Por más de tres años, Álvaro Olmos visitó la cárcel de San Antonio, Cochabamba, con la intención de hacer una película que reflejara el lado humano de los privados de libertad. Como resultado de estas visitas, y de la amistad que construyó con los presidiarios, Olmos filmó más de 100 horas de testimonios que serían la base para su documental San Antonio.
Desde su estreno en el Buenos Aires Festival de Cine Independiente (Bafici) en abril de 2011, el filme ha participado en festivales en Uruguay, EEUU, Ecuador, México y ha recibido el premio al mejor documental en el Festival de Cine Latinoamericano de Flandes, Bélgica. Con estos antecedentes, San Antonio regresa a Bolivia para ser estrenado en el Multicine de La Paz desde la próxima semana.
“No es un documental sobre la cárcel, es sobre tres personas que viven en la cárcel y a través de ellas se conoce el contexto, el lugar, el caos –aclara Olmos-. Todos estos aspectos me han atraído porque más allá de su contexto específico el filme es una reflexión humana sobre los países de Latinoamérica”.
Y para esta “reflexión humana” el filme sigue simultáneamente a tres reos en su cotidianidad: Ramón, un reo por narcotráfico que se disfraza de payaso para dar alegría a los niños de la cárcel; Sergio, un pandillero acusado de doble homicidio que hace tatuajes, vende droga y graba un disco de hip hop, y Guery, un ladrón que sólo quiere salir de San Antonio para volver a robar.
Todas estas historias son narradas, según su director, por sus protagonistas desde sus testimonios en una “relación de comprensión, de amistad y de tratar de hacer algo juntos porque son ellos los que cuentan la historia y yo los filmo”.
Para conseguir esto, la relación de Olmos con los presidiaros fue fundamental. Según explica “ha costado mucho ganar su confianza , pero he ido conociéndolos y nos hemos hecho amigos y he sentido la necesidad de contar su historia, de decir ‘este tipo es así’ y ‘ha cometido este delito por esta razón’ e indagar en su humanidad para que la gente deje de juzgarlos”.
“Si bien han cometido un delito, pero por detrás de ellos hay situaciones muy complicadas que quería que la gente vea de alguna manera para que empiece a reflexionar un poco sobre la sociedad y el sistema en el que vivimos”, complementa.
Cuatro años de trabajo
El documental se inició con la elaboración de un guión para el que Olmos visitó la cárcel con la intención de hacer su historia más verosímil. Sin embargo, después de pasar unos días en el recinto, Olmos “quedó fascinado por ese mundo interior” y decidió hacer un documental.
Desde entonces, y con el apoyo de su productor, Martín Boulouq, el proyecto fue autofinanciado. Fue en la etapa de postproducción, “la más cara”, cuando el proyecto accedió a fondos argentinos para ser concluido.
“Es una obligación estrenarlo en Bolivia, especialmente por el ‘cine basura’ que se ha hecho últimamente y que está alejando al público del cine boliviano... nosotros queremos mostrar cine de calidad y por eso lo mostramos primero en festivales”, comenta.
Cineasta boliviano
Álvaro Olmos (1983) Fue ganador del Fenavid 2003 por el cortometraje Sin Salida; obtuvo una mención especial en el Fenavid 2007 por el documental Emigrantes; fue ganador del Filmaka Los Ángeles 2008 por el cortometraje Take my hand. Fue seleccionado al Talent Campus del Bafici 2009 y al taller de Análisis de Proyectos Cinematográficos en Argentina y Holanda.
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