1 DE JULIO, ESTRENO EN ESPAÑA
En Blackthorn, el protagonista es un Butch Cassidy ya anciano, que después de vivir aislado y escondido en la Bolivia tropical durante 20 años, decide regresar a los Estados Unidos. En su camino se cruzará con otro jinete, Eduardo Apodaca, un ingeniero español reconvertido en ladrón, con el que regresará al territorio de los fuera de la ley. Bajo la piel de Butch Cassidy, se esconde el veterano actor y totem de la dramaturgia americana, Sam Shepard y en el papel de Apodaca, Eduardo Noriega.
UNA LEYENDA DEL WESTERN
Como una bota de vaquero, la piel de Sam Shepard se adapta prieta a la carne del viejo y solitario Butch Cassidy, protagonista de Blackthorn y forajido reputado de la iconografía y el cine clásico estadounidense. En el filme, Shepard recorre a caballo las altas llanuras de Bolivia, como lleva haciendo en las del medio oeste norteamericano desde que era un niño.
Huye del sentimentalismo en su interpretación como ha hecho a lo largo de medio siglo en sus textos dramáticos, por lo que se le considera el dramaturgo vivo más célebre y más representado de EEUU. Y canta por primera vez en pantalla, con voz ronca y honda, cerrando el círculo de una vida vinculada a la música, que empezó como batería de los psicodélicos Holy Modal Rounders, y que continúa en la intimidad de su casa.
Sam Shepard es un nuevo Butch Cassidy, armado de una firme moral y curtido como buen personaje-icono de las películas del oeste. "Siempre he estado muy influido por el western, también en mis obras de teatro y en mi manera de pensar. Crecí viendo películas de vaqueros y montando a caballo. Eso marca", dice Shepard desde su casa de Nueva York, donde no tiene ni ordenador ni internet, sólo una máquina de escribir desde la que sigue hablando de la soledad contemporánea.
Todo esto ocurre bajo la mirada de un director español. Mateo Gil, guionista habitual de Alejandro Amenábar, dirige un western ejemplar, que fascinó en el Festival de Tribeca, donde la distribuidora indie estadounidense Magnolia compró los derechos para su estreno norteamericano. La película se estrenó este viernes en España.
El guión firmado por Miguel Barros fue lo que sedujo a Shepard, ganador de un premio Pulitzer en 1979 por Buried Child. "Es uno de los mejores guiones que he leído en los últimos diez años, y es precisamente una buena escritura lo que me atrae a la hora de elegir un proyecto. No tanto las ideas que se plantean, porque las ideas suelen decepcionar", dice irónico.
Blackthorn parte de una pregunta y un deseo: ¿Qué hubiera ocurrido si Butch Cassidy no hubiera muerto en aquel tiroteo en Bolivia con el que acababa la célebre película de Roy Hill? ¿Qué habría pasado si aquella moral de ladrón a lo Robin Hood no hubiera desaparecido? Tanto Shepard como Mateo Gil insisten en que Blackthorn no es ninguna continuación del clásico. "Son como el día y la noche. Una es una película sobre la juventud. La otra, sobre la vejez y la soledad", apunta el actor que debutó en el cine en Días del cielo.
Reconvertido en un ranchero viejo y solitario que cría caballos en un valle remoto de Bolivia, Cassidy, ahora bajo el nombre de James Blackthorn, quiere volver a casa para morir y reencontrarse con un jovencito, hijo de Sundance Kid o de él mismo. Pero en su camino de vuelta se cruzará con un personaje ambiguo, un tal Eduardo Apodaca, que lo enredará en un golpe y en una huida que le recordará a los viejos tiempos. "Mateo y Eduardo insistían en forzar la amistad de ambos personajes, pero yo nunca lo vi claro", comenta el actor. "Cassidy es un solitario", recalca.
“rodar en bolivia no fue nada fácil”
El impacto de Blackthorn en el Tribeca Film Festival de Nueva York ha sido determinante para su exhibición en el mercado estadounidense en los próximos meses. A este respecto, Mateo Gil reconoció que "tenía cierto miedo a que la película resultara extraña y la respuesta fue más cálida y sentí que me daban las gracias por recuperar a Butch Cassidy y el balance es fantástico". Con un reparto encabezado por Sam Shepard, Eduardo Noriega, Stephen Rea y Magaly Solier, Blackthorn, sin destino sigue la estela de los protagonistas de Dos hombres y un destino (1969), de George Roy Hill, en una ficción sobre la vida de Butch Cassidy y Sundance Kid veinte años después de que se vieran envueltos en el tiroteo que coronaba la cinta de 1969.
Rodar en Bolivia una película de este tipo no fue fácil, al igual que su financiación. La sintonía con el productor Andrés Santana y su convicción de sacar adelante el proyecto fueron determinantes para que el western de Mateo Gil saliera adelante. "Fuimos a ver las localizaciones en Bolivia con Andrés Santana y la conclusión fue que el viaje era una locura, pero no nos quedaba", apuntó Gil.
SIN SEGURO
Por su parte, Andrés Santana, que recordó anécdotas del rodaje como el tránsito por carreteras y parajes sin servicio alguno para el numeroso equipo humano y técnico, y el hecho de que ninguna aseguradora quisiera asumir el riesgo de filmar en esta zona. "Esto ha sido una aventura loca, y aunque muchas veces estaba aterrado, la aventura ha valido la pena", subrayó.
La razón de Bolivia, además de la evidente conexión geográfica con Dos hombres y un destino, estaba en que "son paisajes poderosos" que a juicio del realizador marca distancias a otros western de cabecera en la historia del cine.
A Mateo Gil le queda por delante el reto de que su película tenga un poder de convocatoria en los cines acorde a las expectativas y valoración de la crítica especializada. "Es difícil llevar la gente al cine y también es difícil convencer a las nuevas generaciones para ir a ver un western", puntualizó el realizador español.
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