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lunes, 15 de abril de 2013

La huerta, el nuevo filme de Rodrigo Ayala

El próximo 2 de mayo se estrenará en Tarija la película del director tarijeño Rodrigo Ayala Bluske llamada La Huerta, protagonizada por Luciana Acosta, Liliana Arce, Mónica Beccar, Valeria Catoira, Beto Martínez, Virginio Lema, Hugo Buhezo, Adrián Vaca, Ariel Álvarez, Toto Vaca y Diego Gabriel Arana.

El estreno en las ciudades del eje central está previsto para el 9 de mayo. Este nuevo filme completa la trilogía producida por Toborochi Films formada por Día de boda (2008) e Historias de vino, singani y alcoba (2009).

Al igual que en las anteriores películas de Ayala, La huerta se aboca a describir a la clase media tradicional tarijeña “en código de comedia”. Se trata, en realidad, de una comedia negra, de suspenso, como un rompecabezas, explica Ayala. En el filme muestra los miedos, las obsesiones y los temores que actualmente tiene la clase media tanto en Tarija como en el resto de Bolivia.

Es, asegura Ayala, una clase “que va perdiendo espacios”, que “se encuentra en una realidad que ya no es la de antes”, la cual “no entiende bien”, por lo que no “puede manejarla”.

Al mostrar a la clase media tradicional, sostiene Ayala, también se observan otros elementos de la cultura tarijeña. Por ejemplo, un aspecto que hace única a la capital sureña en relación al resto del país es la estrecha relación que existe entre los mundos rural y urbano. En Tarija, “la cultura rural se nutre de la urbana y la urbana idealiza a la rural”, afirma Ayala, lo cual está reflejado en La huerta.

Pero éste no es el único aspecto mostrado en el filme, pues se ven otros comportamientos típicos como el relacionamiento social mediante las fiestas, las guitarreadas y el festejo de los cumpleaños, que son muy importantes en la cultura chapaca.

Las fases de producción

Ayala cuenta que cuando filmaba Día de boda e incluso antes ya tenía en su mente las tres películas que Toborochi Films produjo. En el caso de La huerta, su realización tardó tres años; la etapa más larga fue la correspondiente a la elaboración del guión que, para Ayala, es la más difícil de los cinco pasos para hacer un filme. La creación del guión, según este director, implica tener una idea y escoger y pensar la mejor forma de llevarla a la pantalla grande.

La segunda etapa consiste en conseguir el financiamiento. En el caso de Ayala, sus películas no han sido subvencionadas y siempre ha recuperado la inversión que hizo. Una parte de los recursos para hacer La huerta proviene de lo recaudado con Historias de vino, singani y alcoba, que a su vez fue financiada por la recaudación de Día de boda. Otra fuente de financiamiento está constituida por los auspiciadores del filme.

Estas dos primeras fases, en el caso de La huerta, se llevaron a cabo en un año y medio. Ayala recalca que en nuestro medio la única forma de recuperar la inversión es a través de la recaudación en las salas de cine, pues la venta de DVD no genera ingresos.

Posteriormente se hizo el rodaje de la película, que es una etapa neurálgica. La huerta demoró en su filmación unos 40 días sumamente intensos. Esencialmente, la cinta se filmó en dos locaciones centrales; una es la casa Aramayo Arce, que según Ayala es uno de los lugares mejor conservados de Tarija, que tendría un entorno natural muy lindo. El otro escenario es la casa de Virgilio Lema, que posee una de las más grandes y mejores bibliotecas del país.

Hacer una película y sobre todo la etapa de rodaje “es un ejercicio de administración muy avanzado”, sostiene, pues uno se enfrenta a imprevistos de diferente índole. Por ejemplo, cuando filmaba La Huerta, tras arribar una de las protagonistas se dirigió a Ayala y le contó que recientemente se había enterado que estaba en estado de gestación, por lo que el trabajo que debía hacerse en un mes con la actriz tuvo que hacerse en dos semanas intensas, además que Ayala tuvo que modificar ciertas escenas que requerían de cierto esfuerzo físico. En esta etapa, sostiene, se deben tomar decisiones rápidas.

Tras la filmación comienza la post producción, en la cual se arma la película. Esta fase es más creativa y tranquila, sostiene Ayala, quien habla del cineasta ruso Andrei Tarkovski que decía que esta etapa debería ser como “esculpir en el tiempo”.

Hecha la película, comienza la última fase que consiste en el lanzamiento de la misma. Ayala afirma que la misma es descuidada y hasta despreciada en nuestro medio. Uno tiene la obligación de hacer conocer bien su película y así recuperar el dinero invertido, opina. Éste es un momento muy agotador, pues para promocionar el filme se debe viajar y recurrir a diferentes medios para difundir la película.

Esta fase es mucho más dura, con la actual tendencia mundial de los malls, en los cuales existe una gran cantidad de salas donde se exhiben películas que son promocionadas intensamente a escala mundial mediante la televisión por cable, internet, etc.

¿Cómo se invierte?

En cuanto a la utilización de los recursos económicos, primero se debe contar con una inversión fija en equipos, explica Ayala. Del total que se invierte para hacer una película, que en el caso de La huerta ronda los 100 mil dólares, un 40% se destina al pago de salarios de técnicos y de actores.

Ayala afirma que siempre dice a sus actores y colaboradores: “Voy a pagar poco, pero voy a pagar, conmigo no van a tener problema en cobrar”, lo cual funciona bien.

Los gastos de orden logístico ocupan el segundo lugar. Alimentar a 80 personas durante 40 días es caro, afirma Ayala. Otros gastos de logística se destinan al transporte, a la gasolina, escenografía, vestuario, imprevistos, vidrios que se rompen, etc. Todo ello constituye un 30% de la inversión.

El restante 30% se emplea en la promoción de la película, que implica desplazamientos, presentaciones, etc.

La campaña de presentación para La huerta duró dos meses, divididos en tres momentos: el primero consistió en lanzar la película, el tráiler, el afiche, en fin, todo para hacer conocer la película. El segundo momento estuvo compuesto por una gira nacional, que llevó al director tarijeño a las ciudades del eje central, donde presentó su película en distintos escenarios; a partir del 15 de abril esta fase continuará y además se presentará la música de la película, que estuvo a cargo del grupo “1 + 1”. El tercer momento comenzará con las distintas premieres y otras actividades, como las visitas a medios y las presentaciones no sólo de los actores, sino también del tema de la película y otras actividades.

Planes futuros

Ayala afirma que Toborochi Films continuará como una productora de cine. Posteriormente al estreno de La huerta, se dedicaran a la difusión del documental Tarija, Valle Central, dedicado a la cultura tarijeña, el cual ya fue estrenado, pero no fue promocionado para que no entorpezca la difusión y exhibición de La huerta. En cuanto a la producción de nuevas películas, uno de los proyectos más avanzados es La casa de piedra, que ha recibido un pequeño apoyo de Ibermedia. Esta historia narra el retorno de un ex guerrillero a Tarija, después de 40 años.

Otros proyectos del director son Luna de verano, que aborda la crisis de una pareja de mediana edad, y Gringo Limón, que está dedicada a retratar la vida del conocido personaje tarijeño del mismo nombre. Un personaje, dice Ayala, “que expresó a cabalidad un tipo de tarijeño dotado de una fuerte carga existencial; una persona que, a su manera, vivía permanentemente al límite”.

El realizador, además, trabaja en este proyecto junto al hijo del Gringo Limón, Virginio Lema, que es uno de los actores principales de La huerta.

Autor de ensayos políticos
Rodrigo Ayala nació en 1964. Hasta los siete años vivió en Tarija, de donde se trasladó a la ciudad de La Paz. Desde hace 12 años radica en Tarija. Además de hacer cine, dirigiendo Toborochi Films junto a sus dos socios, Ayala conduce una organización especializada en medio ambiente llamada Prometa (Protección del Medio Ambiente Tarija) y escribe ensayos de ciencias políticas.

Ha publicado artículos, capítulos y libros de análisis político. Sus obras han sido publicadas por organizaciones como el PNUD y el ILDIS, entre otras. De cierta forma, estos ensayos son complementarios a lo que muestra en sus películas en tono de comedia. Son géneros distintos pero complementarios, dice Ayala, quien aspira a que tanto los ensayos de ciencia política como las comedias cinematográficas “de manera distinta contribuyan a describir lo que está pasando en la sociedad tarijeña” y en el país en los últimos años.

Las primeras experiencias de Ayala en el cine se dieron cuando tenía 15 años. Esa época formaba parte del Cine Club La Paz. Cada sábado, recuerda, sus miembros veían una película en el cine 16 de Julio para posteriormente entablar un debate. A esa temprana edad, Ayala ya había ganado el primer y tercer premio del concurso de crítica de cine Llama de Plata.

A sus 21 años comenzó a hacer cortometrajes como La última batalla y El bosque, ambos en formato de documental poético. En aquellos años, Ayala fue director del Taller de cine y video de la Universidad Mayor de San Andrés, además de director del Canal Universitario de La Paz (Canal 13).

En la década de los 80, Ayala, junto con un grupo de realizadores bolivianos, ganó una beca a una escuela de cine de los Estados Unidos, donde tuvo la suerte, sostiene, de tener muy buenos profesores argentinos como Oscar Viale, un gran guionista rioplatense.

Al volver, en 1996, Ayala dirigió una serie policial llamada Fuego cruzado, de la cual se hicieron 14 capítulos de una hora de duración.

Posteriormente retornó a Tarija, donde incursionó en el cine con Toborochi Films, que fundó junto a sus socios,los también tarijeños Liliana Arce y Alfonso Blanco.

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