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jueves, 2 de febrero de 2012

‘J. Edgar’, el retrato de un hombre fascinante

La personalidad de Edgar Hoover, el fundador del FBI, era tan compleja y fascinante que no fue de extrañar el interés de Clint Eastwood por llevar su vida a la pantalla. Pero justamente es el intento de mostrar al personaje en todos sus matices lo que hace que la historia se diluya.

Odiado y amado a partes iguales, mucho se ha especulado siempre sobre Hoover. Y aunque con los años se han desvelado gran parte de sus motivaciones profesionales y de su imagen más personal, la curiosidad que genera este personaje provocó una gran expectación ante el trabajo de Eastwood. Un Eastwood que ha demostrado tras la cámara una enorme sensibilidad cinematográfica que ha dado frutos como Unforgiven, Río Místico o Million dollar baby.

Leonardo Di Caprio realiza un ajustadísimo trabajo en su recreación de un Hoover muy joven y muy mayor.

Porque la película se centra en el comienzo de la carrera de Hoover y en el final, con muy poco espacio a la parte intermedia en la que el todopoderoso director del FBI ejerció todo su poder a su antojo.

Bien rodada, con una cuidada planificación y una preciosa fotografía de Tom Stern, colaborador habitual de Eastwood, J. Edgar responde a muchas curiosidades locales. Y deja más que clara la siempre negada homosexualidad de Hoover, un hecho que provocó una cierta polémica tras el estreno del filme en Estados Unidos.

Pero al centrarse en esos detalles, Eastwood pierde de vista el conjunto del personaje de Hoover y, por tanto, de la película.

En casi dos horas y media, quedan bien retratadas la prepotencia y carácter dictatorial que le hicieron tan temido.

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