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domingo, 23 de marzo de 2014

Balance del cine boliviano: el legado de Luis Espinal



El 21 de marzo se festeja el Día del Cine Boliviano en honor a uno de los grandes promulgadores del séptimo arte en nuestro país: Luis Espinal. En esta fecha, en 1980, el sacerdote español fue secuestrado y asesinado por la dictadura de Luis García Meza.

Luis Espinal fue un hombre clave para el desarrollo de la cinematografía nacional, no tanto como realizador (hizo algunos programas de televisión de contenido social), sino más bien como un mentor de los cineastas más importantes que dio Bolivia. Sus labores como crítico de cine, como teórico, pedagogo y cineclubista marcó a una generación entera de cinéfilos y ciertamente dejó una fuerte impronta en el estilo cinematográfico boliviano del siglo pasado.

Si Espinal fue tan importante es porque comprendió que el cine no solo lo hacen los cineastas, sino que también tienen un papel fundamental los críticos y sobre todos los espectadores. Hacer un buen cine tiene que ver no solo con cierta sensibilidad artística o con intuiciones más o menos acertadas, sino que además implica mucho tiempo de reflexión y, sobre todo, de diálogo con otras personas que no necesariamente hacen parte del círculo de conocidos del autor.

Reconocer la existencia o crear la categoría de “cine boliviano”, con sus particularidades, tiene que ver con la posibilidad de fomentar una atmósfera de cinefilia permanente. Implica crear espacios de formación para los tres actores principales de la actividad cinematográfica. Implica reflexionar sobre el pasado, el presente y el futuro de nuestro cine desde la función de cada uno. Implica que cineastas, críticos y espectadores podamos reconocernos como tales.

Sepa más

Para saber más sobre la actualidad cinematográfica boliviana y su historia visitar: http://www.cinemascine.net/

Diagnóstico

El pasado

El cine boliviano, a pesar de ser una de las filmografías más pequeñas de la región en términos cuantitativos, dio películas invaluables. Wara Wara (1930) (foto), de José María Velasco Maidana, o Yawar Mallku (1969), de Jorge Sanjinés, demuestran las grandes potencialidades de nuestro cine. Pero sin duda, el filme más importante de Bolivia es La nación clandestina. Jorge Sanjinés, cercano a Espinal, pudo plasmar en su filme una reflexión sobre la identidad nacional a partir de un lenguaje innovador.

El presente

Como nunca antes, en Bolivia se están produciendo una gran cantidad de películas. Sin embargo, estos filmes no logran encontrar su público y son rápidamente olvidadas. Es complejo conocer la realidad cinematográfica actual del país si se toma en cuenta que la gran parte de lo que se hace son “películas fantasma”. Se hace pues patente la importancia de la crítica de cine para reconocer (si es que lo tuviera) el valor de estas cintas y ayudar a conducir a los espectadores y a los cineastas hacia un mejor cine.

El futuro

En los últimos años pudimos presenciar la creación de cortometrajes innovadores propuestos por un pequeño grupo de realizadores bolivianos ligados a la Universidad del Cine de Argentina. El Juku (2012), de Kiro Russo, es un ejemplo. La película describe el rescate de un minero perdido en los profundos y oscuros socavones. El trabajo de Russo tiene un récord prometedor: es uno de los cortometrajes bolivianos que más presencia en festivales internacionales ha tenido.


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