El cine es uno de los medios principales de entretenimiento y difusión cultural a nivel mundial, pero implica la unión de sonido e imágenes en movimiento, lo que impide a una persona con discapacidad de visión o escucha disfrutar de una película.
El “tiflocine”, o cine acondicionado para no videntes, adapta la película, basándose en la introducción de una pista llamada “AUDESC” (abreviación de “audio descripción”). En esta pista, una voz en off (narrador) describe las acciones de los personajes, su vestimenta, expresiones, el paisaje mostrado en imágenes, o las acciones que se muestran en la pantalla y que sean importantes para el correcto entendimiento de la historia en los momentos en que no hay ninguna otra voz o dialogo. Es la transformación de las imágenes a una narración.
En los recintos (cines o teatros) adaptados para la emisión de este tipo de funciones, la locución se emite por medio de audífonos inalámbricos, para que de esta manera por un oído se pueda escuchar al narrador, y por el otro se escuche la mezcla completa de la película.
Existe también la tendencia de la utilización de audífonos en ambos oídos, debida principalmente a que el nivel de las pistas de audio en los cines suele ser lo suficientemente alto como para ser escuchado aunque el oyente se encuentre con los dos audífonos puestos.
En Europa y Estados Unidos, estas adaptaciones llevan el nombre de “Audio Described screenings” o “Audio Description” (AD), y no solo existen para el cine, sino para la televisión, teatro, ópera, obras de arte visuales o material audiovisual en general. Hoy en día las personas con deficiencia visual pueden solicitar este servicio en más de 300 cines del Reino Unido, y es también una tendencia creciente en otros países europeos. En Latinoamérica, se realizaron experiencias similares en países como Argentina, Colombia, Cuba, Honduras, y con mucho más fuerza en España, donde hace años se tienen inclusive normativas establecidas para este tipo de adaptaciones, en la cual se detallan los aspectos técnicos necesarios para la elaboración de una pista AUDESC, y su incorporación en un material audiovisual. En este mismo país, la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE) posee una filmoteca, donde se pueden encontrar múltiples adaptaciones de material audiovisual en el Sistema AUDESC, e inclusive producciones propias en este formato (muchas de las cuales pueden encontrarse en internet).
Actualmente se implementa este sistema en formatos de distribución caseros como DVD o Blu-ray, en los cuales además de encontrarse la obra adaptada, también se dispone del menú del disco con audio descripción para ayudar a las personas a navegar en ellos sin dificultades.
Hoy, en Bolivia
Hasta ahora en Bolivia no había nada parecido. Ninguna de las obras del cine nacional estaba adaptada a este formato. Hoy “El día que murió el silencio” de Paolo Agazzi, “Cuestión de Fe” de Marcos Loayza y “American Visa” de Juan Carlos Valdivia se estrenan para miles de personas en el país.
La adaptación de las películas estuvo a cargo de la productora SCAT, en la que trabajan los ingenieros en sonido Fabiola Chávez y Saulo Carranza, la consultoría en guión a cargo de Alvaro Manzano, y las locuciones, que las realizaron los actores Mariana Vargas, Pedro Grossman y Alejandro Viviani. En logística está Lluvia Bustos. Este grupo de jóvenes decidieron en febrero de 2013 iniciar el proyecto del tiflocine en Bolivia, un proyecto en el que estuvo involucrado el periodista y guionista Franchesco Díaz Mariscal antes de su muerte.
Para ello se trazaron objetivos claros: Se realizó la adaptación de fragmentos de tres películas internacionales al formato de tiflocine. Los títulos trabajados fueron “UP: Una Aventura con Altura” (7:55 minutos), “La Propuesta” (5:27 minutos) y Alicia en el País de las Maravillas (8:36 minutos).
Se realizó la guionización del material, posteriormente se realizó la grabación, edición, mezcla y masterización de audio en instalaciones de la productora de audio SCAT, y se combinaron los archivos de audio con los de video para obtener el material final.
Gracias a contactos en el Instituto Boliviano de la Ceguera se realizaron dos muestras de los archivos, la primera en el instituto Luis Braile, y la segunda en el instituto Santa Cecilia. El procedimiento en ambos casos fue el mismo, se realizó una breve explicación del proyecto, a continuación se exhibieron los tres fragmentos trabajados, y finalmente se hizo una encuesta anónima para conocer las percepciones de la gente al respecto. Se envió también la encuesta y los archivos trabajados (en formato de audio) vía correo electrónico a personas no videntes, tanto de La Paz como de otras ciudades del país, que no pudieron asistir a las presentaciones.
Los productores buscaron el financiamiento, y tuvieron respuesta positiva de la Cooperación Suiza para el Desarrollo en Bolivia (COSUDE).
Para la proyección se buscó auspicio en varias instituciones y empresas privadas. La exhibición en La Paz cuenta con el apoyo de la Fundación Cinemateca Boliviana, la Oficialía Mayor de Cultura del Gobierno Autónomo Municipal de La Paz, el Goethe Institut, la Fundación Estas Vivo, y la empresa Sintesis S.A.
“Una experiencia enriquecedora”
Pedro Grossman, quien es el narrador de “El día en que murió el silencio”, explica que fue un reto poder combinar las palabras, la acción y la música, en una secuencia perfecta para que el oyente capte la esencia de lo que pasa en la película. “Fue una experiencia increíble y enriquecedora, el peso social de que se haga este tipo de proyectos que no siempre son destacados es destacable, y cómo actor, cómo trabajador de la voz, es un reto muy lindo hacer que se muestre lo que los que podemos ver, vemos en el cine,
Para la gente de SCAT “Todo parte por una investigación que realizábamos sobre técnicas y tecnologías sonoras en el cine. Al enterarnos de la existencia de este formato, nos llamó mucho la atención tanto desde un punto de vista técnico, como social, ya que nos pareció una forma de integrar aún más a las personas con problemas severos de la vista (ya sean totalmente ciegos o no), mediante la entretención. Después de buscar información con relación al tiflocine en otros países y hablar con las autoridades del Instituto Boliviano de la Ceguera (IBC) y de la Cinemateca Boliviana, pudimos constatar que nunca se había realizado en Bolivia. Entonces nos pareció un reto y quisimos asumir los riesgos.”
En Bolivia y según el monitoreo de los Derechos Humanos de las Personas con Discapacidad, efectuado por el Programa de Promoción de los Derechos de las Personas con Discapacidad (D.R.P.I.) por sus siglas en inglés, no se tiene un número exacto de las personas con algún tipo de discapacidad, pero se estima que al menos el 10% de la población tiene alguna, lo que significaría al menos novecientas mil personas, de las cuales muchas son ciegas.
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