Para construir el personaje de Juana Azurduy me ha ayudado mucho leer y releer biografías suyas. También me ha ayudado escuchar lo que la gente piensa de ella, conocer el imaginario en torno a su figura. Y algo que me ha ayudado mucho es el trabajo físico, porque he tenido que aprender equitación y esgrima.
Ya conocía bastante la vida de Juana Azurduy, porque ha habido esfuerzos muy grandes para recuperar su memoria. Sin embargo, al encarar algunos diálogos y momentos de la historia, de cuando Juana tiene 46 años, ya no estaba guerreando y había perdido a sus hijos, tuve una necesidad de saber más sobre ella, de su etapa adulta, viuda y sola, pero sin llegar a la vejez. Es una etapa de ella que no ha sido estudiada y se la puede imaginar más libremente.
Ha sido la primera vez que he hecho cine y la primera vez que he trabajado con Jorge Sanjinés. Me siento privilegiada. He aprendido de la gente, más allá de que la película guste o no. El trabajo con todo el equipo y, especialmente, con Sanjinés, ha sido un regalo y un aprendizaje, porque no en vano él lleva más de 40 años haciendo cine y tiene en su haber 11 largos. Es alguien que vive, piensa, sueña para
el cine.
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