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martes, 3 de mayo de 2011

Historia: De Chicago a Bolivia

La historia de la consecución de la jornada laboral de 8 horas es una de las luchas y revueltas que costó mucha sangre proletaria. Empezó a fines del siglo XIX en Chicago, que por entonces era la segunda ciudad más poblada y el mayor centro industrial de los Estados Unidos, y donde desde 1829 se habían formado movimientos obreros que presionaban a las legislaturas estatales para que decretaran un tope máximo de horas de trabajo a cumplir.

Y es que la jornada laboral era en promedio de 10 a 12 horas, no siendo raro que los patrones impusieran jornadas de hasta 18 horas con paga insuficiente. En estas circunstancias, la Federación Estadounidense del Trabajo, el mayor sindicato del país, decidió movilizarse hasta lograr que, tras años de presiones, se creara una ley en su favor en 1886. Por la resistencia a ésta, decidieron llamar a la huelga el 1 de mayo de 1886 para hacer cumplir la jornada de 8 horas que estipulaba la Ley Ingersoll, firmada ese mismo año por el presidente, Andrew Johnson.

La huelga se cumplió a rajatabla en todo el país, en Chicago; sin embargo, duró cuatro días. Sólo la fábrica McCormick de equipos agrícolas, seguía funcionando y es allí donde ocurrieron las primeras muertes al tercer día.

Durante una pelea entre los empleados de la fábrica y un grupo de obreros concentrados en un mitin cerca de allí, la Policía disparó sin aviso y a quemarropa contra la multitud, matando a seis e hiriendo a muchos más. Esta matanza empeoró la crisis, pues al día siguiente, 4 de mayo,

se convocó a una gran

concentración obrera en la plaza Haymarket de Chicago, que fue reprimida por la Policía.

LOS MÁRTIRES

En el enfrentamiento, un explosivo dio en las filas policiales que abrieron fuego en respuesta. Se desconoce la cantidad exacta de muertos y heridos en esta nueva masacre. Siguió a esto el arresto y enjuiciamiento de varios sindicalistas, quedando al final sólo ocho acusados de los cuales, tras un juicio dudoso en que se violaron los procedimientos legales, cinco fueron condenados a muerte, dos a cadena perpetua y uno a 15 años de trabajos forzados.

Es curioso notar que de los ocho dirigentes, todos menos uno eran trabajadores inmigrantes. Sus nombres: August Spies, Oscar Nebbe, Michael Schwab, Georg Engel, Adolf Fischer y Louis Linng, alemanes; Samuel Fielden, inglés, y Albert Parsons, norteamericano, que no estuvo en Haymarket, pero quiso ser juzgado con sus compañeros y fue ejecutado junto a ellos.

A finales de mayo de 1886 varios sectores patronales accedieron a otorgar la jornada de 8 horas a varios centenares de miles de obreros.

El éxito fue tal, que la Federación de Gremios y Uniones Organizadas expresó su júbilo con estas palabras: «Jamás en la historia de este país ha habido un levantamiento tan general entre las masas industriales. El deseo de una disminución de la jornada de trabajo ha impulsado a millones de trabajadores a afiliarse a las organizaciones existentes, cuando hasta ahora habían permanecido indiferentes a la agitación sindical».

La consecución de la jornada de 8 horas marcó un punto de inflexión en el movimiento obrero mundial.

Años después, el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional Obrera, que se reunió en París en 1889, declaró Día Internacional del Trabajo al 1 de mayo, en homenaje a la lucha de estos hombres, conocidos como los Mártires de Chicago, y de los miles que los acompañaron, escribe Alura Gonzales.

CELEBRACIÓN EN BOLIVIA

En Bolivia, la celebración de esta fecha empezó alrededor de 1906, cuando un sindicato de obreros paceños organizó una pequeña kermesse. Más adelante, la fecha tuvo mayor relevancia al crecer los sindicatos ferroviarios y surgir el de los mineros entre las décadas de 1910 y 1920. Sin embargo, no pasó de ser un simple recordatorio con verbena y desfile de pequeños grupos de obreros y artesanos hasta después de la Revolución del 52, cuando el movimiento de obreros mineros adquiere muchísimo peso político y la Central Obrera Boliviana (COB) se consolida como movimiento sindical a tomar en cuenta.

La organización de los sindicatos bolivianos se originó en las fábricas Cervecería Boliviana Nacional y Salvietti, pero no tuvo poder ni base sólida hasta que los mineros, con su Tesis de Pulacayo, pusieran en papel las reivindicaciones laborales para el proletariado en 1946. Esta Tesis originaría el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), que con apoyo de las bases mineras y campesinas llegaría al poder en 1952, dándole al movimiento fabril leyes que normarían las condiciones de trabajo.

Sin embargo, fue el mismo MNR quien crearía en 1985 el tristemente famoso Decreto 21060, que echaría a tierra estas conquistas laborales, las cuales siguen siendo reclamadas por los movimientos campesinos y gremialistas, los que ahora son quienes tienen peso político en el país, y quienes se encargan de celebrar el Día del Trabajo con marchas, mítines, desfiles de obreros y funcionarios públicos, verbenas y otros festejos populares.

Es también tradicional que el Presidente participe de un acto de conmemoración en el que anuncia medidas económicas y políticas a favor de los trabajadores. Es así que en el actual Gobierno se han hecho anuncios y toma de acciones como la nacionalización de los hidrocarburos, la recuperación de empresas capitalizadas y otros. En Bolivia esta fecha es feriado nacional con suspensión de labores desde el regreso a la democracia en 1982, pues durante los años previos de dictadura militar estuvo restringido.

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