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lunes, 27 de febrero de 2012

En el Oscar Woody Allen y Max von Sydow

El homenaje de Woody Allen fue en una sala colmada del centro cultural y comunitario 92Y, una institución judía sin fines de lucro situada en el Upper East Side de Manhattan, donde se proyectó su filme Días de radio (1987), que recuerda la época dorada de ese medio antes de la irrupción de la televisión.
Allí, el cineasta estadounidense participó de una charla con el ex presentador de televisión Dick Cavett y la experta en cine Annette Insdorf, en la que revisó su amor por la radio, la magia y su inspiración para filmar, entre otras cosas. "Cuando era chico, la radio era lo único que teníamos. Mientras me vestía, mientras desayunaba, la radio siempre estaba ahí", contó Allen, de 76 años y con una trayectoria de más de 40 películas, entre ellas clásicos como Annie Hall, Manhattan y La Rosa púrpura del Cairo.
Junto a Cavett, su contemporáneo de 75 años, el cineasta recordó el "castigo" que imponían los padres a sus hijos durante su infancia, consistente en "la brutal privación" de "no escuchar radio por una semana", y también el placer de engañar a sus padres con tal de disfrutar de su pasatiempo favorito. "¿Había algo más maravilloso que hacerse el enfermo y quedarse en la cama escuchando la radio 12 horas seguidas?", preguntó, con la mirada puesta en su infancia.
Sin embargo, y pese a este amor incondicional, Allen admitió la "inocencia" de una época en la que se pensaba que la radio iba a significar "el final de todas las guerras" porque unía a la gente, e incluso no le tembló el pulso para criticar muchos de los programas que, antes, le parecían grandiosos.
"Cuando ahora escucho esos viejos programas, algunos de ellos son basura. Dios mío, ¿cómo pude haber estado encantado con esto?", confesó, provocando uno de los tantos ataques de risas del público durante esta velada en homenaje a Himan Brown, uno de los pioneros de la radio en vivo en Estados Unidos.
Vestido con su habitual simpleza (un jersey color crema y pantalones marrón), Allen habló también de su pasión por la magia, presente en varios de sus filmes como Scoop (2006), y el aprendizaje de este arte, que en su caso, calificó de "colosal pérdida de tiempo". "Los trucos de magia son una rara, extraña y pequeña pasión. Supuestamente me harían popular en las fiestas. Pero nunca hice nada delante de nadie. ¡Eramos el espejo y yo!", contó, al referirse a las horas y horas de práctica en vano.

EL MUNDO DEL CINE
Ya en el mundo del cine, y al responder algunas preguntas del público, Allen señaló que empezó a escribir papeles especialmente para mujeres, influenciado por la actriz Diane Keaton, con quien tuvo un romance de cinco años en la década de 1970.
"Empecé la relación con Diane Keaton y estaba muy impresionado con ella. Me dije 'Puedo escribir para ella, puedo escribir para mujeres'", afirmó, agregando que ahora era "mejor mujer que hombre", levantando otra vez carcajadas en el auditorio.
Las risas no se habían acallado cuando volvió a mostrar su genio, esta vez al hablar de su madre: "Vio todas mis películas. Las disfruta sin entenderlas", dijo.

MEDIANOCHE EN PARÍS
La vigencia de Woody Allen volvió a quedar demostrada con el reconocimiento para su última película Medianoche en París, una onírica fantasía, nominada a los premios Oscar por mejor película, mejor director, mejor guión y mejor dirección artística. La entrega de los galardones será mañana.
Como un posible anticipo de lo que sucederá en Los Angeles, Allen añadió esta semana otro galardón a su larga lista de éxitos, al ganar por quinta vez el premio del Sindicato de guionistas de Estados Unidos (WGA) al mejor guión original por Medianoche en París.

Un personaje mudo
Es una leyenda viviente, trabajó junto a Ingmar Bergman, y mañana Hollywood podría reconocer la trayectoria de Max von Sydow, nominado al Oscar como mejor actor de reparto por su papel de hombre mudo en Tan fuerte y tan cerca.
Von Sydow, que en abril cumplirá 83 años, está en una dura competencia con Nick Nolte, Christopher Plummer, Kenneth Brannagh y Jonah Hill en una categoría que no tiene un claro favorito. El actor asegura que su personaje no fue más difícil por no hablar. "No hay nada diferente de él con otra gente. Solo se niega a hablar. Él escribe, por lo que se expresa a través de la escritura. Es un ser humano normal, con reacciones normales e ideas. El hecho de que no hable crea situaciones absurdas", afirma Von Sydow.
Von Sydow estuvo nominado al Oscar en una otra ocasión: en 1989 compitió como mejor actor protagónico por la cinta Pelle, el conquistador, pero ese año el galardón recayó en Dustin Hoffman por Rain man.

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