La historia de Pompeya está llena de conflicto y sufrimiento. Dicha ciudad, en la región de Campania y cerca del lugar que ahora es conocido como Nápoles, fue devastada por el monte Vesubio en el año 79 a.C.
Una adaptación de este desastre había estado en desarrollo durante años y por fin hoy tenemos la oportunidad de visitar la ciudad de Pompeya gracias al director Paul W.S. Anderson (a quien muchos reconocerán como la mente creativa detrás de las cintas de Resident Evil).
Pompeya es la historia de Milo (Kit Harrington, Jon Snow de Game of Thrones), un esclavo convertido en gladiador que termina en la arena de Pompeya peleando por su vida. Así conoce a la bella Cassia (Emily Browning), hija de un comerciante y que está ligada con el senador Corvis (Kiefer Sutherland), un hombre relacionado con la muerte de la familia de Milo.
Esta trama, que toma muchos elementos creativos de otras cintas de mayor renombre (por ejemplo Gladiador), sirve como adorno para una impresionante secuencia en la que vemos la erupción del Monte Vesubio y además cómo la gente de Pompeya hace un esfuerzo por escapar.
También aparecen en la cinta los actores Jared Harris, Carrie-Ann Moss y Adewale Akinnuoye-Agbaje (Mr.Eko en Lost). "Seamos honestos, mucho del talento que aparece en esta cinta se siente desperdiciado, los actores con más ‘experiencia’ casi no son utilizados; y los protagónicos no tienen el peso suficiente como para llevar una cinta”, según el portal Elgurudelcine.com.
El director es reconocido por secuencias visuales llamativas, tramas no tan desarrolladas y personajes que tienen fallas. Es así como podríamos definir la experiencia de Pompeya; aunque no es una cinta aburrida, no es una experiencia digna de repetirse, afirman en ese portal electrónico.
En cuestión de trama, el primer acto tarda mucho en desarrollarse. El guión plantea muchas situaciones, ya que hay personajes y momentos que bien podrían ser considerados como un relleno y que ocupan mucho tiempo en pantalla.
El tercer acto de la cinta en cambio se desarrolla rápidamente, tanto que se llega a sentir que el final es algo abrupto, como si se hubiera tenido la necesidad de terminar la cinta.
Las actuaciones no son nada del otro mundo, no hay nadie que realmente destaque o haga un esfuerzo memorable; aunque Kiefer Sutherland (el villano de la cinta) tiene un acento raro que va y viene durante la historia que lo hace resaltar un poco más.
Según Elgurudelcine.com, "la joya de la cinta es la última secuencia, la erupción del monte Vesubio, que es obra de verdaderos artistas del departamento de Diseño de Producción, Vestuario y Efectos Visuales. Ellos son los que brindan el momento más memorable y quienes hacen que esta cinta no sea un fallo total”.
Pompeya es al final una cinta sin sorpresas. Como espectador uno sabe lo que espera ver y puede que la trama que el director Paul W.S. Anderson introdujo en este trágico suceso histórico se sienta completamente excesiva o innecesaria.
Con diálogos y situaciones clichés, un villano que destaca más por su mal acento y unos personajes principales que no inspiran mucho, esta cinta bien podría pasar desapercibida en una taquilla que seguramente será conquistada por mejores propuestas.
Pompeya es una película que tiene momentos entretenidos que no compensan sus evidentes fallas en historia, desarrollo de personajes o una verdadera noción de aventura ante un desenlace que muchos deben conocer o por lo menos tener idea. Aunque visualmente tiene momentos impresionantes, el primer acto tarda mucho en desarrollarse y el final se siente demasiado abrupto. Ésta es una cinta que podría ser divertida ver una vez, pero no tiene más potencia que eso.
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