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lunes, 11 de septiembre de 2017

Los Benavides contraatacan: ‘El CINE no debe ser un GASTO, sino una industria’

Las cifras cantan: si alguien puede hablar de cine sostenible, comercial y que además gusta es la familia Benavides. Yecid Benavides (productor), Yecid Jr. y Johanan (directores y actores protagónicos) y Viktoriia Merkulova (productora ejecutiva) lograron que hasta el momento más de 47.000 personas vieran su película Engaño a primera vista en Bolivia y Estados Unidos. Desde el jueves la cinta regresó a La Paz y se proyecta en tres funciones (16.30, 19.00 y 21.00) en la Cinemateca Boliviana (Óscar Soria 100).

“Cuando uno menciona que se debe poder vivir del arte o habla de hacer arte comercial, no te bajan de satánico”, ríe Yecid padre en la oficina de su productora Artistas Latinos. “La verdad es que las experiencias con el arte son miles, miles como las formas de hacerlo y afrontarlo. Nosotros estamos interesados en crear productores, pues vemos que se necesita que haya alguien de negocios que te oriente sobre la forma en que hay que trabajar para que el producto se venda”.

La desaparecida actriz María Elena Alcoreza dio vida a la dueña de casa.

No es solo discurso. Su película se ha mantenido en cartelera 15 semanas en La Paz y siete en Santa Cruz. “Ha sido un éxito y no es que solo hemos cubierto los gastos, la película ha significado una ganancia”, dice sin tapujos Yecid Benavides Jr.

Para los realizadores, más que la taquilla, la satisfacción radica en que la gente acudió a ver el filme porque algún amigo se lo recomendó. “Al principio, cuando decías que era una película boliviana, la gente te decía que mejor no entraba, que seguro había malas palabras y que no se podía ver con los niños; que todo era lamento y pobreza, pero nosotros les mostrábamos el tráiler y se animaban a verla en familia”, cuenta Yecid padre.

Los actores Gerardo Aguirre, Ignacio Montaño y Enzo Malky interpretan a los amigos.

Evidentemente, es una cinta —si común para el mundo— poco habitual en la cinematografía nacional: una comedia romántica ambientada en un 90% en MegaCenter, con una trama sencilla que cuenta la historia de dos jóvenes impopulares que deben conquistar a dos chicas para ganar una computadora de última generación. Sin grande giros narrativos o complicaciones, la cinta logra su objetivo: contar una historia.

Y no solo eso, por muy sencilla que parezca la película, se ha pensado en cada detalle: una locación única que permitió optimizar gastos; la posibilidad de hacer placing (mostrar marcas dentro de la trama) con facilidad al tratarse de un centro comercial; protagonistas de La Paz, Tarija y Santa Cruz; que no haya sexo ni groserías para llegar a toda la familia; ser una comedia romántica, pensando sobre todo en el público femenino; y utilizando situaciones universales, entre otros factores. “Queríamos una película que guste en todo lado. En EEUU no podían creer que la ciudad que salía en pantalla era La Paz; pensaban que habíamos trucado las imágenes y se sorprendían al ver una urbe tan linda”, recapitula Yecid Jr.

Las cruceñas Yavinka Alburdene y Tatiana Valdés.

La idea era hacer que las palabras “comercial” y “entretenimiento” dejen de ser malas palabras. Que la gente vaya al cine no solo como apoyo, sino para divertirse genuinamente. “No tengo absolutamente nada en contra de las películas alternativas o artísticas; pero era necesario para nosotros proponer un producto bien hecho que se pueda vender. Uno tiene que saber para qué hace una película. El cine boliviano actualmente no es una industria, es un gasto. Hay problemas incluso en las mismas salas, que no quieren pasar películas bolivianas porque la gente no las ve. Máximo te la ponen una semana porque evidentemente un blockbuster (película taquillera de Hollywood) va a generar mucho más dinero”, agrega el productor.

El patio de comidas de MegaCenter fue la locación principal.

Por eso también, la cinta no solo tomó un género accesible (comedia), sino que sus estrategias de promoción fueron efectivas. Por ejemplo, acudieron (y acudirán) a las salas para estar al principio y al final de las proyecciones para compartir con el público y —también pecado— firmar autógrafos. “Así estamos en contacto con la gente y escuchamos sus opiniones. Claro, algunos artistas nos han dicho: ‘No quiero la fama, eso es estar vendiéndome’. Creen que eso es ser humilde, cuando es al revés: le estás quitando al espectador esa felicidad de acercarse y darte un abrazo”, añade Yecid Jr.

El reto ahora es que los hermanos nerds Gus y Poke conquisten el corazón del público del centro y la zona norte de La Paz. Para ello incluso habrá funciones matinales del film en fin de semana. El nuevo objetivo Benavides: reconciliar a la gente con su cine.



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