— ¿Cómo se ha desarrollado el rodaje en Nueva York?
— Han sido cinco semanas increíbles de rodaje, muy diferentes porque es una película americana, es mi primera vez dirigiendo a ese nivel, pues contamos con actores SAG (Screen Actors Guild, el Gremio de Actores de Cine). Estuvimos dos semanas con Rossy de Palma, le dijimos El huracán de Palma, porque llega y arrasa con todo. Esa mujer es increíble, con una energía positiva que te da ganas de trabajar 20 horas al día. Para los actores bolivianos, una oportunidad de crecer. Óscar Martínez y Rossy los han agarrado como padre y madre, y los han subido tanto que están a un gran nivel.
— Sigue el trabajo en Bolivia
— Aquí están Óscar, los cuatro bolivianos protagonistas y otros 40 actores más, entre ellos Patricia García, Glenda Rodríguez, Carlos Rocabado y un montón de cameos y sorpresas del cine boliviano, pero también los 30 chicos que hacían la obra de teatro. Tuve que rearmar el elenco porque varios se fueron a seguir sus carreras. Participa el primer actor transgénero de Bolivia. Esto marca un precedente; él representa a su comunidad.
— ¿Cómo ha sido el crecimiento de su cine desde Dependencia sexual?
— Estamos a años luz. Cuando hice esa película tenía 21 años, estaba empezando, no tenía experiencia y me he ausentado de dirigir por producir, hacer casting y trabajar con directores como Steven Soderbergh, que estuvo muy cercano. He hecho cientos de publicidades y cortometrajes, vengo preparándome 10 años. Soderbergh me auspició con el Singani 63 y ha estado con el proceso. Me dijo que lo disfrute, que no piense en la audiencia ni en responsabilidades con la crítica, que siga mis instintos y sea fiel a ellos.
— ¿Cuál es el espíritu del filme?
— Tenemos una diversidad cultural tremenda: un actor musulmán, afroamericanos, coreanos, transgénero, otro sordomudo que me leía los labios, aunque tomé clases de lenguaje de señas. Esto es muy lindo porque ese es el mundo de ahora. Estamos haciendo una película sobre la libertad, es sobre el amor a la diferencia y la hemos sobrepoblado con gente maravillosa que quizá mucha gente de Bolivia no tiene chance de ver.
— Si bien es de tinte universal, ¿la película habla de Santa Cruz?
— Se habla mucho de Bolivia y de Santa Cruz como un símbolo de lo que es Latinoamérica, ya que somos parecidos, sin perder la identidad. Es una catapulta para Santa Cruz y muchos actores cruceños, como los protagonistas. El hecho de trabajar con Patricia García y Rossy de Palma en una película ha sido darme un gusto.
— ¿Cuál ha sido el aporte de Martínez y De Palma en el filme?
Con Óscar Martínez tuvimos el lujo de tener dos semanas de ensayo, un privilegio; revisamos cada texto. Con Rossy ensayamos una semana antes vía Skype. Ella tiene influencias en todo, el texto ha ido cambiando totalmente, he ido cortando muchísimo: a veces sobraba, cuando una mirada y un gesto cuentan mejor la historia.
— ¿Qué siente por esta película?
— Estoy muy orgulloso. Hemos filmado en locaciones donde se rodó Goodfellas (1990) y la serie Sex and the city, salen las calles de Soho y se te olvida que el actor que está allí es cochabambino. La película está hablada en español e inglés, como hacen los latinos en Nueva York. Es una película latina en su temática y gringa en su estética. Marcará un antes y un después en nuestra forma de hacer cine.
Cineasta
Rodrigo Bellot nació en Santa Cruz de la Sierra en 1978. Se inició en el teatro de muy joven y recibió una beca para estudiar en Ithaca College (EEUU) y graduarse en Historia del Arte y Cine y Artes Visuales. Dirigió los cortos Forlorn, Destierro y Sexo, el mediometraje Unicornio y los largometrajes Dependencia sexual (Premio de la Crítica Internacional en el Festival de Locarno, Suiza), ¿Quién mató a la llamita blanca? y Perfidia.
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