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domingo, 27 de mayo de 2012

Bajo el traje y la máscara

Imaginados hace más de 60 años, Los Vengadores se viven como un fenómeno comercial renovado. El público que asiste a las dos horas y media de entretenimiento, sale divertido y las promociones y productos que llevan su estampa se van diversificando. Todavía puede escucharse personas atrapadas en largas filas, reclamando porque las entradas para la función en "3D" ya se han agotado. No obstante, pocos recuerdan el origen de estas leyendas contemporáneas que en su momento sirvieron como catalizadores de la obsesión de la sociedad, frente a periodos polarizados en la historia. Hablamos de la segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría, y más recientemente los ataques terroristas.

En Santa Cruz, el registro de entradas en el Cine Center, uno de los centros más grandes del país, marca 16.800 espectadores hasta la cuarta semana en cartelera. Mientras en Estados Unidos y Canadá bate récords de ingresos, con $us 55,1 millones durante el mismo tiempo. A nivel mundial alcanza la suma de $us 200,3 millones, y se ubica como la cuarta más taquillera de la historia.

Pero tomar los personajes como mero objeto de divertimento, sería subestimarlos. Así lo entendía, Frank Miller, uno de los novelistas gráficos más destacados en Estados Unidos (Sin City, "300", The Dark Knight Returns, entre otros), cuando poco después del 11 de septiembre de 2001 proponía publicar una historieta que muestre al caballero de la noche peleando contra Osama Bin Laden. Esta inmersión en una realidad la había hecho mucho antes la editorial Marvel. El 7 de diciembre de 1941, con Estados Unidos aún al margen de la segunda guerra mundial, publicaba la primera edición del Capitán América, cuya portada lo muestra combatiendo al Führer, Adolfo Hitler.

El debut de Los Vengadores se realiza en septiembre de 1963. Inicialmente estuvo compuesto por Hulk, Thor, Iron Man, Avispa, y Henry Pym (alias Hombre Hormiga). El Capitán América se une en la cuarta edición. Nace como respuesta a la Liga de la Justicia, publicada en 1961 por la editorial rival DC comics y sus héroes emblemáticos (Batman, Superman, Flash y la Mujer Maravilla, entre otros). La trama del Capitán América se sitúa al final de la Segunda Guerra Mundial. Queda dormido en animación suspendida y despierta en la década de los sesenta. En plena guerra fría enfrenta a enemigos como Red Skull, el barón Zemo y el barón Von Strucker, agrupados en súper organizaciones neonazis.

Hulk también tiene su origen en la guerra fría. El joven científico Bruce Banner prueba en una base militar su último invento, la poderosa Bomba G. Pero su asistente, el espía soviético Igor Starsky (o Igor Drenkov) intenta asesinarlo al exponerlo a rayos gamma.

Mientras el nacimiento de Ironman se sitúa en la guerra de Vietnam. El genio industrial Tony Stark se interna en la jungla y, tras pisar una mina, es mortalmente herido y hecho prisionero por los comunistas. Obligado a servirlos en un laboratorio, Stark aprovecha y construye una armadura que le ayuda a escapar.

El cantautor Gustavo Rivero es seguidor y cultor del género. Si bien asegura que el guión de la película no es plenamente fiel a la trama original, cumple su función de entretenimiento. Descarta opiniones que sitúan a los superhéroes como meros defensores de un "estilo de vida americano". "Recordemos que Marvel ha sido la editorial que ha publicado el primer superhéroe negro, Pantera Negra (1966). Mientras Batman es un multimillonario que genera ganancias a través de la venta de armas de guerra, Iroman es otro multimillonario que se retira de esta industria y busca fuentes alternativas de energía. En ese sentido, diría incluso que Marvel ha demostrado tener ideas más progresistas que su competencia DC comics", resalta.

"No es una preocupación menor interpretarlos", opina Óscar Gutiérrez, escritor y ganador del premio nacional de poesía en 2008. Recuerda que, como muchos, ingresó en el mundo de los dibujos desde una edad muy temprana. En su caso con "Los viajes de Cristóbal Colón", una historieta basada en hechos reales. Desde entonces comprendió que esa aparente inocencia de dibujos infantiles permite dar mensajes que de otra manera no sería posible publicar. Un método que aplicaría él mismo en su tesis sobre “Historietas para procesos de post alfabetización en el área rural”. Añade que en la década del '70 este género ha servido para que muchos países puedan ideologizar a la población. También se ha utilizado para enviar mensajes positivos en campañas de salud y hábitos de higiene. "La historieta es una puerta hacia el hábito de la lectura, y un género mayor pese al ninguneamiento oficial", agrega. Además otros grandes representantes del género, recordó a los cercanos Roberto Fontanarrosa (Argentina), y el cruceño Óscar Barbery, con "El duende y su camarilla".

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