas durmientes, Loayza trabajó con el grupo de personas de su entorno cercano, con quienes lo hace siempre.

El actor Luigi Antezana, que personifica al cabo Quispe, es uno de los veteranos en la filmografía del director, pero también lo acompañaron a Santa Cruz la continuista Daniela Mendizábal y su jefe de iluminación, Javier Dorado.

Como en su primera película, Cuestión de fe, casi 20 años después convocó nuevamente a Óscar García y a Sergio (Mosca) Claros. Pero también trabajó con gente con la que nunca lo hizo antes, entre ellos sus hijos Santiago y Alejandro.

“Santiago es el productor. Él y Mosca Claros son quienes han hecho posible la película. Y Alejandro es el productor creativo. Ha hecho posible que el filme se estrene y ha manejado gran parte de la imagen de la película en general. Julián, el menor, está en la universidad y hace la parte crítica, opina desde afuera. Antes, a mis hijos no les gustaba leer el guión con anterioridad, iban al set alguna vez, pero les gustaba tener la sorpresa del estreno. Esta vez es diferente, aunque hasta ahora ‘Ale’ se niega a ver la película ya terminada porque prefiere verla en el estreno. Para mí es una bendición poder estar con mis hijos, trabajar con ellos, aprender de ellos es una maravilla”, sostiene.

Para elegir a los actores de sus películas, a Loayza no le gusta hacer castings. “Hago castings para cosas muy pequeñas, porque es muy mentiroso, puede que justo ese día al actor le duela la muela o que simplemente se ponga la chompa equivocada; en cambio, si veo un corto que ha filmado o una obra de teatro o lo veo en la televisión, me hago una idea de su trabajo sin la necesidad de estar haciéndole dar examen”, asegura. “Cuando un actor me interesa, veo todo de él; eso pasó, por ejemplo, con Paola Salinas, una de las protagonistas, con Jorge Larrazábal; había leído sobre ellos; también con Carlos Rocabado y Giselli Ayub”, agrega.

El aspecto personal es de vital importancia, porque Loayza no se animaría a trabajar con gente con la que no existe ningún tipo de empatía. “Tiene que haber una relación entre el actor y el director. Nos tenemos que caer bien porque vamos a trabajar y vamos a llegar a un nivel de intimidad muy grande. Él me va a entregar su cara para que yo haga lo que me da la gana con ella y, si no hay esa confianza y esa amabilidad, puede ser un desastre. Sólo me quedaría el camino de la manipulación. Tendría que usar su psicología. En lugar de decirle ‘te tienes que ver demacrado y cansado’, el día anterior lo tengo ensayando hasta las cinco de la mañana y realmente va a estar cansado. Pero eso no me gusta ni me parece correcto”, dice.

Yo no cuento historias para que tengan una moraleja, cuento una historia que creo que vale la pena contar.

Un ataque de gota en medio de la filmación
Las bellas durmientes se estrena el 20 de diciembre. Atrás quedaron la pasión, la diversión y los percances inesperados.

Uno de los momentos más duros y de mayor desesperación fue cuando, justo antes de una de las escenas claves y físicamente más desgastantes para los actores, se interrumpió la filmación por un ataque de gota que sufrió Luigi Antezana, al punto de tener que someterse a una operación de emergencia.

Afortunadamente, se recuperó con la celeridad suficiente como para seguir filmando. “En menos de una semana Luigi estaba de nuevo encarnando al cabo Quispe, corriendo y haciendo las más atrevidas escenas de acción, con el apoyo moral de todo el equipo y de las Bellas Durmientes” finaliza Loayza.


Filmografía de Marcos Loayza
1987. El olor de la vejez.

1990. Cuando tú te hayas ido.

1992. Radio pasión.

1995. Cuestión de fe.

1998. Escrito en el agua.

2004. El corazón de Jesús.

2007. El estado de las cosas.

2010. Qué culpa tiene el tomate.

2012. Las bellas durmientes.

2014. AK.

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