Comienza con el triunfo de Evo Morales con 63% de votos. Debe su nombre al minuto de silencio que él pidió por los muertos de la resistencia indígena en 500 años. “Se respiraba esperanza, expectativa de cambio, pero las cosas no fueron así…”, recuerda Vicentini, autor del documental que ya está en Bolivia
Ferdinando Vicentini Orgnani - Cineasta, guionista y director de un minuto de silencio -
El documental Un minuto de silencio aborda la política boliviana de los últimos años. “Traté de dar un sentido al material que obtuve bajo la lupa de la confrontación. Puede ser que no sea una ciencia cierta, pero es un análisis sincero de lo que he vivido en cinco años de viajes entre Bolivia y Estados unidos”, afirma el italiano Ferdinando Vicentini, director del audiovisual que se estrenó anoche (Cine Center y Bella Vista).
Un minuto de silencio rememora los últimos 20 años, sin embargo profundiza desde la caída del último Gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada hasta el conflicto del Tipnis. “Los actores -Goni, Felipe Quispe, Evo Morales, García Linera, entre otros- cuentan su versión sobre lo ocurrido, eso es lo más importante para mí. La película está hecha solo de testimonios directos, y cada testigo es responsable de lo que dice”, afirma Vicentini, quien conoció a todas sus fuentes.
¿Qué motivó su interés por la realidad política boliviana?
Siempre me atrajo este tipo de documentales sobre temas de interés mundial, que se conocen poco a fondo. Trabajé en Sudáfrica, en Israel, en Kenia y en Italia donde produje dos documentales críticos sobre el gobierno de Silvio Berlusconi: Viva Zapatero (2005), presentado en los festivales de Venecia y Sundance; y Draquila (2010), en Cannes.
¿Cuando llegó a Bolivia tenía idea de qué alimentaría su obra?
No tenía una idea clara. Fue un trabajo lleno de sorpresas interesantes. El documental refleja la evolución de mi percepción del gobierno “revolucionario” de Evo Morales, que luego de una temporada de apertura reveló su verdadera naturaleza antidemocrática. Tuve que hacer muchos viajes. Cada vez que regresaba algo importante ocurría en Bolivia. Desde junio de 2008 hasta abril de 2013. Estuve presente en Villa Tunari, en Chapare durante las última elecciones presidenciales, ahí rodé las imágenes con que empieza.
¿Cuáles son los temas pilares de Un minuto de silencio?
La política y sus cambios, “los cursos de la historia” (en este caso de Bolivia) como diría Giambattista Vico, gran filósofo napolitano del Setecientos. Es intenciones también que sea una película sobre las patologías y las tentaciones conexas a la gestión del poder.
¿A qué fuentes documentales y testimoniales acudió?
Radio, televisión, periódicos, el material de archivo es fundamental en lo que cuenta esta película, pero lo más importante fue hablar con gente en cada caso, cien personas en casi seis años de viajes a Bolivia: un ingeniero minero del MNR en el aeropuerto de Santa Cruz, una maestra de escuela ‘enamorada’ del nuevo presidente indígena en La Paz, las vendedoras de frutas en el mercado de El Alto. Hay imágenes que muchos Bolivianos no han visto nunca.
¿Es un documental en contra del gobierno boliviano?
No fue ni es mi intención. El sentido de un documental político es analizar una situación y mostrar las contradicciones del poder. Un gran pensador italiano del siglo pasado hablaba de “tener abiertas las contradicciones y mostrarlas”. Eso traté de hacer. Un minuto de silencio es investigación de un periodo histórico, una reconstrucción exacta, en momentos con estilo poético-reflexivo que utiliza los medios expresivos del cine para generar emoción. El poder que teme a los ataques y a las críticas o a la sátira, no tiene alma democrática, es un poder enfermo. El documental no quiere dar respuestas, es un ensayo de generar preguntas y discusiones. Eso no debería ofender.
Al estreno del filme en el Festival de San Pablo (Brasil) asistieron los bolivianos Branco Marinkovic (ex líder cívico), Róger Pinto (senador) y Tuto Quiroga (expresidente). ¿Fueron sus invitados?
Solo Róger Pinto fue invitado, no sabía que Branko y Tuto estaban en San Pablo. La oficina de prensa del festival encontró un contacto con el exsenador en Brasilia. Su historia fue muy visible en la prensa brasileña y pensé que sería interesante contar con un elemento de la verdadera realidad de Bolivia. No conocía a Marinkovic, nunca me ocupé de su historia. Él supo de la proyección de un documental sobre Bolivia y fue al estreno. Lo mismo Quiroga, que estaba en Brasil por una conferencia. Me parece normal que Pinto, los refugiados y otros opositores al gobierno de Evo estén en contacto, pero ninguno se conecta al documental. Nos encontramos por casualidad. Alguien tomó una foto del recuerdo que fue instrumentalizada y probablemente continúe siendo, me sorprendería lo contrario
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