Una manera particular de hacer cine va ganando terreno en el país. Parte de la aventura es encontrar alguna copia de estas películas.
El cine marginal de Bolivia ha visto un gran incremento en su producción a lo largo de los últimos tres años, así lo demuestra la oferta siempre nueva de DVD nacionales piratas que se encuentra en los puestos de la Ceja y en las grandes urbes altiplánicas como Achacachi o Escoma. Lo que en un principio se reducía a brotes irregulares de producciones departamentales o peruanas, se ha visto multiplicado por algún fenómeno comercial que valdría la pena investigar. Así pues, a los ya clásicos El zorro y la pastora, K´ark´acha, Condenado o Qaxilu Wayna, se han agregado propuestas de las tierras bajas como la pandina Santo negro, la historia de un martirio, la cruceña Sangre de jaguar o la romántica tarijeña Abismos de pasión, esta última una película sobre incesto de factura francamente escolar. Sobresale de estas nuevas producciones, la potosina Laimes contra Qaqachacas zombis, una película tinku, firmada por Ernesto Quispe y de producción erróneamente atribuida (como ha sucedido con muchas películas de portadas diseñadas por los mismos piratas) a la universidad de Warisata.
REPRESENTACIONES. Es muy interesante el fenómeno que se da con estas películas, pues al carecer de cualquier tipo de marketeo producen una curiosidad enorme en el espectador, especialmente si tiene que realizar un viaje de dos horas de vuelta a la ciudad con el paquete en las manos. Es claro, hay signos estilísticos que uno ya presupone y que caracterizan estas producciones. Larguísimas duraciones (tres a cuatro horas), la utilización sintomática de planos muy largos, desconocimiento del fraccionamiento montajístico, la elaboración detallada de los disfraces, que ya se hace presente en las muchas películas de condenados, y la proliferación de escenas cómicas de borracheras reales, actores borrachos representando, o intentando representar, sus papeles. Por falta de información, no estoy muy seguro si la película se ha realizado efectivamente en territorio Laime, pues carezco de puntos de referencia para reconocer tal o cual aspecto de un lugar. La película, valga la aclaración, está en quechua y no tiene subtítulos. Las imágenes y las acciones que se llevan a cabo, con excepciones como la larguísima junta comunal que se realiza en un colegio tras el primer ataque zombi, son suficientemente expresivas sin necesidad de entender las palabras (lo cual es un signo de un mejor dominio de la puesta en escena).
DOCUMENTAL. Laimes contra Qaqachacas zombis empieza mostrando, documentalmente, la vida en el pueblo de los Laimes. Se enfoca en la familia de Martina, una niña que lo observa todo paseándose con una ovejita. Aunque confusamente, estos paseos abarcan una línea temporal muy grande. Se ve el trabajo de siembra, el de cosecha y nuevamente siembra. Se ve a niños, entre ellos Martina, riendo frente a la cámara y molestando a los operadores. En medio de estos recorridos aparece por primera vez lo terrible. Una mañana, mientras Martina realiza sus característicos vagabundeos, se encuentra frente a una fosa común llena de cuerpos semidesnudos y empolvados. Es interesante este plano por cómo se lo construye, pues la disposición de unos cuantos cuerpos en medio del basural genera una macabra impresión realista. Aterrada, Martina vuelve al pueblo, pero cuando cuenta lo que ha visto, los grandes la riñen por ir por donde no debe. La riñe su madre, la riñe su padre, la riñe su abuela y la riñen unos jóvenes ebrios. Esa noche, cuando Martina duerme entre lágrimas, sin más explicaciones, se observa, iluminada por la luna la fosa latiendo como una membrana de la cual se desprenden un par de sombras. Son las sombras de guerreros qaqachacas caídos en batalla, y son las sombras de cuatro policías que parecen estar organizándolo todo. Llegan los zombis al pueblo y es terrorífico que invadan interiores rurales reales. Anafes tiemblan, las tasas de metal vibran, se rasgan las cortinas de toldo azul y el adobe se resquebraja perturbadoramente ante los golpes zombis y los interminables chillidos de Martina. Vemos zombis mordiendo campesinos, recibiendo pedradas, y a contraluz a sombras destrozando muñecos. Lamentablemente la película se hace confusa a partir de este momento. No sabemos dónde ni cuándo desaparecen los zombis qaqachacas, pero la gente se despierta al día siguiente tranquilamente. Se reúne el pueblo en el colegio, y se habla durante unos 20 minutos de cosas incomprensibles. Finalmente dos hombres son enviados al basural para recoger los sombreros de los policías. Estos dos hombres hacen un largo viaje en minibús hasta un pueblo más urbanizado y hablan con cuatro uniformados. Los llevan de vuelta en el minibús, en el camino son tomados rehenes. Hay disputa. Arden cuatro muñecos de trapo vestidos de policía. Laimes y qaqachacas se emborrachan largamente, son observados por cuatro zombis que, como en sketch, empiezan a raptar uno por uno a los bebedores. Finalmente sólo quedan niños jugando, Martina molesta a los camarógrafos y corre con sus amigos alrededor de una casita de adobe. Se ve el plano de la ovejita de Martina destripada sobre el basural en medio de banderines de nylon negro. Un perro ronda la escena. Así termina la película.
PREGUNTAS. Leyendo el resumen me doy cuenta que puede sonar muy intrigante. El bajo costo y la clara conciencia de la cámara en los actores le quita posibilidades de efecto. Pero el que no sea una película que aterrorice no la hace menos misteriosa. Quedan, sí, algunas preguntas sobre la producción, sobre los realizadores y sobre el público. ¿Se están comprando mucho estás producciones? ¿Quiénes las están viendo? ¿Qué medios dan real cuenta de las infinitas formas no folklóricas de expresión que se están llevando a cabo afuera del área urbana? ¿Es necesario incentivar y guiar productos que se realizan con tanta independencia? ¿O nos toca mirar a estos colegas sin hacer nada? De estas dudas salen muchas otras que por lo pronto no sé resolver, manifestando sorpresa. Hace dos años se realizó un documental inglés sobre tinkus, no lo vi, pero sé que se filmó en una cámara Phantom a 1000 cuadros por segundo. El producto va a ser más vistoso. Y ahí se mueve el cine nacional, entre lo vistoso y lo auténtico. Al ver estas películas marginales ya no se observa solamente la pantalla, sino sistemas de producción, sistemas de pensamiento.
*Guionista
4 horas dura Laimes contra qaqachacas zombis, película que está ambientada en el altiplano.
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