Cómo inició con la aventura de la animación? ¿En qué otras películas participó?
Dibujé desde muy chico. Sobre todo dibujaba monstruos, superhéroes, creaba historias y leía historietas. Mi sueño siempre fue dirigir películas, o mejor dicho, participar en ese mundo. Estudié dibujo, después publicidad, abandoné publicidad y comencé la Universidad de Bellas Artes, que la dejé también. Hasta que finalmente volví a pensar en el mundo del cine y estudié cine. Trabajé como director para distintos comerciales de televisión y después me asocié a Sebastián Sempronii y Gonzalo Speranza en Nuts Studios. Luego comenzamos “La Máquina” con Aleph Media. Y acá estoy. Fue mi primera película y mi primer guión cinematográfico. Ahora estamos terminando nuestro segundo largo animado, El último mago o Billemabambudín, basado en un famoso libro infantil argentino.
Usted se inició como historietista. Desde ese entonces hasta La maquina que hace estrellas, ¿cómo define su recorrido?
Bueno, creo que fue un recorrido inevitable. No creo en el destino ni nada de eso, pero sí en los intereses, en las posibilidades, en la suerte y en mi sangre vasca. Esa combinación lleva a no perder el rumbo, de forma consciente e inconsciente a la vez. No voy a decir que si uno tiene sueños se cumplen. No creo en esas cosas, sobre todo porque cuando uno llega a su sueño, aparece otro más grande. Pero sí en la perseverancia y en no creerse menos. Creo que los tiempos ayudan, también. Ahora la fantasía esta más ampliada, más público disfruta de eso. Antes era sólo para chicos, o mejor dicho, crecimos y seguimos disfrutando de lo mismo.
¿Cómo surgió la historia de la película? ¿Se inspiró en algo o alguien en particular?
La historia surgió de un guión de mi socio, Sebastian Sempronii, era un guión para un corto. Lo vimos factible para transformarlo en nuestro primer largo, y así fue. Luego lo escribí con Gerardo Pranteda y creamos , desde el arte, un mundo particular y original, junto, también, a Nacho Flores Aguirre, el director de arte. Como inspiración puedo citar a Miyasaki, a Pixar, a Star Wars y a vivencias propias que se trasladan a los personajes, eso es inevitable.
¿Qué tan difícil es hacer este tipo de filmes?
Muy difícil. Sobre todo por los costos. El talento de los artistas latinoamericanos está a la par de cualquiera en el mundo. Eso es así. El tema está en la infraestructura con la que cuenta la industria en nuestros países, ahí es donde la diferencia se siente, y mucho. Esta película se hizo con el uno por ciento de Toy Story 3, o menos. Por eso, nuestro objetivo fue ir por un buen guión, una buena historia, porque sabíamos que a nivel técnico igualarse era imposible. Llegamos a tener 14 versiones de guión, nos excedimos.
¿Cuál fue la respuesta del público en su país?
Muy buena a nivel crítica y hubo repercusión en el medio. Sobre todo funcionó muy bien el “boca en boca”, porque no contábamos con grandes sumas para hacer una gran campaña publicitaria. Estamos contentos.
¿Cuál diría que es “el fuerte” del filme?
La historia, la originalidad de lo planteado, el universo que creamos. Eso creo que fue lo que más llamó la atención, fue inesperado. Pocas películas de animación en Argentina se jugaron por crear de cero un universo y hacer un largo sin personajes ya probados en otros medios.
¿Cuál es el contexto actual de la industria cinematográfica argentina respecto a la animación? ¿Los próximos proyectos que prepara serán de este género?
Es muy promisorio. Ahora se están realizando algunos proyectos realmente grandes, como Metegol, y hay otros que están comenzando a gestarse también. Parece que viene bien (la animación). Está creciendo, junto con la industria del videojuego, que conectan por muchos lugares con la industria de la animación. En todo el mundo, cuando uno ve los rankings de las películas más vistas del año, las de animación están siempre en el tope, y las que no, son cintas que tienen muchísimo de animación dentro de lo filmado, como los filmes de superhéroes. Nosotros estamos con proyectos para televisión en este momento y también desarrollando largometrajes filmados y de animación, pero no puedo hablar mucho de ellos. Esperamos encontrar socios que nos ayuden a continuar en este raro camino de contar historias fantásticas en Latinoamérica, vamos a ver qué pasa.
Actualmente en cartelera. La máquina que hace estrellas, película argentina de animación, se estrenó el jueves 10 de enero en el Multicine y Cine Center de La Paz. Tiene una duración de 75 minutos y está dirigida a todo público.
La historia. Todas las noches, Pilo, un niño, sale a la ventana de su casa para verificar si las estrellas ya desaparecieron. Él cree, según lo que le dijo su abuelo, que hay una máquina que las genera y que cuando desaparezcan, un miembro de su familia está obligado a repararla. El pequeño Pilo espera con ansias que ese día llegue.
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