Dos filmes en competición hoy en Cannes dieron paso a sendas y grandes interpretaciones de dos actores que piden paso en la fila para ganarse el reconocimiento en el Festival de Cannes, Sean Penn y Ryan Gosling.
Se trata de "This must be the place" y "Drive", dos ejemplos diferentes de trabajo interpretativo de altura justo antes del fin de semana en que acaba este evento cinematográfico en el que compiten por la Palma de Oro un total de veinte cintas.
La del italiano Paolo Sorrentino, la cuarta que trae a Cannes a competir, rodada entre Irlanda y Estados Unidos, proporciona a Penn la oportunidad de meterse en la piel y bajo el maquillaje de una antigua estrella del rock, Cheyenne, cincuentón gótico de aspecto inspirado en el líder de The Cure, Robert Smith.
"Creo que el rock and roll tiene un lugar muy importante, porque se contrapone a lo que creo que se ha convertido en 'la enfermedad' de la clase bien", dijo Penn en conferencia de prensa sobre un filme que aborda la cuestión de la venganza por la humillación, pero desvinculada aquella de la violencia.
El personaje que interpreta Penn -que se desplaza por el mundo arrastrando las consecuencias de todo aquello que se fumó como estrella del rock- con una vida ya sin música y rodeado de lujo vacuo, regresa a su país, Estados Unidos, y al pasado de un padre que acaba de morir y al que hacía 30 años que no hablaba.
Al viaje exterior para encontrar al que humilló al padre le acompaña el viaje interior que permite a Cheyenne salir de una edad adolescente en la que le sumió un éxito temprano, quebrado por un drama ajeno que le dobla la espalda al personaje.
La película aborda la cuestión del genocidio nazi y la búsqueda de sus máximos responsables, en una diferente versión de los acostumbrados cazanazis del tipo Simon Wiesenthal, esta vez con maquillaje gótico.
A Penn le da la réplica en la primera mitad del filme una Frances McDormand (Jane) de lo más de vuelta que se puede estar en el mundo del rock and roll, comprensiva esposa, divertida y enamorada compañera de la antigua estrella, que se toma a broma su vida de músicos retirados insultantemente ricos.
Penn tiene con esta película otro billete para el premio de interpretación, aunque el que interpreta en la cinta de Terrence Malick, "The tree of life", tiene una duración más limitada y las críticas, menos elogiosas.
La otra cinta que aterrizó en Cannes fue la del danés Nicolas Winding Refn e interpretada por Gosling, que encarna a "driver" (conductor) un caballero andante de las noches de Los Ángeles, como vino a decir el realizador, quien mencionó a los hermanos Grimm como lecturas que vinculan al filme con la tradición europea de los cuentos.
Refn narró de manera muy divertida cómo convenció a Gosling para interpretar el papel, en algo que el director denominó "casi una cita a ciegas" que empezaba a ir mal cuando de repente lograron lo que, gráficamente explicó como un "orgasmo mental" entre director y actor.
Y la idea era que el personaje de "driver", que destroza automóviles cuando trabaja de especialista en el cine, los arregla durante el día en un taller mecánico y colabora en asaltos como conductor-taxista de delincuentes, destacara por casi no abrir la boca.
Es un "caballero" solitario que encuentra a una dama en peligro -el papel de la vecina de "driver", Irene (Carey Mulligan)- a quien difícilmente contará lo que siente por ella.
Tendrá que matar para protegerla de un asunto en la que vemos a la mafia y la película discurre por los senderos del "gore" sin abstracción posible.
El conductor interpretado por Gosling está hecho de un pasado que no conocemos pero imaginamos negro, tan negro como el desarrollo que le espera al personaje, inevitablemente metido en una espiral de violencia y sangre.
En las escenas de violencia, como en las de conducción tranquila y las de persecución por un Los Ángeles casi de estética de videojuego, Gosling (candidato a Globo de Oro por "Blue Valentine" y en Cannes previamente con "The believer", premio del Jurado) no dice casi palabra, pero no hace falta.
A Gosling le acompañan en el reparto, entre otros, Christina Hendricks (Blanche) la Joan Harris de la ya serie de culto de televisión "Mad men", y Óscar Isaac, al que se pudo ver en la película
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