ARGUMENTO
Tripp Kennedy (Patrick Dempsey) entra tranquilamente en una sucursal bancaria poco antes de la hora de cierre, justo en el momento en que dos bandas distintas convergen por casualidad con intención cada una de realizar un atraco. Se produce un tiroteo y Tripp se abalanza sobre la guapa e inteligente cajera, Kaitlin (Ashley Judd), a fin de protegerla. Las dos bandas, una compuesta claramente por profesionales y la otra formada por un par de payasos llamados Mantequilla (Tim Blake Nelson) y Mermelada (Pruitt Taylor Vince), se encuentran estancadas en un punto muerto. El sistema de seguridad del banco inicia su procedimiento de cierre habitual al final de cada día y deja a todo el mundo atrapado dentro del edificio. A medida que avanza la noche, se pondrá en marcha un divertidísimo juego del gato y el ratón mientras Tripp y Kaitlin intentan salvar la situación, eludir la muerte y evitar enamorarse... o casi.
NOTAS DE PRODUCCIÓN
DECLARACIÓN DEL DIRECTOR
“Por momentos, hacer El Gran Robo me recordó al vertiginoso y desconcertante viaje de Alicia por la madriguera del conejo blanco. Las cosas se iban haciendo cada vez más y más curiosas. Me había reunido con los guionistas, Jon Lucas y Scott Moore, de manera más o menos inocente en un café de Los Ángeles para hablar de otro proyecto totalmente distinto. Eso fue pocos meses antes de que se estrenara ¿Qué pasó ayer? y redefiniera el concepto de comedia para el gran público. El Gran Robo era su primer trabajo en colaboración pero, desde el primer momento, reunir la financiación y juntar todos los elementos necesarios se antojó en cierto modo similar a la frustrante persecución de Alicia tras el escurridizo conejo blanco.
No fue hasta que Patrick Dempsey se incorporó al equipo como estrella protagonista a la vez que como productor, que el proyecto empezó a cobrar cuerpo. En nuestra primera reunión, Patrick me dijo que veía el papel de ‘Tripp Kennedy’ como una oportunidad de dejar de lado su imagen de ‘doctor McDreamy’ e imponerse un reto de tipo creativo. A lo largo de la producción, nos animó a todos, incluido yo, a asumir riesgos creativos. Formamos una especie de taller donde se alentaba a probar cualquier cosa que nos permitiera traspasar las barreras. Y vaya si las traspasamos. Al fin y al cabo, el guión estaba aderezado con más palabrotas que un típico espectáculo de David Mamet, y yo me había labrado mi reputación como director de películas familiares con animales que hablan. Siempre había querido hacer una comedia oscura y atrevida, y la energía subversivade El Gran Robo me atraía sin la menor duda.
El rodaje comenzó en Baton Rouge, durante una sofocante ola de calor, que coincidió con el vertido de petróleo de BP. Cada mañana, me levantaba con las noticias en directo que mostraban el petróleo saliendo a borbotones de ese conductoreventado de aspecto peligroso. Como una especie de delirio febril, no alcanzaba a comprender por qué no dejaban de repetir las mismas imágenes de manera ininterrumpida. El hotel abandonado que usamos para el rodaje, que había quedado devastadopor el huracán Katrina, era frío y húmedo, olía a moho y recordaba mucho a ese aterrador hotel de El Resplandor. Muchos de nosotros acabamos convencidos de que había fantasmas vagando por los pasillos. Durante la fase de preparación, llamé a mi viejo amigo de la infancia, George Hickenlooper, para pedirle su opinión sobre un supervisor local de efectos especiales que nos habían sugerido contratar. Al tipo le faltaban dos dientes delanteros y, con su marcado acento sureño, me recordaba a uno de esos garrulos salidosde Defensa (Deliverance). George había trabajado con Hélen una ocasión anterior y me aconsejó que siguiera buscando. Siempre le estaré agradecido por ese generoso consejo.
Con tres semanas de preparación y un entusiasmo sin límites, logramos reunir un extraordinario grupo de actores, con Ashley Judd, Tim Blake Nelson, Pruitt Taylor Vince, Mekhi Phifer, RobHuebel, Octavia Spencer, Curtis Armstrong y Jeffrey Tambor, entre otros. Todos empezamos con mucha ilusión y entusiasmo a raudales, pero el calor y la falta de aire acondicionado acabó por pasar factura y, al final, todos queríamos matarnos unos a otros. Lo que resultaba perfecto, dado que muchos de los personajes acabarían muertos antes de terminar la película”:
Rob Minkoff, director.
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